La vida de Cristóbal en la calle: «Duermo en la estación de autobuses»
Este hombre de 61 años pasó su infancia en un colegio de huérfanos, tuvo un hijo al que no ve desde hace cuatro décadas y ahora dice que está a la espera de una paga; el Diario HOY ha sido testigo de su día a día, a la intemperie, sin techo en Extremadura
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En la dársena 18 de la estación de autobuses de Cáceres suelen aparcar pocos vehículos. Está en la esquina, apartada del ruido de los tubos de escape y junto a una caseta con un cartel en el que se lee: «prohibido fumar, gas inflamable». Allí apenas se escucha el traqueteo de las maletas que cada día llenan de vida un espacio en el que la gente está de paso. Toda, menos Cristóbal Vázquez Meco, que vive allí. En ese lugar gris con vistas a un tanatorio, asfixiante en verano y frío en invierno, está lo más parecido a un 'hogar' para este hombre de 61 años al que el Diario HOY ha conocido de junio a octubre. Ha sido testigo de su vida. A la intemperie, sin techo.
Cuatro cartones, dos mantas (una azul y otra marrón), un pantalón, dos pares de zapatillas, un abrigo y tres camisetas es lo que guarda Cristóbal en su rincón, lo que dice que necesita para su día a día este madrileño que llegó a Extremadura con tan solo un año. Su padre le llevó a Olivenza, en Badajoz, e ingresó en un colegio de huérfanos porque su madre había muerto.
¿Cómo fueron sus primeros años?
Cristóbal Vázquez Meco Cáceres | 61 años
«Nací en Madrid, pero mi madre se murió y mi padre nos llevó a mí y a mi hermano a un colegio de huérfanos en Olivenza»
A este hombre tranquilo, de ojos azules, arrugas y pocas palabras, le cuesta mirar al pasado. «Llevo ocho años viviendo en la calle. Esto no se lo deseo a nadie. Es muy duro. He dormido en parques y en bancos; se me ha echado la noche encima y me he puesto andar sin rumbo. También he estado bajo puentes y ahí no sabes quién te va a esperar. Pueden venir a pegarte una paliza o robarte. A mí lo único que se han llevado de la estación son algunas camisas y unas zapatillas», cuenta tras una noche de verano en la que las temperaturas mínimas no han bajado de los 25 grados.
El calor, dice, «es más fácil de llevar que el frío». Lo sabe porque ha pasado por muchas ciudades. «Cuando viene el invierno uno no puede buscarse bien la vida. Imagínate un día de nieve subiendo el Puerto del Escudo, en Santander», recuerda Cristóbal, que ha vivido en Vitoria, Salamanca, Logroño, Burgos, Palencia, Pamplona, Lérida… «He estado en casi toda España. Decidía cambiar de lugar porque no estaba a gusto y me iba a otro sitio», relata.
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Duerme la mayoría de las noches en este rincón de la estación de autobuses de Cáceres junto a la dársena numero 18 y al lado de una caseta con un cartel en el que se lee: “prohibido fumar, gas inflamable”. Allí guarda mantas, sacos de dormir, cartones y algunas prendas de ropa.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](http://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c1-2.jpg)
En los alrededores de esta terminal ubicada en la zona sur de la capital cacereña suele dormir Cristóbal Vázquez Meco. A la estación acude cuando cae la noche y casi no quedan viajeros.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](http://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c1-4.jpg)
Cristóbal guarda algunos cartones en un rincón de la estación de autobuses para intentar dormir más cómodo y resguardarse como puede del frío.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](http://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c1-5.jpg)
Cristóbal Vázquez Meco, que tiene 61 años, durante una mañana soleada en uno de los parques del barrio cacereño de Moctezuma que frecuenta.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](http://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c1-6.jpg)
Cristóbal lleva durmiendo en uno de los rincones de la estación de autobuses, junto a la dársena 18, en torno a un año y ahí asegura que se han llegado a juntar hasta cinco sintecho durante algunas noches.Armando Méndez
Ahora, al menos, está tranquilo. «Duermo en la estación de autobuses. Lo más duro en la calle es que estés entre cartones y que venga alguna rata o alguien y te pueda hacer cualquier cosa. Esto es muy jodido», dice.
¿Qué es lo más duro de vivir en la calle?
«Llevo ocho años en la calle. Lo más duro es dormir sin un techo y que a veces te quedas hasta sin comer»
Es julio y lo cuenta tras una noche en la que las mínimas no han bajado de los 25 grados
A las 10.00, como si de un trabajo con horario a turno partido se tratase, se pone a pedir dinero en la puerta de un pequeño supermercado de la barriada cacereña de Moctezuma. Allí suele permanecer hasta las dos y luego vuelve de seis a nueve de la noche.
«Me saco unos cinco o seis euros al día. Los sábados y domingos me voy a la iglesia y me dan un poco más, unos 10 o 12», detalla mientras un cliente del supermercado le saluda y le da unos céntimos. Casi todos los que pasan por la puerta del establecimiento hablan con él. Ya le conocen y eso se nota sobre todo cuando llega el fin del verano. Muchos de los vecinos del barrio regresan de vacaciones y allí sigue Cristóbal, con su cazo rosa, pidiendo dinero.
«Soy muy noble y muy simpático. No me meto con nadie y hago mi vida. Simplemente sobrevivo pidiendo y tiro con lo que me da la gente. Aquí, aunque me ven pidiendo, me tratan bien. Ya me conocen. En otros sitios te miran mal. Si vas a un bar a tomar un café, algunas veces no puedes pasar por estar en la calle, pero todos somos humanos. No vengo a vacilar, vengo a tomarme un café», comenta este hombre que suele tirar de bocadillos o latas de sardina y calamares. «Si me saco algo más, a veces me compro una cuña de queso. Hay otros días que no como, pero no pasa nada», cuenta Cristóbal.
Sin círculo familiar
Cuando se le pregunta por sus familiares se hace el silencio. No tiene a nadie. Dice que hace casi cuatro décadas que no ve a su hijo. «Me casé cuando terminé el servicio militar. Estuve dos años con mi mujer y nos separamos. Tuvimos un niño, pero hace mucho tiempo que no lo veo, desde que yo tenía 24. No sé ni dónde vive», relata Cristóbal, quien reconoce que muchas de las dificultades que le persiguen se deben a lo mismo.
¿Cómo fue el primer día que durmió en la calle?
Desde Cáceres, donde lleva un año, relata que ha estado en muchas ciudades de España
«Fue en Logroño debajo de un puente. Aquello fue jodido. La calle es muy dura, pero nunca he tenido miedo»
«El único problema que tengo es el tabaco y la cerveza. Nunca he fumado porros ni me he pinchado, ni nada de eso», comenta este hombre que, tras su infancia y adolescencia en el orfanato, se fue a Madrid con su tía y más tarde a Navalmoral de la Mata, donde también vivió en la calle.
Dice que ha trabajado diez años. «Estuve en Logroño con la pera y la manzana. También en Navalmoral de la Mata con el tabaco. La temporada empieza en verano y cuando se termina estás mucho tiempo sin trabajo. Lo dejé por un problema y, como no me gusta mentir, lo cuento. Me gusta beber cerveza. Me bebo ocho o diez al día», confiesa.
De hecho, hay días en los que es complicado hablar con él. Cuando termina de pedir en el supermercado, suele ir a uno de los parques que está al lado con unos amigos y bebe para olvidar. «Ya no puedo más», lamenta tras una noche de septiembre entre alcohol.
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En la mochila que siempre lleva Cristóbal nunca falta un cazo rosa. Es el que utiliza para pedir dinero cada día, ya sea en la puerta del supermercado o en la de la parroquia de Guadalupe.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-2.jpg)
Cristóbal pidiendo dinero en la puerta del supermercado. Todas las mañanas y las tardes de lunes a viernes se pone en la puerta del mismo supermercado del barrio de Moctezuma de Cáceres a pedir dinero.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-3.jpg)
Los vecinos de Moctezuma en Cáceres conocen a Cristóbal y muchos le dan dinero, comida o ropa. Es un habitual de la zona y se suele sacar unos cinco o seis euros diarios en la puerta del supermercado.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-5.jpg)
Cristóbal también suele pedir dinero los fines de semana en la puerta del templo de Nuestra Señora de Guadalupe. Allí, cuando hay misa, puede recaudar unos 12 euros.Jorge Rey ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-6.jpg)
Es habitual ver a Cristóbal con su mochila. En ella, además de algo de ropa y jabón, guarda una maquinilla con la que se suele afeitar.Armando Méndez ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-7.jpg)
Entre árboles y paredes llenas de grafitis, está el parque en el que Cristóbal ha dormido en más de una ocasión en Cáceres. Otras veces hace tiempo sentado en uno de sus bancos hasta que abren el supermercado en el que pide dinero. Jorge Rey ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c2-8.jpg)
Cristóbal pasa algunas mañanas y noches en un parque cacereño del barrio de Moctezuma, donde acude con amigos y también utiliza una fuente para lavar su ropa y asearseJorge Rey
Al despertar nota las consecuencias y la vida vuelve a recordarle el lugar en el que está. Sin casa y con el invierno acercándose. Está atrapado en un círculo que muchas veces se convierte en un laberinto sin salida. «Ahora estoy empadronado en el IMAS, el Instituto Municipal de Asuntos Sociales. Como no tengo teléfono, si la trabajadora social quiere hablar conmigo, me viene a buscar por el barrio. Las gafas se me rompieron el otro día y me han ayudado. Ahora tengo unas nuevas», comenta. «También es ahí donde me avisan si tengo una carta», añade.
¿Cómo sobrevive?
«Pido y vivo de lo que me da la gente: bocadillos, latas de sardina o lo que sea»
Es septiembre y sigue en la puerta del supermercado donde los vecinos le dan dinero
«Ahora me han dicho que tengo que escanear un papel, pero claro, dónde encuentro yo un escáner, cómo puedo hacer eso», se pregunta Cristóbal en uno de sus días grises. Hay mañanas en las que prefiere no ver a nadie. Otras, no para de saludar a todo el que frecuenta el supermercado donde pasa las horas.
A la espera de una paga
Su deseo es que le concedan una paga que asegura haber solicitado. «Serán unos 600 euros y con eso ya podría alquilarme una habitación. Me comentaron que después de verano estaba, pero nada, sigo esperando», lamenta.
De hecho, el verano ya ha acabado y Cristóbal sigue en la calle. Se muestra cansado. «Ya no puedo más», se sincera. Pese a ello es un tipo optimista. «Intento siempre tener una sonrisa, feliz, para qué vas estar triste y amargado. Luego me voy al parque con mis amigos, nos tomamos unas birras y ya está», cuenta.
A ese lugar, al que llama parque de Las Veletas y está rodeado de árboles y bancos, suele acudir por las noches. «Ahí también lavo la ropa de vez en cuando. Lo que más me gusta es irme a la fuente del parque, coger jabón y limpiar lo poco que tengo. La ropa me la da la gente y muchas veces la cojo de cubos que hay en la calle», comenta. También se asea allí. «Lleno una garrafa con agua y me la echo. Eso lo hago cada dos semanas más o menos».
Sin embargo, cuando bajan las temperaturas y llega la lluvia todo se complica. «El único miedo que tengo es que se meta el invierno y no tenga la paga», dice Cristóbal, que se define como «un alma libre». No le gusta que le marquen las normas. De hecho, es algo que le sucede a una parte de quienes viven en la calle en esta región.
Estación de autobuses
Supermercado en el que pide
Barrio de Moctezuma
Parques que frecuenta
En Extremadura hay 305 personas sin hogar que utilizan centros de acogida, según el Instituto Nacional de Estadística. Las que duermen literalmente en la calle son muchas menos. En Cáceres, por ejemplo, no pasan de 20, según las asociaciones participantes en los protocolos de ayuda durante las olas de frío y de calor.
¿Dónde ha trabajado?
«Me fui a Logroño a trabajar en la pera y la manzana; después estuve en Navalmoral con el tabaco; pero aquello ya se terminó»
La última vez que trabajó fue hace diez años
Uno de ellos es Cristóbal, que no participa en los programas de acogida para personas sin hogar que hay en la capital cacereña, donde Cáritas presta varios servicios. Por un lado, está el Centro Vida en el que los usuarios realizan actividades y tienen una rutina diaria con el objetivo de acceder a una vida normalizada. De ahí, si realizan las acciones marcadas, los técnicos observan una evolución y se dan las circunstancias idóneas pueden pasar a los pisos con los que cuentan para favorecer la vida autónoma.
Por otro, está el centro de emergencia social en la calle Ríos Verdes que ofrece cama y ducha diaria. Para acceder a él los usuarios suelen hacer cola y algunas veces se queda pequeño ante la alta demanda de los últimos años, acentuada por situaciones como la pandemia y la subida de precios generalizada.
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Personas sin hogar en el centro de emergencia social de Cáceres. Varios sintecho esperando a que abra el centro de Cáritas situado en la calle Ríos Verdes que ofrece cama y ducha a diaria. HOY ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c3-2.jpg)
Comedor social. Las colas de personas sin recurso son habituales en la calle Obras Pías de Roco, en plena parte antigua de Cáceres. Allí está el centro de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que abre cada día para despachar comidas. HOY ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c3-3.jpg)
Entregando comida. En el comedor social de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl dan comida a personas sin recursos y su actividad no paró ni durante la pandemia, que entregaba los alimentos desde la puerta.HOY ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c3-4.jpg)
Instituto Municipal de Asuntos Sociales. En este edificio, más conocido como el IMAS, está el organismo que se encarga de ayudar a las personas sin recursos de la ciudad, entre ellas las que duermen en la calle. Cristóbal Vázquez asegura que está allí empadronado. Jorge Rey ![[ALTERNATIVE TEXT]](https://servicios.hoy.es/recursos/graficos/sin-techo/c3-5.jpg)
Protocolos por olas de calor y frío. Varios técnicos de DYA dando agua a una persona sin hogar este verano en Cáceres durante el protocolo activado por olas de calor, un plan que se ha implantado por primera vez este año. Antes solo se hacía durante las épocas de frío. HOY
Solo entre el Centro Vida y el de Emergencia Social han atendido a más de 160 personas en lo que va de 2023, por lo que la organización Cáritas estima que llegarán a las 200 cuando acabe este año.
A ello se suman los protocolos que el Instituto Municipal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Cáceres activa para atender a personas sin hogar. Además, en este 2023 se han puesto en marcha por primera vez en verano, ante las olas de calor, y no solo en invierno como venía sucediendo hasta ahora.
Comedor social
El objetivo es comprobar que estas personas se encuentran en una buena situación de salud, informarles de los recursos disponibles para pernoctar en caso de que quisieran acudir y proporcionarles kit básicos de hidratación.
¿Por qué dejó de trabajar?
Lo reconoce mientras abre una lata de cerveza y se enciende un cigarro de liar
«Como no me gusta mentir, lo cuento; lo dejé porque a uno también le hace falta beber»
«En invierno Cruz Roja me trae comida, vienen los del DYA también», dice Cristóbal, que no suele acudir al comedor social situado en la calle Obras Pías de Roco, en plena parte antigua de Cáceres.
Allí, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl despachan comida todos los días. «Prefiero ir a mi aire, yo me busco la vida solo. He pasado por muchos albergues, pero suele haber mucha gentuza y problemas», comenta.
Él prefiere ver pasar parte de su vida en un parque, en la puerta del supermercado, en el barrio en el que ya todo el mundo le conoce y en la estación de autobuses. En ella, un gran reloj a escasos metros de su refugio le recuerda cada segundo. Otro día más, otra noche junto a la dársena 18 de la estación.
Créditos
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Narrativa Sara I Belled
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Texto Álvaro Rubio
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Audiovisual Armando Méndez, Jorge Rey y Antonio Sánchez
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Audio Luigi Armando Méndez, Antonio Sánchez y equipo de audio y podcast de Vocento
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Maquetación María Saavedra
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