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31 de diciembre de 1984: corte de la vía en Hervás por el cierre de la línea Palazuelo-Astorga. IGNACIO S. PALMA

35 años pidiendo que vuelva el Ruta de la Plata

Historia. 1985 supuso el final del tren a Salamanca pero también el inicio de un movimiento social que acaba de recibir un empujón

Domingo, 2 de agosto 2020, 09:36

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No al cierre del ferrocarril. Cinco palabras formaban el lema de una pancarta que cualquier placentino de cierta edad tendrá en su memoria. Durante años colgó de la fachada del Ayuntamiento, recordando a todo el que pasara por la Plaza Mayor que la ciudad protestaba por el tren que le habían quitado, el Ruta de la Plata.

Ese ferrocarril circuló por última vez con pasajeros la Nochevieja de 1984, una fecha marcada en rojo en la historia del tren en Extremadura. Ese día, en Hervás pararon a las diez de la mañana al 'ikurriña' (así llamaban casi todos al Badajoz-Bilbao) que iba hacia el norte; a las dos de la tarde a los TER (Tren Automotor Rápido) Gijón-Sevilla que circulaban en direcciones opuestas y solían cruzarse allí; y por la noche al 'ikurriña' que iba al sur.

Esos vecinos de Hervás ocupando las vías firmaron la mayor acción de fuerza para intentar evitar lo que ya estaba decidido: el cierre de la línea Palazuelo-Astorga, que dejaba a Plasencia y el norte de la comunidad sin conexión ferroviaria hacia Salamanca, una situación que se mantiene hasta hoy. El tren murió el 31 de diciembre de 1984, y el 1 de enero de 1985 nació un movimiento social que sigue vivo.

«Es una ruta especialmente importante porque Portugal quiere conectar Lisboa y Oporto con Salamanca y el norte»

Julián Mora Aliseda Profesor de la UEx

La ciudad se tomó el cierre como una afrenta, un sentimiento que aún pervive y que entonces dio lugar al nacimiento de la primera plataforma ciudadana placentina. El colectivo se hizo oír mucho en sus primeros años, pero luego decayó, probablemente desanimado porque lo que más recibió fueron buenas palabras. Esa lucha social por el viejo tren ha sido hasta ahora más voluntariosa que efectiva, pero no ha muerto. Ha permanecido en estado latente durante lustros, pero en los últimos años parece haber recuperado presencia y el mes pasado recibió un empujón.

Los motivos para que reabra

Se lo dio el Consejo Económico y Social de Extremadura, que en un informe sobre el Corredor Atlántico (el que antes del año 2031 debe acercar el Atlántico y el Mediterráneo) afirma que la conexión ferroviaria entre Plasencia y Salamanca «es preferente y estratégica» y debe reabrir por varios motivos, entre ellos porque desde el punto de vista logístico es la mejor ruta entre los puertos de Sines (Portugal) e Irún (ver HOY del pasado día 26).

«La conexión por tren entre Plasencia y Salamanca es una necesidad, así que reivindicarla es de justicia», opina Julián Mora Aliseda, profesor de Ordenación del Territorio de la Universidad de Extremadura (UEx). «Es una ruta especialmente importante –argumenta– si tenemos en cuenta que Portugal tiene intención de conectar mediante alta velocidad su corredor Lisboa-Oporto con Salamanca». «Lo haría –continúa Mora Aliseda– enlazando en Entroncamento, o sea, aproximadamente a mitad de camino entre las dos grandes ciudades lusas. De ahí saldría la conexión a Salamanca, que seguiría por Valladolid, Burgos y San Sebastián, y de ahí a Europa». De este modo, un tren entre Plasencia y Salamanca «permitiría a Extremadura tener una vía de salida para sus productos hacia el Cantábrico, Francia y el resto de Europa», apunta el profesor de la UEx, para quien esta conexión norte-sur es estratégica «porque haría que la comunidad autónoma no tuviera solo la opción este-oeste (Lisboa-Madrid)».

Su análisis probablemente lo firmaría Fernando Pizarro, que recuerda que «la línea se cerró con la excusa de que no era rentable, argumento que no justifica eliminar una vía de comunicación, porque un servicio público no tienen que ser rentable económicamente, sino que ha de serlo desde el punto de vista del desarrollo, y el Ruta de la Plata lo era». «Esa decisión ha influido muy negativamente en el desarrollo económico de la zona, al quitarnos uno de los transportes más importantes que habíamos tenido durante casi cien años», continúa el alcalde de Plasencia, «una de las ciudades que reivindicó más intensamente la reapertura de este servicio, eliminado con Felipe González en el Gobierno e Ibarra en la Junta de Extremadura», añade el regidor.

«Con Ana Pastor de ministra de Fomento se dio un avance muy importante –afirma Pizarro–. El tramo pasó de aparecer en rojo en los mapas porque no existía, a hacerlo en azul porque era una conexión cuya reapertura podría estudiarse, siempre con un nuevo trazado». Además, añade el alcalde, está «la conexión emocional, cultural, económica e incluso académica tan importante del norte extremeño con Castilla y León, en especial con Salamanca y Ávila».

Que se lo pregunten a Juan Carlos López Duque, que en el año 1979 hizo su viaje de novios a bordo del tren Ruta de la Plata. «Primero en un sentido y luego en otro, al final completamos casi toda la línea», recuerda el veterano locutor de la Cadena Ser, ahora portavoz de Milana Bonita, uno de los colectivos que ha seguido reivindicando en los últimos años la reapertura del tren que se despidió de Extremadura en la Nochevieja del 84 (para pasajeros, porque mercancías siguieron circulando hasta 1996). «Es una de nuestras banderas», refrenda López Duque, que critica que el trazado se haya convertido en una vía verde «para el turismo de zapatilla y bicicleta».

«Esta ruta era un motor económico para la ciudad y el norte de la región. Luego se pensó que la apertura de la autovía A-66 cubriría ese hueco, pero no ha sido así. Ha quedado claro que el progreso pasa por tener todas las opciones posibles. El tren Ruta de la Plata nos permitiría llevar nuestros productos a los puertos de Sevilla, Málaga, Cádiz, Gijón o Santander», apunta el portavoz de Milana Bonita, que vivió en primera persona la efervescencia reivindicativa de los años siguientes al cierre y el letargo en la protesta que vino después. Él hace una última reflexión. «Hay otro aspecto a valorar –propone López Duque–, y es lo bonito del paisaje en toda la ruta de Plasencia a Salamanca, algo que podría explotarse turísticamente».

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