Borrar
Míchel Nevado, en el bar junto al retrato de sus padres. J. M. ROMERO

Se va Míchel, los Nevado dejan el bar más antiguo de Mérida

Desde el 66. En Legión X no viven del Teatro ni de los apartamentos, su clientela son vecinos, peñistas, cofrades o futbolistas

Antonio Gilgado

Mérida

Lunes, 1 de agosto 2022, 07:38

Comenta

Deja la barra Míchel. Y lo hace a lo grande. El Nevado, un humilde bar de barrio en Legión X de San Albín, lo conoce toda la ciudad. A rebosar en los partidos del Mérida o del Atleti. O ante cualquier evento. Allí fuimos cuando tocó El Gordo en Mérida hace dos años. Mucho ha llorado Míchel en los últimos días. Sobre todo, desde que vació el almacén. Medio siglo de cajas, fotos, calendarios, botellas y escrituras firmadas por su familia.

Un niño aún cuando daba el relevo. A los trece años, salía del colegio de los Salesianos a las tres y a las cuatro como un clavo para que descansara su padre. También echaba una mano en la Feria. Se montaba entonces en lo que hoy es La Argentina y los conciertos se hacían en la puerta del campo de fútbol. El Nevado abrió en Legión X el siete de octubre de 1966. No hay en la ciudad una licencia de apertura más antigua. Recuerda Míchel las navidades del 89. Su padre enfermó y él, de pintor entonces en Madrid, se volvió para que no cerraran. Desde entonces no ha parado. Cincuenta y seis años sirviendo cañas y tapas. Treinta y dos con Míchel. Que ahora, a sus 53, decide parar. «Nos puede el trabajo. La clientela es lo mejor que tenemos, pero mi mujer ha estado enferma y es hora de pensar en tener algo de calidad de vida».

El Nevado era el sitio en el que quedaban los promotores de las asociaciones de vecinos cuando se juntaban, los costaleros, los carnavaleros, los futbolistas veterano o los peñistas del atleti y del Mérida. «Es el momento de agradecer a la gente que nos ha traído hasta aquí». Recuerda crisis como la del 93 o la última de 2008. Casi no le salían las cuentas. Ni a él, ni a los que se acodaban en frente. «Nos hemos consolado entre todos». Sabe por experiencia que un cliente se tarda años en conquistar y un segundo en perder. Basta que un día le pongas la cara torcida para que no entre más. Y el Nevado no vive del visitante al Teatro ni de las familias que alquilan los apartamentos turísticos por toda la manzana y salen a desayunar. Su cliente vive y trabaja en Mérida. También se acuerda de los que ya no volverán. Los primeros a los que sirvió. No esconde la devoción por sus raíces. Posa para la foto con un retrato ampliado y en sepia con Antonio Quintín y María detrás. Cuando le preguntan si se va satisfecho. «Estarían orgullosos de lo que he hecho con lo que ellos empezaron». Se le quiebra la voz y deja de hablar. Entiende que su hijo o sus sobrinos no quieran coger el testigo. Han visto la hostelería de cerca. Y a los que se interesan por el local, solo un consejo para seguir. Mucha paciencia.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Se va Míchel, los Nevado dejan el bar más antiguo de Mérida