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Crónica de la gala-cóctel de Extremeños de HOY

La Extremadura que se queda en el pueblo

Se escucharon tres proclamas que resumían la vocación de resistir y reinventarse: «Yo soy de pueblo... El tomate es mi vida... ¡Viva Pescueza!»

J. R. Alonso de la Torre

Lunes, 18 de noviembre 2019, 07:40

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La madre de Carolina Yuste rompió aguas en un cine de Badajoz. Aquel bebé empezó a venir al mundo mientras en una pantalla grande se proyectaba la película '101 dálmatas'. Era una premonición, un aviso que tomó forma en un teatro de Mérida, no en cualquier teatro, sino en el Teatro Romano, donde Carolina Yuste, entonces solo una niña, asistió a la representación de 'El sueño de una noche de verano' y, al acabar la función, manifestó un deseo que desde entonces movió sus pasos: «Quiero ser actriz».

El pasado jueves, de nuevo en Mérida, pero esta vez en su Palacio de Congresos, Carolina Yuste se daba cuenta de que no solo se había cumplido su sueño de aquella noche de verano, ¡ya era actriz!, sino de que, además, sus paisanos se lo reconocían y la convertían en el icono de un empeño: contar con una industria de la imagen en esta Extremadura de cine.

«Es hermoso que en el lugar que amas te reconozcan», había dicho Carolina en el escenario tras recibir el premio Extremeños de HOY. Descendió después del estrado, bajó a la sala del palacio donde se celebraba el cóctel y allí, entre tostas de foie con mango, blinis de cordero con crema de pera extremeña y yakitoris de pollo con salsa dulce, la actriz devolvió el reconocimiento en forma de cariño, fotografiándose con cuantos se lo pedían, atendiendo a todo el mundo, culminando un proceso de ubicación en el mundo que nació en una pantalla de cine en Badajoz y acababa en la pequeña pantalla de cientos de móviles, donde el Instagram del HOY se llenaba de imágenes de una mujer radiante, ya actriz, que inicia la segunda etapa de su vida: reafirmación e impulso.

Carolina Yuste era feliz al ser reconocida en el lugar que ama y respondía a ese cariño con cercanía

Entre blinis y yakitoris, podías conocer a los líderes de Vox o charlarcon Irene de Miguel sobre el nombrede su hijo

En el sótano del Palacio de Congresos de Mérida, en una sala inmensa y funcional, había dos córner: el de los quesos extremeños y el del cine. Nunca se había visto en la gala Extremeños de HOY, una esquina ocupada por una mesa alrededor de la cual se movían, seguras, desenvueltas y felices, mujeres cuyas vidas giran alrededor del cine. En aquel punto, al fondo, siempre al fondo, comunicando humildad y discreción por el lugar escogido, pero también ganas de arroparse entre ellas y un punto de independencia y satisfacción, Carolina Yuste y su gente del cine charlaban, reían y manifestaban una simbólica unidad por un objetivo: la industria extremeña de la imagen.

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Entre aquellas mujeres de cine, Natalia Rodrigo, flamante directora de la Filmoteca de Extremadura, contaba los entresijos de su reciente viaje a Los Ángeles para promocionar la candidatura a los Oscar de Hollywood de la película extremeña 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'. Allí mantuvo contactos con académicos y con extremeños que trabajan en el sector cinematográfico norteamericano: una chica de Badajoz que produce cine independiente en coproducciones iberoamericanas y estadounidenses, una chica de Almendralejo que trabaja en el equipo financiero de la Paramount Pictures... Después, un encuentro con la Spanish Film Comission promovido por el exembajador de Estados Unidos en España James Costos...

En la fiesta Extremeños de HOY, se reunían a la vez y alrededor de medio centenar de mesas redondas, las diferentes personalidades que conforman la Extremadura de hoy. Podías conocer a los líderes regionales de Vox, Magdalena Nevado, elegante y estilizada, y Víctor Sánchez del Real, inconfundible figura poderosa y contundente. Te encontrabas con la sencillez sonriente de Irene de Miguel, líder regional de Unidas Podemos, que te hacía una confidencia llena de ternura: su hijo es el único extremeño que se llama Ibor, como el río que cruza el geoparque extremeño. No faltaba el portavoz de Ciudadanos, Cayetano Polo, que ora departía amable y simpático, como es él, ora hablaba por teléfono serio y enérgico, como también es él.

El alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, tan desenfadado y cariñoso como siempre, despachaba con sonrisas los comentarios sobre su halagüeño futuro político y José Antonio Monago no faltaba a una velada en la que siempre se ha sentido a gusto, arropado, querido. Las consejeras Leire Iglesias y Esther Gutiérrez se encontraban tan bien en la fiesta que, una vez que Guillermo Fernández Vara se marchó, ellas permanecieron en el salón y se movieron de grupo en grupo, cercanas, elegantes, divertidas, tanto como Isabel Gil Rosiña, que hacía tertulia con los periodistas: un círculo de redactores liderado moralmente por Ángel Ortiz, director de El Norte de Castilla, que nunca falta a la fiesta anual del diario donde fue columna vertebral y timón durante años, y Manuela Martín, directora de Hoy, que durante su intervención en el escenario homenajeó a Teresiano Rodríguez, de quien tanto aprendió y que dirigía el periódico cuando ella empezó a trabajar en él hace ahora 30 años.

«Yo soy de pueblo», había proclamado Manuela desde el atril durante su discurso en la ceremonia de entrega de Extremeños de HOY. La frase sonaba a grito de autoafirmación, a fuera complejos, a compromiso de un medio de comunicación regional con su entorno, con su realidad... Cáceres y Badajoz son las dos provincias más extensas de España y en su extensión infinita, las gasolineras, las panaderías, las churrerías, las multitiendas y los colmados de pueblo donde se vende el Hoy se convierten en una red que vertebra la región: la información como hilo que teje una sociedad extremeña sustanciada en 30 periódicos hiperlocales.

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Manuela Martín hizo un discurso emocional e intenso. Parecía haber escogido un precioso vestido rojo restallante con el fin de remarcar sus palabras: un homenaje al periodismo local, a los corresponsales de pueblo, a los cronistas de esa Extremadura que, más que vacía o vaciada, resiste, se reinventa y se cuenta en la voz de periodistas de lo cotidiano y pueblerino en el mejor sentido. En esa red de redactores de la intrahistoria, o sea, de la realidad de la vida, Manuela recordó a dos adalides de lo local capaces de trascender su entorno para llegar con sus crónicas de pueblo a lo universal: Juan Ignacio Márquez en Fregenal de la Sierra y Antonio Ortiz en Villafranca de los Barros, fallecidos este año y rememorados con cariño por Guillermo Fernández Vara durante su discurso.

Subió el presidente al escenario sin corbata, con ese estilo familiar y nada protocolario que trufa sus intervenciones desde que se siente seguro, libre y fuerte. Es él y se manifiesta en su esencia. No habló de política en tiempos de incertidumbre y expectativas, sino de información, de libertad de prensa, de verdad, de respeto al periodismo y lo hizo dejando salir lo que sentía, no era un parlamento estructurado, sino apasionado, a borbotones, y esa espontaneidad lo llenaba de credibilidad.

El alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, había hecho un discurso muy emeritense, ¡cómo iba a ser si no!, recordando que su ciudad había sido capital de una región romana cuyo puerto era Lisboa, que había albergado la primera comunidad cristiana del país y que acababa de convertirse en la patria chica del 'ministro' de Economía del Vaticano, Juan Antonio Guerrero, a quien Fernández Vara llamó Chiqui Guerrero, como en los tiempos en que eran niños y compartieron aula.

Si el grito atemperado «Yo soy de pueblo» de Manuela Martín había sonado en el auditorio del Palacio de Congresos como una máxima y una apuesta, otra frase contundente resumía la vocación de otro de los Extremeños de HOY de la noche: «El tomate es mi vida». Eso manifestaba en su vídeo de presentación Manuel Vázquez. Esas dos frases son tan sencillas, tan simples, tan comprensibles que Eugenio D'Ors las habría alambicado para pasar por profundo e intelectual. Pero la noche del jueves no fue retorcida ni retórica, sino directa, sencilla, tajante y sincera.

«El tomate es mi vida», presumió Manuel Vázquez y los datos corroboran su manifestación tan humilde como pegada a la tierra. Este hombre ejemplar hecho a sí mismo, hijo de un conductor y una ama de casa, dirige una multinacional, Conesa Group, que tiene 11 fábricas esparcidas por España, Portugal, China y Estados Unidos. Sus productos, derivados de los 1.400 millones de kilos de tomate que procesa cada año, se venden en 80 países, pero Manuel no se siente acreedor a galardón tan elevado como ser Extremeño de HOY. Confesó que, al recibir la carta del periódico detallando la elección de su persona por los redactores de Hoy, se sintió un tanto abrumado al saber quiénes lo habían precedido en el premio.

A Manuel Vázquez le pasa lo que a tantos lectores asiduos de Hoy: cuando vuelve de un viaje, y viaja mucho, tiene en su mesa la pila de periódicos que no ha leído durante su ausencia. Saca tiempo entonces de donde sea para «empaparse de la actualidad» y en esas lecturas descubrió Pescueza y su proyecto para cuidar a los ancianos y atraer a los jóvenes. La historia debió de gustarle tanto que en su discurso de agradecimiento del premio hizo la promesa de visitar Pescueza.

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Y llegamos, en fin, a este pueblecito de 168 habitantes que, como ironizaba su alcalde, no aparecía ni en los folletos y hoy sale en la BBC y en tantos medios de comunicación de todo el mundo. En el año 2010, contaban en Pescueza que en los últimos 18 años solo había nacido una niña en el pueblo. El alcalde de entonces, José Vicente Granado, puso en marcha un proyecto de ayuda a los mayores que se ha convertido en ejemplo y referencia. Atendiendo a los ancianos, Pescueza ha conseguido calidad de vida para los mayores de 70 y que los menores de 40 quieran quedarse en el pueblo e incluso venir a vivir a él. El final de esta historia se resume en un dato: desde 2011 han nacido en Pescueza 14 niños.

Al agradecer el premio Extremeños de HOY, primero que se otorga a una localidad, su alcalde, Andrés García, dibujó un divertido pueblo de cuento donde hay varias líneas no de metro, sino de calles con barandillas para que los mayores caminen cómodamente: Centro de Día-Consultorio de Salud, Centro-Ayuntamiento, Centro-Iglesia...

Pescueza el broche de pueblo a una noche dedicada a esa Extremadura inmensa que ironiza con la moda de la España vacía desde su vocación de resistencia. Extremeños que apuestan por una Extremadura de cine, por una Extremadura que transforma su riqueza agrícola, por una Extremadura que se queda, se reinventa y se vertebra a través de gasolineras, churrerías, colmados y panaderías donde cada mañana se vende el HOY.

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