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Bloque de pisos en Badajoz. Pakopí
Con terraza y despacho. Así será la vivienda tras la pandemia

Con terraza y despacho. Así será la vivienda tras la pandemia

Maneras de vivir. El teletrabajo y el encierro cambiarán el diseño de las casas y la forma de vivir en ellas: de espacio para dormir y comer a lugar de convivencia

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Viernes, 24 de abril 2020

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El mundo no será el mismo cuando salgamos del confinamiento y la vivienda tampoco. Las casas son ahora refugio, hogar, parque de juegos, gimnasio y lugar de trabajo. El problema, identifica la arquitecta pacense Fernanda Cáceres, es que no estaban preparadas para pasar tanto tiempo dentro.

La pandemia está haciendo que nos replanteemos el espacio en el que vivimos: desde los que se arrepienten amargamente de haber cerrado la terraza para ganarle espacio al salón a quienes tienen que teletrabajar en el mismo espacio donde duermen.

Estas reflexiones ya se han colado en los estudios de arquitectura, que auguran una revolución en el diseño de las viviendas pos coronavirus. ¿El reto? Espacios al aire libre y zona de trabajo sin aumentar los metros cuadrados. Así serán las viviendas que se levanten después de esta pandemia.

Fernanda Cáceres entiende este cambio como una vuelta a la casa del pueblo pero en vertical, es decir, construida en altura. Eso supone volver un siglo atrás en nuestra manera de entender la vivienda, justo antes de que la gente emigrase masivamente a las ciudades al calor de la revolución industrial. Entonces hubo que construir a toda prisa para atender la demanda de viviendas baratas y se pasó de las casa bajas de estancias amplias con patio y jardín a los bloques de pisos en serie.

«La revolución industrial cambió definitivamente el modelo de vivienda, de usarla y de concebirla», afirma. Sobre esto último pone el acento: «Mientras la casa anterior a la etapa industrial era entendida como un espacio donde potenciar la convivencia de la familia, recibir a amigos y familiares, un espacio casi autosuficiente pues existían estancias para desarrollar todas las necesidades de las personas: descanso, alimentación, ocio, producción, estudio, relaciones sociales..., la vivienda que surgió después fue concebida más como necesidad usándose para las funciones esenciales de descanso, alimentación y aseo».

Desde entonces, con familias cada vez más pequeñas y la vivienda cada vez más cara la tendencia ha sido ir reduciendo aún más el espacio de las casas. «Se rehabilitan viviendas antiguas para convertirlas en apartamentos, al ser la mejor oferta que puede absorber el mercado», dice por experiencia. Minipisos y viviendas compartidas donde se reduce la cocina al mínimo e incluso se prescinde del salón para ganar una habitación más son ejemplos –a su juicio– «de viviendas deshumanizadas, donde no hay espacio para la convivencia, el ocio o las relaciones sociales».

¿Cambiará esto la experiencia del confinamiento? Todo apunta a que sí. «Puede que sea el momento de volver a disfrutar de nuestro tiempo en nuestro espacio para vivir», cree Cáceres. Para ella, hay dos realidades que ha revelado el encierro que harán que las viviendas que se hagan a partir de ahora sean diferentes: el teletrabajo y la necesidad de contar con espacios al aire libre.

Trabajando con la cama detrás

El teletrabajo ha llegado para quedarse, pero es un uso para el que no estaban preparadas nuestras casas. «No hay despachos, sino portátiles y nos hemos encontrado con que estamos trabajando con la cama detrás. Es ya casi una imposición contar con espacios de trabajo cómodos y que den privacidad. Esto será una revolución en la manera de entender el espacio para vivir y modificará la tipología de la vivienda tal y como la entendemos hoy en día», augura.

La clave, dice, es la flexibilidad de los espacios y dejar de verlos solo como dormitorios. «Plantear habitaciones con una zona más privada para trabajar y otra para dormir».

Las terrazas, por otra parte, se han convertido en el nuevo lujo. El encierro no está siendo igual para quienes tienen balcón o patio que para aquellos que tienen que sacar medio cuerpo por fuera de la ventana para tomar un poco de aire. «A partir de ahora no se podrá prescindir de espacios al aire libre, hay que sacarlos aunque sean pequeños en las viviendas en altura para poder salir a jugar, a respirar, tomar el sol y a conectar con la naturaleza y el paisaje exterior», reclama. La normativa actual penaliza la ejecución de las terrazas ya que computan en la edificabilidad, esta es la razón por la que en las viviendas protegidas y en las más económicas los promotores hayan renunciado a hacerlas.

Sin embargo, ya se está notando un cambio de tercio. Lo corrobora Jorge Navarro, gerente de la inmobiliaria Apinavarro. «Sé de algunos promotores que están dando instrucciones para que los proyectos incluyan terrazas». Precisamente, las inmobiliarias son las primeras que están detectando el cambio: «Las terrazas siempre han gustado, pero ahora va a ser una prioridad para quien quiera comprar o alquilar», añade. Así mismo lo entiende Ángel Sotoca, gerente de Área73: «Tener un cachito de terraza ahora es como tener un palacio. Si antes pedían dos cuartos de baños, ahora se va sacrificar uno con tal de tener algún espacio abierto».

El reto de las futuras viviendas será incorporar las necesidades que nos ha descubierto el confinamiento sin que se disparen los precios. Espacios exteriores, zona de trabajo, mayor protección a través de la ventilación y la luz en los mismos 80 o 90 metros cuadrados de la vivienda estándar. ¿Se puede? Sí, dice Cáceres, «hay que comerse el coco y plantar espacios flexibles».

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