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Rocío Maya prepara el plato que le ha valido para ganar el Espiga de Caja Rural de Extremadura J.M. ROMERO

La ternera de Rocío, un plato de premio

La cocinera de la Taberna de Noa gana la primera Espiga Ternera de Extremadura

Antonio Gilgado

Mérida

Miércoles, 26 de mayo 2021, 21:31

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Otro premio más para Rocío Maya. En casa colgados ya el del Tomate de Santa Amalia, el de Jamón de Monesterio, el de Ternera Retinta de Zafra o un bronce en el de Cocina Internacional de Sevilla.

Desde este miércoles, el Espiga de Caja Rural de Extremadura, que por primera vez abre la modalidad de Ternera de Extremadura como plato a presentar.

Se lo dedica a su marido. «Pasa más nervios que yo». Su pinche hasta que cambiaron las normas de los concursos por la crisis sanitaria y no puede entrar en la cabina. Y a su hija, también se queda atrás cada vez que sale de Fuentes de León a concursar.

Este miércoles lo hizo en la Escuela Superior de Hostelería y Agroturismo de Mérida.

Rocío es ya una veterana en eso de ponerse delante de un jurado. Se viene arriba, dice. Casi autodidacta y de vocación tardía, se ató el delantal por una carambola. Su futuro estaba, en teoría, en Cosierra, la fábrica de embutidos de Fuentes de León.

Pero llegó la crisis de 2008 y cambió de rumbo. Se pasó a la hostelería. Montó un bar con su pareja en Fuentes de León para probar suerte. Empezó pisando terreno conocido. Tapas y raciones típicas de mesón. Le dio por innovar y cada prueba que pasaba por la barra sacaba aplausos. Bandejas vacías y el ego por las nubes. «La motivación de la gente fue la que impulsó de verdad».

En 2015 se lo tomó más en serio. Abrió La taberna de Noa. También en Fuentes de León. Ya con una carta muy personal. Se formó en la Escuela de Hostelería de Monesterio y ahora es una investigadora insaciable. Devora libros de gastronomía.

Enciclopedia andante para sacar algo que pueda incorporar a sus creaciones. «No me gustaba la cocina y mira donde he terminado».

En estos siete años de carrera profesional lamenta las horas robadas a su hija. «Te pierdes muchas cosas de ella». Pero le compensa la satisfacción de los comensales cuando se levantan para felicitarle. «Nuca había experimentado eso de hacer feliz a la gente. Es una sensación maravillosa».

Este miércoles convenció al jurado con una royal de morcillo de ternera estofado con foie y trufa. Lo acompañó con salsa de cereza y vino tinto sobre una tierra de migas extremeñas con patatas. Lo de tierra de migas viene porque las trituró. «En mi pueblo, las migas se hacen con patata».

Fue la primera en concursar. Entró a las diez. A las once y media emplatando y las doce la ternera sobre la mesa del jurado.

Primera mujer

A la una y media le comunicaron que había sido la ganadora. Acostumbrada por su palmarés, a lo de este premio le da un valor especial. Fue la única mujer. «Es un orgullo que la primera vez que se hace el Premio Espiga de Ternera lo haya ganado una mujer porque todos sabemos que estos premios casi siempre lo ganan hombres».

Ahora, con la covid, entra a ciegas. Los cocineros no ven lo que hacen sus rivales mientras elaboran porque trabajan por turnos o las mesas se distancian mucho.

El nivel real al que uno se enfrenta se conoce al final. Cuando habla el jurado y escucha a los compañeros. Este miércoles, por ejemplo, competía también el último ganador del Premio Espiga de Corderex. «Cuando vi a Álex pensaba que iba a ganar él, por eso no me esperaba para nada este primer premio».

En mente tiene ampliar su Taberna de Noa. Buscan un espacio más grande, pero no quiere moverse de Fuentes de León. Las cuevas atraen cada vez a más turistas y cree en las posibilidades de su pueblo para la gastronomía. Allí, el rey es el ibérico. Aunque Rocío busca la singularidad. «Quiero hacer mi camino profesional partiendo de lo tradicional, pero sorprendiendo». En Mérida, sorprendió.

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