«No tenía pensado volver y ya no me imagino la vida en otro sitio»
César Rina | Historiador ·
Fue el alumno más brillante de su carrera, su tesis fue elegida la mejor de España, le han premiado por su labor investigadora y ha escrito cinco librosEl cacereño César Rina Simón (mayo de 1986) ya despuntaba en el colegio por su capacidad para analizar qué sucede en el mundo y buscar los porqués en el pasado. Siempre tuvo clara su pasión por las Ciencias Sociales. Los profesores de su etapa escolar ya lo intuían y los que se cruzaron con él durante sus estudios universitarios lo confirmaron. Con 22 años se licenció en Historia por la Universidad de Extremadura (UEx) y obtuvo el premio extraordinario fin de carrera. Fue el mejor de su promoción y empezó un viaje en busca de su sueño:dedicarse a la investigación.
Hoy, una década después, puede decir que lo ha conseguido. Ha cosechado premios nacionales que muy pocos logran con su edad, escrito en revistas internacionales y accedido a becas reservadas para los mejores. Ha tenido buenas ofertas laborales de lo suyo, como se suele decir, en varios rincones de España y en el extranjero, algo complicado teniendo en cuenta que las opciones estables para un historiador se limitan, en la mayoría de los casos, a la docencia.
Sin embargo, ha preferido quedarse en Extremadura. Después de trabajar en varios países, hace tres años volvió al lugar que le vio crecer, a sus raíces. «No tenía pensado volver y ahora ya no imagino la vida en otro sitio», afirma este joven que actualmente vive en Badajoz.
En el tiempo que lleva en la región ha dado clases en la UEx. Su contrato acaba de finalizar y ya ha sido seleccionado para otra beca de investigación que puede realizar en diferentes localidades de España. Él ha tenido clara la decisión. Se queda en Extremadura.
Perfil
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Una gran carrera César Rina nació en Cáceres en 1986. A sus 33 años, este historiador licenciado por la Universidad de Extremadura ha cosechado numerosos reconocimiento en su sector. Ha publicado en revistas internacionales y ganado premios nacionales y regionales que muy pocos consiguen a su edad.
«Cuando volví a Cáceres después de trabajar en varios lugares como Lisboa, una ciudad muy abierta y cosmopolita, lo hice resignado. Al principio me lo tomé casi como un exilio, hasta que poco a poco fui descubriendo el encanto», se sincera Rina antes de detallar por qué no cambiaría su sitio de residencia, pese a que su currículum le ha abierto la puerta a trabajar en regiones con más posibilidades.
«Soy consciente de que las condiciones laborales no facilitan que la gente se quede en esta región, pero yo apuesto por ella. Me gusta su ritmo de vida, el contacto con la naturaleza, la relación calidad precio y las relaciones humanas en la universidad, institución a la que está ligada mi trayectoria profesional. Además mi familia y mis mejores amigos están aquí», afirma.
«También me encanta que Portugal esté tan cerca», matiza. La principal 'culpa' de su relación con el país vecino la tiene su labor investigadora. En concreto, su tesis doctoral titulada 'Iberismos. Expectativas peninsulares en el siglo XIX'.
«Me encanta perderme por Villanueva de la Sierra y los pueblos de la frontera»
Para desarrollarla estuvo cuatro años viviendo en Pamplona y haciendo largas estancias en Lisboa. Dio clases en la universidad de las dos ciudades y los viajes merecieron la pena. Con su trabajo ganó dos premios por ser la mejor tesis de España en su ámbito. Uno de ellos es el Miguel Artiola, de la Asociación de Historia Contemporánea de España, y el otro el Enrique Fuentes Quintana que otorga Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros). «Pese a la idea generalizada que existe, estos dos países no viven de espaldas. El trabajo demuestra todo lo contrario. Pone de manifiesto que ya en el siglo XIX se buscaban para fortalecerse; no siempre han estado viviendo lejos. En los archivos se puede ver que tenían una vida muy cercana», afirma César, quien apunta que «los puntos que se planteaban en esa unión durante el siglo XIX, en parte ya se han conseguido en el marco de la Unión Europea».
Rina destaca que el tema de su tesis «no deja de ser de estudio, pese a que la idea de la unión ibérica esté prácticamente muerta», y recalca que eso, unido a la metodología utilizada (revistas, libros y periódicos de la época), contribuyeron a que lograra varios reconocimientos que le han permitido darse a conocer en el sector y publicar su trabajo.
«Me gusta el ritmo de vida de esta tierra, su relación calidad precio y el contacto con la naturaleza que brinda»
Pero la tesis no es la única publicación que el cacereño ha realizado. La escritura es otra de sus grandes pasiones y por ella también ha sido premiado en numerosas ocasiones. Un ejemplo de ello es el libro 'Los imaginarios franquistas y la religiosidad popular (1936-1949)'. Por él le concedieron en 2014 el Premio Arturo Barea de la Diputación de Badajoz, un galardón que nació en 2002 con el objetivo de sacar a la luz los hechos históricos de Extremadura referidos a la primera mitad del siglo XX.
Logró ese reconocimiento cuando solo tenía 28 años y el jurado alabó su trabajo por tener un peso conceptual importante sobre el fenómeno de la religiosidad popular. «Es un estudio brillante, bien fundamentado y merecedor del reconocimiento público y de su publicación y difusión», destacaron los evaluadores.
Becas y trabajos
Premios aparte, también ha sido becado por diferentes instituciones. Por ejemplo, en 2015 la Fundación Calouste Gulbenkian le otorgó una beca para desarrollar su labor investigadora. Se trata de una institución que promueve el arte, la educación y la ciencia y dispone de orquesta, compañía de ballet, salas de espectáculos, bibliotecas, un museo y un centro moderno de arte.
«Se ha olvidado que la universidad es un centro de enseñanza y conocimiento»
Tras acabar, en 2016 empezó a trabajar como profesor sustituto en la Facultad de Educación del campus de Badajoz. «No pensé que volvería a Extremadura porque casi nunca hay posibilidades laborales y miraba a lugares como Lisboa, Madrid o Sevilla», comenta César, que tras dos años trabajando en la universidad obtuvo un contrato nacional de investigación Juan de la Cierva para jóvenes que han acabado sus tesis. Los concede el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y son de los más prestigiosos de España. «Es complicado lograrlo porque se ha ido reduciendo el número de becas que se consigue hasta el punto de que se suele otorgar una por disciplina en España», explica Rina, que gracias a esa beca ha estado impartiendo clases de Pensamiento Político Contemporáneo en la Facultad de Filosofía y Letras y realizando estancias de investigación en Lisboa, Évora y Ciudad de México.
En ese tiempo ha publicado cinco libros y artículos en revistas científicas europeas y americanas. Además, ha realizado la traducción de la obra titulada 'Causas de la decadencia de los pueblos peninsulares', cuya autoría es del portugués Antero de Quental.
Su último trabajo es una biografía que recoge la figura de Antonio Núñez de Herrera y que ha escrito junto al periodista cultural sevillano José María Rondón y el director onubense de la editorial El Paseo, David González. Bajo el nombre 'Estampas. Literatura y periodismo de vanguardia', rescatan la figura de este extremeño nacido en el municipio pacense de Campanario el 22 de marzo de 1900 y que formó parte de la Generación del 27.
Libros como ese, que le quitan el sueño y tiempo con su familia (está casado y tiene dos hijos), también hacen que su nombre esté sonando como uno de los historiadores extremeños y jóvenes con mayor proyección.
Investigación
Sin embargo, es consciente de las dificultades que supone dedicarse al sector de la investigación. Para César Rina «está infravalorado en todo el mundo, aunque en otros países destinan más recursos económicos». Matiza que a los que les apasiona la investigación no quieren cobrar más como principal objetivo, sino tener una estabilidad laboral. «La universidad española, no solo la extremeña, ofrece menos estabilidad que las europeas», aclara.
En ese sentido apunta a que ha tenido la oportunidad de desarrollarse profesionalmente en Latinoamérica y Europa. «Tendría un trabajo más estable en México, Chile, Lisboa o Francia, pero he preferido quedarme. Allí hay más opciones para dar clase en la universidad y continuar esta carrera que en España».
«Tendría un trabajo más estable en México, Chile, Lisboa o Francia pero he preferido quedarme»
Va más allá y asegura que en Extremadura tampoco se apuesta por la investigación ni por dar continuidad al profesorado joven. «Se ha olvidado que la universidad es un centro de enseñanza y conocimiento y se ha convertido en un espacio de expedición de títulos donde se está perdiendo calidad». Apunta a que el área de investigación se ha dejado en un segundo plano y los que se dedican a ello tienen muy complicado continuar. «La mayoría de amigos y conocidos se han tenido que ir sin posibilidad de regresar porque no hay opciones», critica Rina.
Él conoce el ambiente cultural extremeño y sobre eso también tiene su opinión. «Hay que quitarse dos mitos en torno a Extremadura. La proyección que hacen desde el exterior hacia nosotros es de atraso, pero eso es estúpido. En la universidad hay profesionales reconocidos a nivel internacional que no tienen otros centros de España. Es absurdo pensar que aquí hay un gen que hace que seas más perezoso e ignorante. También está la versión del que no tiene perspectiva crítica y exalta solo lo nuestro», destaca este historiador que responde rápido y sin dudarlo cuando se le pregunta por su lugar favorito de Extremadura. «Me encanta perderme en el pueblo de mis padres, Villanueva de la Sierra. Es el lugar de mi infancia y de mis veranos. Me parece un sitio paradisiaco. Es probablemente el pueblo menos turístico de Sierra de Gata y eso me gusta», comenta.
Además, en los últimos años ha descubierto lugares en la región que también le han enamorado. Habla de la frontera con Portugal, de pedanías de La Codosera. «Extremadura nunca deja de sorprenderte», concluye.