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Los descendientes de los hermanos Paredes abrazándose ayer, durante su encuentro en Puebla de la Reina. J. M. ROMERO

La familia Paredes se reencuentra 86 años después de que le separase la Guerra Civil

Los primeros abrazos ·

Los hijos, nietos y biznietos de unos hermanos de Puebla de la Reina se han conocido este fin de semana gracias a una cinta de casete de los años 80

Miriam F. Rua

BADAJOZ

Domingo, 18 de septiembre 2022, 07:32

El 16 de septiembre de 1936 el ejército sublevado entró en Puebla de la Reina (Badajoz). Ese día comenzó la diáspora de los hermanos Paredes, que nunca más volvieron a estar juntos ni a hablar los unos de los otros. Sus descendientes ni siquiera sabían que eran familia. Hasta ayer que se reunieron en Extremadura para conocerse, 86 años después de que su árbol genealógico quedase mutilado por la Guerra Civil. Fue el día de los primeros abrazos, de descubrir parecidos, en definitiva de dejar de ser unos extraños.

Una cinta de casete grabada en los años 80 en Gandía (Valencia) fue el hilo del que empezó a tirar Alejandro Solís Paredes, nieto de uno de los hermanos, para descifrar el pasado de su familia. Sabía poco, más allá de que su abuelo se alistó en la Legión y combatió con el bando franquista. Desconocía cuántos hermanos tenía, dónde estaban o si seguían vivos. Su abuelo nunca le habló de ellos, como si su vida anterior a la guerra se hubiera borrado.

Encontró la cinta de casualidad en esos días que el confinamiento de la pandemia de la covid dejó para poner orden en las casas. Contenía una grabación donde entrevistaba a sus abuelos. Recuerda que su intención entonces era conservar sus voces para cuando faltaran.

Una grabación reveladora

Se puso a reescucharlos con la idea de digitalizar el casete y evitar su muerte por obsolescencia. A lo que no le dio importancia con 15 años, a sus 49 le resultó revelador. «Narraban muchos detalles de su vida en Extremadura, de cómo era antes de la guerra, cómo vivieron el conflicto y cómo fue después su emigración de Puebla de la Reina a Gandía. Mencionaban los nombres de antepasados y de familiares que habían dejado atrás. Me di cuenta también –continúa– de todo lo que encerraban los silencios. Mi abuelo hablaba de las ramas familiares que estuvieron en el bando de derechas y que no tuvieron problemas después de la guerra, pero callaba el resto o me cambiaba de tema. Fue entonces cuando empecé a interesarme por saber qué había pasado con ellos».

Intuyó entonces que su familia era más grande de lo que creía, aunque nunca se imaginó lo que iba a descubrir. Empezó buscando a ciegas a través de las redes sociales. La primera llamada la recibió desde Canadá. Era el hijo de un primo segundo, que había nacido en Almendralejo. Juntos han logrado desentrañar en los dos últimos años la historia de una familia de seis hermanos, cuyos descendientes están repartidos por media España y parte de Europa.

Imagen. Imagen de los hermanos Paredes tomada a principios de los años 30 en Puebla de la Reina.

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Imagen. Imagen de los hermanos Paredes tomada a principios de los años 30 en Puebla de la Reina.

Luis, Manuel, Francisco, Martina, Pedro y Juan son los hermanos Paredes. Procedían de una familia de jornaleros de Campanario. Ellos, justo antes de la guerra, trabajaban en la panadería de Puebla de la Reina, donde nacieron tres de los cinco hermanos; los otros dos, en Guareña. Sus vidas se separan definitivamente la noche del 16 de septiembre de 1936 cuando las tropas franquistas entraron en el pueblo.

Luis era el mayor de los hermanos y el único que tenía distinta madre. Él se quedó en el pueblo. Su mujer, que era republicana, cogió a sus hijos y emprendió el camino a pie hasta Francia, el país que poco después fue ocupado por Hitler durante la II Guerra Mundial. Alguno acabó en campos de trabajo forzoso. De él encontraron una carta donde le solicitaba el exilio al embajador de México, pero finalmente acabó estableciéndose en Normandía. «Nunca me imaginé que teníamos familia en Francia. Mis abuelos no mencionaron jamás esto».

Martina y Francisco Paredes tampoco huyeron de Puebla de la Reina cuando fue ocupada. La única chica falleció joven de un resfriado mal curado y Francisco se escondió en la huerta de Zapatines.

En distintos bandos

Manuel, sin embargo, murió en la guerra; Pedro luchó en ella con el bando republicano y acabó prisionero en un campo de concentración de Valencia. Logró ser liberado, regresó al pueblo, luego trabajó en Palomas y finalmente acabó de molinero en Don Álvaro. Y Juan, el abuelo de Alejandro, combatió en el bando sublevado, le hirieron en el asalto a Madrid y cuando terminó la guerra, emigró con su familia a Gandía, donde permaneció hasta su muerte.

«Cuando hemos logrado reunir la información de todas las ramas de la familia nos hemos dado cuenta de que el silencio fue una constante. Ninguno de los hermanos habló del resto y si lo hizo fue muy poco. Yo me planteo que mi abuelo no podía decir que tenía familia republicana en un momento de represión donde la dictadura juzgaba a la gente solo por ser contraria al régimen».

«El silencio fue una constante en la familia. Ninguno de los hermanos habló del resto y si lo hizo, fue muy poco»

«Hemos pasado de tener una familia normal a una numerosa con primos en Australia o Tahití que ni sabíamos que existían»

«Parece una historia de película, pero en el fondo no es tan excepcional. Muchas familias han pasado por lo mismo»

Ninguno de los hermanos Paredes vive hoy en día, pero Alejandro Solís ha logrado reconstruir su historia gracias a las partidas de nacimiento que el párroco de Puebla de la Reina le ha facilitado, a los datos recopilados y cruzados después que localizó en archivos militares, en los boletines oficiales de la dictadura, los registros civiles o el juzgado de Almendralejo, y también gracias a la documentación aportada por el Premhex (el proyecto para la recuperación de la Memoria Histórica en Extremadura) e historiadores extremeños como Pedro J. Pascual Salguero.

Y, sobre todo, después de localizar a los hijos y nietos de los seis hermanos Paredes, que son los que han terminado de aportar las piezas que le faltaba al puzle de la familia. «Si no hubiese sido por la pandemia que nos ha dado el tiempo que no teníamos para empezar a buscar, y por las redes sociales, no lo habríamos conseguido», reconoce Solís Paredes.

Cuando empezaron a dar con los primeros familiares, grabó los testimonios de los más mayores, logrando reunir un archivo sonoro que, dice, «es el testimonio de mi familia, pero también de toda una época». A través de un grupo de whatsapp todos han ido conociendo las historias y compartiendo fotos. «Teníamos una curiosidad compartida, un deseo de saber, de conocernos».

Llegó el día

Ese día ha llegado. No ha sido a propósito, pero el azar ha querido que el fin de semana en el que todos han cuadrado sus agendas coincide con el 86 aniversario de la separación de los hermanos Paredes. Más emoción a un encuentro, que reunió ayer a un centenar de descendientes de la familia. De los nonagenarios, que son la segunda generación que aún vive, a bebés de meses. «Hemos pasado de tener una familia normal a una familia numerosa con primas en Australia o Tahití que ni nos imaginábamos que existían».

Su primer día juntos ha sido en Puebla de la Reina visitando las calles donde estuvo la casa en la que nacieron los hermanos Paredes, la panadería en la que trabajaron o la huerta donde se escondió Francisco. También han ido al cementerio, a poner una placa en su recuerdo. Casi ninguno de sus antepasados está enterrado allí, pero a partir de ahora será el lugar donde puedan recordarlos. Hoy tienen previsto conocer Guareña. «Queríamos no solo conocernos y abrazarnos, también contar juntos las historias que nos han permitido encontrarnos 86 años después. Parece una historia de película, pero en el fondo no es tan excepcional porque muchas familias españolas han pasado por lo mismo».

«Cada uno tiró por donde pudo». Eso fue lo que le contestó a Alejandro su abuela cuando le preguntó qué había pasado con la gente de la guerra. 30 años después de esa grabación, su respuesta ha cobrado sentido. En esa frase está resumida la historia de la familia Paredes.

«Le hemos puesto cara a los que aparecían en las fotos antiguas»

Además de la historia, la familia Paredes ha logrado hacer su propio álbum familiar con las fotos en blanco y negro o en sepia que habían sobrevivido a las mudanzas. Las escanearon, las compartieron y de repente, aquellos desconocidos de las imágenes empezaron a tener nombre y apellidos. «En las fotos antiguas aparecían familiares que no reconocíamos y cuando las hemos compartido, les hemos podido poner cara. Ha llegado a aparecer una foto de mis bisabuelos y quien la tenía no sabía ni quienes eran». Con esas fotos y los documentos que han encontrado en estos dos años de búsqueda, Alejandro Solís Paredes va a hacer un libro, que tendrá listo para estas Navidades, y donde pretende dejar por escrito una historia que ha estado en un limbo durante ocho décadas.

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