Estreno laboral en el epicentro de la pandemia
Su primer trabajo como enfermero. El pacense Álvaro Vega ejerce desde el 24 de marzoen la planta de pacientes con neumonía del Hospital de Alcalá de Henares
Un debut difícil. Una plaza complicada, que dirían los taurinos. La primera experiencia laboral de Álvaro Vega está siendo dura en lo profesional y muy dura en lo psicológico.
Su primer trabajo como enfermero coincide en plena crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Podía no haber sido así, pero él ha querido ser parte de la solución a un problema grave. Con 23 años –terminó la carrera el año pasado y desde entonces se estuvo preparando el examen de la especialidad– todavía no había tenido la oportunidad de ejercer. «Estaba en casa y veía lo que estaba sucediendo; a gente que lo pasaba mal, a compañeros dando todo de sí y te sientes casi en la obligación de tener que ayudar», comenta por teléfono este pacense, que reconoce que su profesión es muy vocacional.
Tras esperar unos días para ver si podía comenzar a trabajar en Extremadura, envió su currículo a la comunidad de Madrid. «Me llamaron de casi todos los hospitales», afirma, pero se decantó por el Universitario de Alcalá de Henares, que está destinado únicamente a casos de coronavirus.
La planta quinta de este centro es su primer destino como enfermero. «Normalmente se dedica a Medicina Interna, pero ahora todo es COVID-19 positivo, y aquí en concreto se tratan neumonías», señala Vega.
La carga de trabajo es elevada, algo que no ha pillado por sorpresa a este enfermero. «El turno se hace a tope, pero se puede aguantar», reconoce, a la vez que indica que más difícil es enfrentarse a algunas situaciones. «Hay familias que se han visto afectadas al completo», detalla. «Ves cosas que nunca quieres ver; gente sufriendo, gente sola», apostilla Beatriz Megías, también enfermera en este mismo hospital, que añade que dentro de su tarea diaria está la «de ayudar a los pacientes y hacerles sentir lo mejor posible».
Ella tiene 22 años. También es de Badajoz y, aunque ya había ejercido con anterioridad, se ofreció para trabajar en Madrid. «Decidimos venir los dos para estar acompañados y darnos ánimos», dice.
Ya se conocían, porque estudiaron juntos y se desplazaron hasta Alcalá de Henares a la vez. Su primer día de trabajo fue el 24 de marzo, por lo que el viaje desde Extremadura ya lo hicieron con el estado de alarma decretado. «Con un salvoconducto del hospital no tuvimos problemas», recuerdan. «No vimos a nadie en la carretera, parecía el Apocalipsis; entrabas por la A5 y veías que se desdoblaban carriles, pero todos vacíos, solo había algunos camiones», detalla Vega.
Día a día
La planta en la que ambos trabajan está llena, pero no saturada, como sí pasa con otras áreas del mismo hospital. Las Urgencias, por ejemplo. Eso les ha permitido integrarse en los turnos de forma normal. «Como experiencia laboral estoy aprendiendo mucho; esto te ayuda a madurar, porque te ves en la obligación de sacar adelante cualquier situación a la que te enfrentes», según Megías.
En estos momentos, no tienen escasez de equipos de protección individual (EPI), aunque sí echan de menos haber recibido formación sobre su utilización. «Usamos uno en cada turno; lo de cambiarse entre paciente y paciente no se puede plantear», afirma Vega, que insiste en que se protege lo máximo posible.
«No estamos colapsados, pero el turno se hace a tope y es duro, sobre todo psicológicamente», asegura este enfermero
Sin embargo, ninguno de los dos tiene la seguridad de no estar contagiado. Por eso, les extrañó que no les hicieran el test de la COVID-19 antes de empezar a trabajar, pese a que no presentaban síntomas. Y así siguen.
De momento, ambos extremeños tienen contratos temporales que se renuevan cada 15 días. Ellos lo prefieren. «No sabemos cómo va a evolucionar esto y nos gustaría ayudar en Extremadura en caso de ser necesarios», explican estos enfermeros, que comparten una especie de apartamento con cocina en una residencia de estudiantes. Un alojamiento que les gestionó el propio hospital. «Tenemos cocina y excepto para hacer la compra y trabajar, no salimos de casa, que es lo que tiene que hacer la gente para acabar con la pandemia», concluye Megías.