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Antonio,Eduardo, Juan Miguel y José María Martínez llevan el negocio detrás y delante del mostrador en la sede clásica de Francisco Pizarro y la nueva de la avenida de Huelva.
Antonio,Eduardo, Juan Miguel y José María Martínez llevan el negocio detrás y delante del mostrador en la sede clásica de Francisco Pizarro y la nueva de la avenida de Huelva. J. V. ARNELAS

Una dulce historia compartida con HOY

La pastelería más antigua de Badajoz, La Cubana, se anunció en el primer número del diario y, juntos, han convivido 90 años

Viernes, 15 de diciembre 2023, 07:54

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La Cubana, confitería. Meléndez Valdés. Turrones legítimos de Gijona, Alicante, Cádiz. Mazapanes de todas clases. Pasteles de gloria y todos los demás artículos similares». Así rezaba el primer anuncio de la pastelería más antigua de Badajoz en el primer número de HOY, publicado el 1 de enero de 1933.

Entonces, la repostería con nombre de deseo llevaba 43 años atendiendo a los pacenses. El boletín de Industria con fecha de marzo de 1890 colgado en las paredes del establecimiento cita como propietario a Eloy Sánchez. Pero tanto los dueños actuales como una carta al director de HOY publicada el 10 de enero de 2010 y firmada por Manuel Carbonell Nicolás atribuyen a Sebastián Nicolás y María Vila la iniciativa del negocio. Pusieron en marcha un obrador de leña al que llamaron 'La Cubana' porque su intención era emigrar a La Habana,pero nunca lo hicieron. La familia dirigió la repostería hasta que la vendió en 1985 a un empleado de confianza, Juan Martínez.

Martínez había entrado a trabajar con trece años y, poco a poco, fue subiendo peldaños hasta quedarse con el establecimiento que hoy regentan sus cuatro hijos:Eduardo, José María, JuanMiguel y Antonio. Es este último quien lleva la voz cantante. Cuenta con una plantilla de ocho personas.

Del establecimiento sale un aroma a azúcar y canela estos días. Ese es el secreto de sus sabrosos polvorones Santa Teresa. Pero, en realidad, el éxito para cumplir 133 años se debe a la forma tradicional de amasar, mezclar y hornear. Las recetas clásicas y los ingredientes de calidad. «Si cambia la forma de trabajar, cambian los pasteles y si cambian los pasteles: adiós», resume Antonio.

Anuncio de La Cubana en la página 14 del primer número de HOY. J. V. A.

Los últimos días de octubre comienza su mejor temporada. Con los huesos de santo y los buñuelos de viento, las colas empiezan a verse días antes del 1 de noviembre. Casi enlazan con las que se forman en busca del huevo hilado, anguilas rellenas de cabello de ángel, maquesitas, mazapanes, pan de Cádiz, pastas de almendras o turrón al corte. Ymiles de bollos de leche, el producto que más sale de sus hornos durante todo el año.

Maribel Margallo tiene práctica rociándolos de azúcar glasé. Lleva 50 años detrás del mostrador y tiene maña al agitar el azucarero de latón.El toque de muñeca hace que caiga una fina capa sobre una pila de dulces.

La familia Martínez ha ido superando las etapas de la historia.«Solo la pandemia consiguió cerrarnos. Ni la I Guerra Mundial, ni la Civil ni la IIGuerra Mundial.Solo la covid pudo con nosotros y nos tuvo unos tres meses cerrado», explicaba hace unos días Antonio Martínez.

Tras cada hito, una crisis. Por eso saben que los clientes permanecen fieles a los dulces hasta cuando tienen que apretarse el cinturón. Se llevan menos, pero siguen comprando. «Los que compraban una tarta de dos kilos, la piden de uno y medio; y el que se llevaba doce pasteles, compra ocho» cuando toca cuidar del bolsillo.

La globalización, la llegada de las marcas blancas y el aterrizaje de las tartas en los estantes de los supermercados no han podido con ellos. Les distingue de otros negocios que han podido superar todos esos baches. Quizás porque sus sabores están metidos en el paladar de los pacenses, que no saben qué es una Navidad sin el turrón cortado por ellos mismos de la barra que sacan a su mostrador.

Maribel Margallo lleva 50 años de práctica rociando de azúcar glasé los bollos. J. V. ARNELAS

En los caramelos a granel se pueden escoger bolas de anís y violetas. Han dejado de elaborar caramelos propios y bombones, pero han creado un turrón de yema.

La Cubana es uno de esos negocios cuya trayectoria ha corrido paralela a la historia de HOY.La hemeroteca está llena de anuncios y reportajes.

«Compre los selectos chocolates Ezquerra y obtendrá preciosos regalos. De venta en la confitería La Cubana», aparece en la página 5 del 1 de agosto de 1937. «La Cubana.Pastelería y confitería. Licores y vinos de acreditadas marcas. Francisco Pizarro, 19», rezaba de nuevo unos días más tarde. El 29 de mayo de 1988 anunciaron: «Confitería La Cubana. Juan Martínez Gómez. Gran Surtido en Pastelería y Tartas. ¡Los de siempre! ¡Que no te confudan!».

No hay redactor de la sección de Badajoz que no haya firmado una crónica de su buen hacer. Todos contaron con su pluma la relación del negocio más dulce con Badajoz.

En «La Cubana son capaces de esculpir la inmaterial estructura de un merengue o el perfecto nivel de sus turrones y sus tortas de piñón que han inspirado durante más de un siglo a los pacenses», narraba Mercedes Barrado en 2001. «Por aquí han pasado la mayoría de los pacenses porque los gustos de la gente siguen siendo los mismos. Y además, no hay quien les engañe porque le tienen cogido el sabor a nuestros productos», decía Juan Martínez el 31 de octubre de 1991 a Juanma Cardoso. «Yo aprendí de mis padres a hacer los buñuelos y ellos aprendieron de los maestros que tenían antes en la pastelería», explicaba Eduardo Martínez a MiriamF.Rua, el 2 de noviembre de 2004. El día de antes habían vendido 10.000 unidades de buñuelos y 8.000 huesitos de santo.

A los periodistas les gustan las cifras y las suyas siempre han sido generosas. «500 kilos de almendras se muelen esta temporada» explicaban hace 22 navidades. «1.636 polvorones producen al día los hornos de la confitería desde noviembre hasta que llega el nuevo año. 1.000 kilos de esta torta terminan en las mesas de los pacenses cada Navidad», aparecía en la página 6 el 28 de diciembre de 2009.

Sus cifras hoy siguen mareando. Compran mil kilos de harina cada 20 días, 300 kilos de azúcar a la semana, seis cajas de 30 docenas de huevos cada siete días y unos 300 kilos de almendra al año.

Son números grandes para una labor delicada. «Dulces hechos por mano de santo», resumía la portada de HOY del 1 de noviembre de 2012 con una foto de Antonio Martínez sujetando dos bandejas. Enseñaba buñuelos de viento y huesos de santo. Estos últimos son los pasteles más laboriosos. Pasan siete veces por las manos del maestro.Lo amasa, lo corta, lo quita del tubo, lo rellena, lo baña en azúcar y lo coloca en bandeja. Los mazapanes, que hacen uno a uno, requieren de mucha suavidad.

Por ese mimo que requieren los confites, este negocio descarta la venta por Internet y el envío con agencias. «¿Cómo mandas un merengue por mensajero?», se pregunta Antonio. «Ya no es la rapidez, el problema es el transporte.Por muy bien que lo traten, corre peligro de no llegar en perfecto estado a su destino». Los encargos de fuera les llegan de emigrantes que hoy viven en Madrid,SanSebastián o Bilbao. Muchos guardan el teléfono de un año para otro y llaman para realizar sus encargos antes de los puentes o Navidad. Esos pacenses hacen de embajadores de sus creaciones más allá de Extremadura.

El último día de Antonio en la pastelería, en enero de 2027, será el último del negocio

Los sabores están metidos en los recuerdos de muchos pacenses.ComoAntonioPrieto, que con 66 años, aprovecha cada vez que acude a ver a la virgen de la Soledad para pasar por el negocio y llevarse los bollos. Se crió muy cerca, en la calle Luis de Morales, y a él los días de fiesta de su infancia le saben a La Cubana. Sigue siendo fiel a sus tartas en los cumpleaños importantes. «Esta tradición es muy grande».

La Cubana guarda la imagen de un negocio tradicional. La sede principal ha ocupado dos edificios distintos. Se estrenaron en el actual emplazamiento de la ermita de la Soledad, pero años después se trasladaron al lugar donde hoy continúan atendiendo, en Francisco Pizarro. Entre finales del siglo XIXy principios del XX crearon un complejo que ocupaba todos los pisos de la casa. En el bajo abrieron la pastelería y una tienda de ultramarinos.

En 1936 transformaron el negocio. Los pisos superiores se convirtieron en viviendas y tanto la confitería como la tienda de alimentación quedaron en el bajo. La tienda ya no está, pero la dulcería mantiene la decoración clásica.

Los mostradores de madera siguen en el mismo sitio de siempre y nada altera las molduras modernistas que adornan sus techos. Destacan por el rosa, un color que se usa en parte del mobiliario. En una de las columnas conservan un abanico enmarcado que se repartía como publicidad. «Torrefacción de café, chocolates, dulces puede leerse en cada varilla». Hay pegatinas de Cinzano en uno de los escaparates y una lista de precios pegada en una columna con números superpuestos. Las manitas de pintura respetan un estilo que sigue siendo fiel a su imagen original. Durante una época tuvieron otro local en la avenida Sinforiano Madroñero, pero lo cerraron y optaron por abrir otra tienda en la avenida de Huelva. Con una gran cristalera, es difícil pasar y no ver una cola de pacenses esperando a comprar.

El obrador sigue usando máquinas de antaño. La batidora sigue moviendo las cremas. Allí se mantiene la moledora-trituradora de almendras con el nombre de su fabricante en un lateral, Apolinar Arrieta. Y la amasadora.Tan antiguas como estas es la mesa de mármol, central, donde llevan décadas depositando bandejas y extendiendo hojaldres. Tiene una hendidura en recuerdo de los años en que hacían caramelos. Cuando la mezcla estaba muy caliente, la partían con un sable que aún conservan. De tanto repetir la maniobra, el mármol quedó grabado con un canal de cierta profundidad. Siguen usando otras herramientas menores, pero con mucha solera. Como una pinza de latón para decorar las anguilas que lleva inscrito el nombre de la confitería. No se ha deformado tras décadas de uso. Otras máquinas han tenido que ser relevadas. Dejaron de usar una moledora que emitía tantas vibraciones que hacía temblar al piso de arriba.Solo la accionaban en Navidad, pero la relevaron.

En su primer anuncio en HOY, La Cubana aún estaba en Meléndez Valdés

Entre las baldosas del obrador se notan unas más nuevas que otras. Se colocaron cuando anularon el horno de leña, otras indican el lugar donde existía un patio acristalado.Su padre decía que por ahí «se oía cantar a Rosa Morena», la famosa cantante de Badajoz fallecida en diciembre de 2019. El padre de los Martínez murió hace diez años y su hijo Antonio es pesimista con el relevo. Entre los cuatro hermanos suman ocho hijos y ninguno está de momento dispuesto a ponerse al frente. ¿Por qué? «Están estudiando para dedicarse a otras cosas o trabajando. Esto es un negocio muy sacrificado».A las cinco de la mañana están poniendo en marcha los hornos los días de más trabajo.

«Cuando más fiesta hay, más se trabaja.Y la juventud no quiere trabajar los festivos. Es lo que está pasando también en la hostelería. Pero yo digo: Unos tendrán que trabajar para otros se diviertan, ¿no? Si no tenemos bares, ni cafeterías, ni pastelerías, ¿qué vamos a hacer de viernes a domingo?. Me parece que una vez que nos jubilemos nosotros...». La retirada empezará con Juan Miguel en abril de 2024. A Antonio le llegará el turno en enero de 2027. Eduardo y José María podrían seguir. Pero ya han dicho a su familia que lo más probable es que el último día de Antonio suponga el cierre de la famosa repostería. Solos no podrían atender la tienda y el obrador.Así que, salvo que alguna oferta de última hora apueste por este negocio centenario,La Cubana ya tiene fecha de cierre. Una de esas noticias que a HOYno le gustaría contar.

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