Turno nocturno/madrugar para trabajar
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David González, vigilante de seguridad en Tany Nature
«El horario nocturno se compensa luego con los días que tienes libres»
«El horario se compensa luego con los días que tienes libres», argumenta en una de esas jornadas de turno nocturno, en pleno verano, que obliga a acortar los tiempos de vida social. «Es importante venir descansado y luego es verdad que el café ayuda mucho», confiesa; «también al hacer la ronda te vas despejando».
Lo más negativo para él es el hecho de tener que dormir por la mañana. «Se duerme peor porque hay más movimiento en la calle y más ruido».
Aunque David, natural de Villar de Rena y que reconoce que es de dormir pocas horas, también encuentra aspectos positivos en este horario nocturno. «Son horas en las que hay más tranquilidad y, por ejemplo, en verano no se pasa tanto calor, además la nocturnidad te permite ir más a tu aire».
Ahora, en plena campaña de la fruta, todavía encuentra numerosos trabajadores en las instalaciones, aunque poco a poco la soledad va ganando terreno. «La gente se va yendo y llega el momento de hacer nuestras rondas para ver que todo está bien, que no hay averías y que no entra nadie… O se ha quedado alguien», cuenta. Se apagan las luces y en el interior empieza a reinar la oscuridad, es entonces cuando las miradas se centran ya en todas las cámaras de seguridad que se convierten en sus ojos en distintos puntos.
Otro momento para despejarse es cuando llega la ronda en vehículo por el exterior de Tany Nature.
Aunque es cierto que cada uno tiene su forma de 'sobrevivir' a este horario que le impide dormir de noche: «Tengo compañeros que se acuestan a las ocho de la mañana, cuando salen, y se levantan para comer; eso te hace vivir un poco al revés que el resto».
«Es importante venir descansado a trabajar y luego es verdad que el café ayuda mucho»
La principal ventaja es que son cuatro los trabajadores en la seguridad de esta empresa, por lo que tratan siempre de compaginar los horarios en la medida de lo posible. Así, generalmente, trabaja dos o tres días seguidos para librar después otros tantos; igualmente, si trabaja un fin de semana, suele librar al siguiente. «Esto te permite esos días hacer algo o tener más vida social para estar más con la familia o con los amigos», dice. «Se echan más horas para librar más días, trabajando en seguridad es mejor tener estos horarios que uno de ocho a tres porque esto te haría trabajar más días y más fines de semana», explica sobre unas horas que reparten en alrededor de 15 días al mes.
Si bien, ahora mira con mejores ojos una profesión que hace años sí que le obligaba a unos horarios que le hacían vivir casi al revés. «Antes estaba en una empresa en la que teníamos muchos eventos como conciertos, fútbol, ferias… Entonces libraba pocos fines de semana y sí que trabajaba mucho más de noche», recuerda, «esto hacía que fuese más difícil la vida social y hubo una temporada en la que tenía muy poca porque prácticamente era todo por la noche y dormía por la mañana».
Para David se trata de una profesión «que te tiene que gustar para trabajar en ella». «A mí me gusta y por eso llevo bien estos horarios y también el hecho de enfrentarte a determinadas situaciones, poner un poco de orden y estar donde se mueve mucha gente».
En ese sentido, es ahora en plena campaña cuando el trabajo es para él más apetecible. «En estos seis meses hay mucha productividad, más movimiento de gente y de camiones, se hace más ameno», reconoce. Aunque, eso sí, pese a estar rodeado de gente, su trabajo suele ser siempre en solitario.
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Javier Quintana, panadero del Obrador Artesano Quintana
«Mientras el pan descansa, nosotros nos vamos también a descansar»
Cuando Javier Quintana era un crío que correteaba por las calles de La Haba no soñaba con ser futbolista. Sin embargo, sí es de aquellos que logró cumplir su sueño, ser panadero. No es extraño, pues el mejor espejo lo tenía en casa: su hermano mayor era el panadero del pueblo. Por eso, estando aún en el colegio, ya disfrutaba de esta incipiente vocación. «Cuando había el doble de trabajo, los fines de semana, mi hermano me decía: 'Vente a echar una mano que hay mucho pan que hacer' y yo iba encantado», recuerda de aquella época, hace ya más de 30 años.
Pero no fue hasta terminar la mili cuando la panadería volvió a cruzarse en su camino tras marcharse a Barcelona: «A buscarme la vida». Allí empezó desde abajo, como aprendiz. «Para trabajar y ganarme un sueldo». Pero la panadería era para él una forma de vida y decidió formarse con los que considera «los mejores panaderos de España». Así, esos ahorros como aprendiz los utilizaba para costearse la formación.
Tras años de aprendizaje, empieza a escalar pasando a ser encargado y jefe de personal antes de emprender por su cuenta en asesoramiento técnico de panadería, esto es, aquel que forma a aquellos que quieren montar su propio negocio.
Una trayectoria lejos de una Extremadura a la que regresó años después para seguir emprendiendo, construir una vida y también su propio negocio junto a su familia, esta vez, en Villanueva de la Serena. Un obrador artesanal en la calle Valdivia que desde 2017 ha ido creciendo hasta contar con una plantilla de ocho empleados, entre ellos, su mujer, su hijo y dos hermanos. De esta forma, Javier volvía a tener las manos en la masa, aunque sin abandonar su faceta de asesoramiento.
Gracias a esa plantilla consigue hacer viable una profesión de la que muchos desconocen sus horarios. «El 80% del negocio está enfocado desde las tres de la mañana hasta las tres de la tarde», resume sobre estas 12 horas centradas en la cocción de las más de 20 referencias de pan con las que el obrador cuenta actualmente, pero también en la exposición de panes, elaboración de dulces artesanales y tartas. Un horario, en su opinión, más liviano que el de hace años gracias a que dejan el pan listo para su cocción el día de antes. En este caso, es su hermano el encargado con un horario que comienza a las tres de la tarde. «El producto se fabrica con masas madres y con una fermentación larga para que adquiera sabor y aroma, que sea un buen pan», explica sobre su elaboración. «Se hace el día de antes, lo dejamos descansar en frío y mientras el pan descansa durante toda la noche y parte del día, nosotros nos vamos también a descansar y al día siguiente empezamos a cocer a las tres de la mañana».
Cuando el reloj marca las ocho abren al público, pero los que sí conocen estos horarios se dejan caer por allí un poco antes para llevarse los primeros panes del día (o de la noche). Horas después, los más rezagados, apuran para llevar a casa alguno de los 900 panes que elaboran a diario.
Unos horarios que se alejan de los más rutinarios. «Ahora en verano es más complicado, te acuestas tarde y a las dos y media suena el despertador», cuenta Javier. «Lo recomendable es salir de trabajar y hacer tu vida normal, aunque creo que es importante dormir una buena siesta», aconseja.
Por eso, los días que empieza a las tres de la mañana, procura estar durmiendo a las nueve, «necesito un mínimo de cinco horas de sueño para poder rendir». Horarios que ve más complicados para la gente joven: «Es duro y pesa mucho, sobre todo en verano».
Pero, al margen de siesta, hay más consejos. «El panadero moderno puede tener una muy buena vida personal, lo que hay que hacer es que el pan duerma contigo y esto pasa por invertir en cámaras de frío, lo que sube la calidad del producto y ayuda a tener mejor vida», sostiene. Por último, ¿recomendaría esta profesión? «Al 100%, pero con una buena organización».
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