Los dos tiroteos de El Solitario para huir de Extremadura
Crónica negra ·
El famoso atracador de bancos realizó en 1996 uno de sus primeros robos en Zafra y cuando fue detenido, entre sus excentricidades, llegó a acusar a Ibarra de estar implicado en un asesinatoDicen los expertos que para llevar a cabo el atraco a un banco con seguridad hacen falta al menos tres personas. El objetivo es actuar lo más rápido posible y marcharse sin ser detectado por las fuerzas de seguridad. En España el enemigo número 1 durante catorce años fue un atracador que hacía todo lo contrario. Entraba solo y sin demasiada prisa, pero con mucha violencia y, cuando la policía lo perseguía, en lugar de huir, paraba su coche, se parapetaba y los recibía a tiros. Así ocurrió en Zafra en 1996.
J. G. A., alias El Solitario, está relacionado con una treintena de atracos, pero se convirtió en la prioridad de las fuerzas de seguridad en 2004, cuando mató a tiros a dos guardias civiles en Navarra. Otro policía también resultó muerto durante otro tiroteo con este certero tirador, según han destacado en sus juicios. En ese caso, sin embargo, se demostró que fue 'fuego amigo'. Ese agente pereció por el disparo de un compañero.
En Extremadura no dejó víctimas mortales, pero no le han olvidado. El robo de la Caja de Ahorros de Badajoz en Zafra fue uno de sus primeros atracos, se cree que el cuarto. Era viernes y en la sucursal había bastante dinero porque coincidía con la fecha en la que los desempleados acudían a cobrar la paga.
A la una y media se abrió la puerta de la oficina. Un señor con barba (su característico disfraz) entró y se dirigió al mostrador. La empleada, una mujer embarazada de 36 años, estaba escribiendo en su ordenador pero percibió que la actitud del recién llegado era extraña. Su instinto acertó. Unos segundos después sintió en su nuca el frío del metal de la pistola. HOY entrevistó a esta mujer doce años después del robo y aseguró que seguía recordando esa sensación en su cuello.
La amenazó de muerte y entre insultos logró aterrorizar a todos los que había en el edificio, unas veinte personas. Se dirigió a un empleado que estaba protegido en un búnker acristalado y le aseguró que mataría a su compañera si no le abría. El cajero le permitió el acceso y le dijo dónde estaba el dinero. Se sorprendió por la frialdad y tranquilidad del atracador: «Comenzó a meter los billetes en una bolsa de basura. Recuerdo que, cuando se marchaba, vio que aún quedaba uno de 2.000 pesetas (12 euros) en el cajón y volvió para cogerlo», narró la víctima.
Con una bolsa con 6 millones de pesetas (36.000 euros) abandonó con calma la sucursal y se subió a un Renault 4 aparcado en la calle. Justo cuando giraba para abandonar la calle del banco, le vieron hacer la maniobra los agentes de una patrulla de la Guardia Civil. Les habían alertado del atraco y sospecharon que el vehículo podía estar relacionado.
El Solitario se dio cuenta de que lo perseguían, se bajó del coche y tomó posición. En cuanto se acercó el coche patrulla, vació el cargador de su pistola. Las balas se incrustaron en la carrocería del vehículo y en la pared de la calle. Algunos vecinos estuvieron a punto de resultar heridos. Los guardias respondieron con disparos de fusil, pero el delincuente logró meterse en su coche y tomar un camino rural en dirección a Villagarcía de las Torres.
El segundo tiroteo fue poco después. Las distintas patrullas de la Guardia Civil se coordinaron y una esperaba al Renault 4 en un pasó a nivel por el que podría pasar. A pesar de estar preparados, El Solitario les detectó y les tiroteó. Tomó un nuevo camino y, aunque dos coches le siguieron, fue capaz de perderlos y huir.
No fue la única vez que J. G. A. visitó Extremadura, pero la siguiente ya fue con las esposas puestas. La carrera delictiva de El Solitario terminó en 2008 en Figueira da Foz (Portugal). Tras años de publicar fotos y retratos robot, uno de ellos tuvo éxito. Un persona, de forma anónima, aseguró que el atracador se parecía a un conocido. Pincharon su teléfono y escucharon cómo planeaba un robo en el país luso. Lo detuvieron con el chaleco antibalas y la pistola, a punto de ir a un banco para robar. «Hola a todos, soy 'El Solitario', salud españoles», gritó a los medios de comunicación que fueron a captar su imagen. Unos meses después fue entregado a España en la frontera de Caya.
Acusación a Ibarra
Hay otra anécdota que relaciona al atracador más famoso de España con la región y es que acusó al expresidente autonómico, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de estar relacionado con un asesinato. Cuando fue detenido, su abogado dio una rueda de prensa con revelaciones de lo más demenciales, como que su cliente había sido entrenado por la mafia marsellesa, que su objetivo era liberar al pueblo español y que Rodríguez Ibarra había encubierto la muerte de un pastor extremeño al que confundieron con El Solitario y tiroteó la Guardia Civil. Pronto se vio que no había ningún incidente similar, pero el expresidente extremeño se mostró muy molesto.
En los juicios llegó a corregir a los abogados sobre su pronunciación en latín. También se definió como «un expropiador de bancos y a mucha honra» y defendió que no había matado a los guardias civiles porque él solo disparaba a las piernas para poder huir.
Para entender esas declaraciones tan disparatadas hay que conocer mejor a un hombre muy inteligente, pero excéntrico, soberbio y egomaniaco, según le han definido distintos expertos. J. G. A. nació en Madrid en 1956. De joven tuvo condenas por drogas, de hecho, estuvo en la cárcel en Inglaterra. Viajó mucho, habla cinco idiomas y su primera mujer era de nacionalidad finlandesa. Con la segunda, británica, se afincó y tuvo hijos en una tranquila urbanización de Las Rozas. Desde allí viajó por toda España atracando bancos.
Lo que le caracterizó, además de ir solo, fueron los disfraces. En lugar de colocarse un pasamontañas, portaba barba y peluca y se pegaba esparadrapo en los dedos para no dejar huellas. Su estilo creó escuela y ese tipo de comportamientos comenzaron a verse en otros atracos. De hecho en Don Benito en 2008 se bautizó a un ladrón como 'El Solitario de las Vegas Bajas' porque se vistió como el original.
El Solitario acumula varias condenas por distintos atracos y tiroteos, de hecho, ya ha pasado por varias audiencias provinciales del país. La condena más grave fue en Navarra, donde fue castigado con 47 años de cárcel por el asesinato de los dos guardias civiles en 2004. En total pesan sobre el más de un centenar de años de cárcel. Podrá pedir beneficios penitenciarios en 2026, cuando tenga 70 años.
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