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Un tren saliendo de Extremadura el siglo pasado. HOY

Un tiroteo mortal en la estación de trenes de Mérida

CRÓNICA NEGRA EN EXTREMADURA ·

En 1904 un enfrentamiento entre dos familias aterrorizó a los viajeros y causó tanto impacto que fue publicado en periódicos de todo el país

Sábado, 25 de febrero 2023, 08:00

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Mérida fue famosa en marzo de 1904 porque su estación de tren recreó una típica escena de película del oeste. Como en 'El tren de las 3:10' los andenes de este lugar vivieron un tiroteo que dejó muchos gritos, heridos y un muerto.

El tiroteo enfrentó a dos familias, una de Mérida, la de Manuel S. y otra de Cáceres, la de Juan Antonio C. La prensa destacó que eran de la comunidad gitana, aunque ni siquiera era cierto en todos los casos. Los artículos escritos en torno a este suceso dejan claro que había un racismo patente. Lo que está claro es que existía una enemistad previa entre dos familias y que la casualidad provocó que se encontrasen en la estación de Mérida.

Los testigos aseguraron que, antes de llegar a la parada, la familia de Juan Antonio ya había mostrado intenciones de venganza. Viajaban en el tren de Sevilla a Mérida con la intención de tomar luego un segundo ferrocarril a Cáceres. Además de Juan Antonio iba su mujer, Natalia, y sus cuatro hijos: Manuel, Jerónimo, Paula y Julia. En la ciudad emeritense, además, se encontraron con otro pariente. Bernardino, marido de Paula.

Según los viajeros que procedían de Sevilla, esta familia se alteró cuando se aproximaron a Mérida y vieron, por los cristales, el cementerio de esta localidad. Se exaltaron y señalaron sus pistolas, que pudieron ver otros viajeros de este ferrocarril.

Lo que no esperaban es que la familia emeritense de la que habían hablado al ver la ciudad, se encontrase en la misma estación a la que ellos llegaban. Fue casualidad. Manuel S. estaba con su hijo Gabriel y otros parientes. Padre e hijo se marchaban a Badajoz para coger otro tren hacia Portugal por trabajo y sus familiares se acercaron al anden a despedirlos.

En un momento dado Manuel S. se alejó de sus conocidos para comprobar los distintos vagones de su tren buscando en cuál podía sentarse. Fue ese el momento en el que la otra familia lo observó. Según los testigos, Natalia, la madre, gritó: «Ahí están esos ¿No decíais que los ibais a matar?».

Una de las características que más sorprendió a la prensa tras este crimen es la enorme cantidad de armas que portaban encima los implicados. Prácticamente todos llevaban pistola y munición. Además dos de los jóvenes escondían escopetas y otros armas blancas, especialmente los llamados 'chuzos' que son palos con un pincho oculto y que tienen la ventaja de ser letales pero pasar desapercibidos.

En este suceso, sin embargo, no hicieron falta las armas blancas, las balas hicieron todo el daño. Jerónimo y Manuel, los hijos de Juan Antonio C, comenzaron a cargar sus escopetas. Los trabajadores de la estación les vieron y les advirtieron que no podían sacar sus armas allí, pero no les obedecieron. Los ferroviarios, sin embargo, no tuvieron tiempo de dar la alarma.

El padre y sus dos hijos varones rodearon a Manuel, que no se había dado cuenta de la presencia de la familia rival. Juan Antonio C. se acercó por detrás empuñando un revólver. Le disparó a dos metros. La bala entró por la espalda, salió por el pecho y lo mató en el acto. A pesar de ello, volvió a disparar y sus hijos hicieron lo mismo. El cuerpo recibió numerosas balas mientras los pasajeros que había en los andenes salían corriendo.

Los testigos contaron que, cuando la víctima ya estaba en el suelo, las mujeres de la familia, Natalia, Paula y Julia, se acertaron para dar más munición a sus parientes y que lo rematasen.

Gabriel S, hijo del fallecido, llegó entonces con su pistola preparada. Disparó y alcanzó a Juan Antonio, pero solo fue un roce. El resto de sus balas no encontraron objetivo y la presencia de las autoridades acabó con el tiroteo.

El mal apodado 'crimen de los gitanos' fue uno de los sucesos ocurridos en Extremadura que mayor reflejo tuvo en el resto de España. Desde el tiroteo en la estación de Mérida hasta el juicio fue publicado en muchos periódicos, no solo de la capital. Hay reseñas en Andalucía, Bilbao o incluso el Heraldo de Zamora. Este periódico contó días después del crimen que había recibido la información por telégrafo desde Mérida y noveló bastante los hechos. «De las palabras se fueron a las manos, armando verdadera batalla campal. Entre las dos familias se cruzaron infinidad de disparos de arma de fuego».

Un juicio famoso

El juicio se celebró dos años después entre medidas de seguridad para evitar altercados. «El amplio salón de la sala primera (Audiencia Provincial de Badajoz) se halla atestado de numerosos público ávido de presenciar el desenlace de este proceso que tanta expectación ha despertado (...) por tratarse de dos familias cuyos odios parece no saciarse nunca a juzgar por las colisiones sangrientas que entre una y otra con anterioridad han ocurrido», publicó el noticiero extremeño el primer día del proceso.

La declaración que más llamó la atención fue la de Juan Antonio, considerado el autor de la muerte. Justificó el fallecimiento de Manuel «porque su familia era responsable de la muerte de un hijo suyo anteriormente», negó que fuese él quién disparó y, ante la estupefacción de la sala, le quitó importancia a los hechos indicando que no pasaba nada grave.

Otro momento clave fue la declaración de uno de los hijos de Juan Antonio que mostró un sombrero atravesado por un tiro. Se salvó, según dijo, porque no le alcanzó la cabeza, solo atravesó la tela.

Finalmente el jurado popular decidió absolver a Bernardino, a su mujer Paula y la Julia por falta de pruebas. Tampoco condenó a Gabriel, ya que se consideró que solo disparó para defenderse al ver a su padre muerto. Juan Antonio, sin embargo, fue condenado a cadena perpetua, su mujer y su hijo Manuel a 14 años y Jerónimo a 8 de reclusión.

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