Foto de los condenados a muerte tras el consejo de guerra.HOY
Los sucesos de Castilblanco, cinco muertos y doce condenados
Crónica negra ·
En 1931 cuatro guardias civiles fueron a disolver una manifestación de agricultores y, tras un enfrentamiento, fueron masacrados. El incidente puso en jaque a la Segunda República
Lunes, 17 de julio de 1933. HOY imprimió su ejemplar número 168, era un periódico fundado unos meses antes y le dedicó cuatro de sus ocho páginas a un consejo de guerra que se celebraba en el Cuartel de Menacho, en Badajoz, pero que seguía con interés todo el país. Se procesaba a 22 vecinos de Castilblanco por la muerte de cuatro guardias civiles.
Este punto imborrable en la crónica negra de Extremadura se conoce como los sucesos de Castilblanco y forma parte de la historia de España porque fue el principio de otros hechos sangrientos que pusieron en jaque a la Segunda República.
Algo tan grave comenzó con una escena como la siguiente. Unos 500 agricultores de Castilblanco se manifestaban en su pueblo por las malas condiciones de trabajo. El alcalde, presionado por caciques de la zona según los testimonios de la época, obligó a los cuatro guardias civiles del pueblo a reprimir la protesta. El cabo se dirigió a los cabecillas para informarles de que debían disolverse y, en ese momento, hubo un enfrentamiento entre las mujeres y los agentes. Aquí el relato ya se vuelve confuso, pero todo indica que hubo disparos y uno de los agricultores cayó muerto. Entonces los cuatro guardias civiles fueron masacrados. Recibieron puñaladas, disparos e infinidad de golpes. Sus cadáveres quedaron en muy malas condiciones.
Según publicó HOY, varios vecinos corrieron a la oficina de telégrafos para impedir que se informase a Badajoz de lo que había sucedido, pero fue tarde y estos hechos no solo conmocionaron a la capital pacense, sino al país. Durante la siguiente semana se repitieron los enfrentamientos entre agricultores y agentes en distintos puntos de España y se sumaron más muertes.
Portada del día de la sentencia en 1933.
HOY
El general Sanjurjo, de hecho, usó lo que les había ocurrido a los guardias de Castilblanco como crítica para el gobierno de la República. Este militar dio un golpe de estado en 1932, fracasó y se exilio a Cascais, pero colaboró de nuevo en el del 36 y no llegó a ser alguien destacado en la dictadura porque sufrió un accidente de avioneta cuando viajaba desde Portugal a la zona sublevada.
El juicio
El mejor testimonio de lo que ocurrió en Castilblanco es el consejo de guerra que se celebró en julio de 1933 y que HOY recogió casi frase a frase en sus páginas. El juicio militar se celebró en el Cuartel de Menacho, que estaba ubicado donde actualmente se alza El Corte Inglés. «Grandes eran las precauciones que se habían adoptado a fin de evitar posibles incidentes», comenzaba la crónica de este periódico que describía el despliegue se seguridad como si Badajoz fuese una zona de guerra. Había una guardia de asalto en la carretera de circunvalación con militares armados con mosquetones, soldados con bayonetas en todo el perímetro del cuartel, un retén de doce guardias en la puerta comprobando que los asistentes no introducían armas y otros 28 efectivos entre el patio y la sala. El miedo a un levantamiento popular en favor de los procesados quedaba patente.
Tras los sucesos fueron detenidas 45 personas, pero en el banquillo se sentaron 20 hombres y dos mujeres. Numeroso público hizo cola durante horas para ocupar algunos de los asientos que quedaban libres. El resto fue obligado a volver a sus casas. En primer lugar se leyó un relato de los hechos. En Castilblanco el sindicato agroganadero, con sede en la Casa del Pueblo, ya había convocado otras dos protestas en el mes de diciembre. La Segunda República acaba de aprobar el derecho de manifestación, pero el alcalde de la localidad se negó a autorizar estas reuniones. El 31 de diciembre unas 500 personas, «con una bandera roja», según recoge el juicio, se congregaron en la calle Calvario, frente a la sede del sindicato.
Llegaron los guardias civiles y se adelantó el cabo José Blanco Fernández para entrar en la Casa del Pueblo y comunicar que tenía orden del alcalde de disolver la manifestación.
Imagen del interior del Cuartel de Menacho durante el juicio.
HOY
«Entre tanto, una mujer apodada la Machota pretendió pasar por donde se hallaba el guardia Agripino Simón Martín y, al impedírselo este, se excitó, lo que provocó en los hombres un movimiento agresivo hacia la guardia. Entonces sonó un disparo, al que siguieron otros y un gran alboroto, siendo muertos a tiros, pedradas y puñaladas los guardias civiles citados y los restantes que integraban el puesto:Francisco González Borrego y José Nato González». También murió un manifestante.
La inspección ocular localizó machetes, las armas de los guardias destrozadas y muchas piedras ensangrentadas. La autopsia confirmó que las heridas eran brutales.
Los testigos presenciales se fueron sucediendo y aportando pizcas de los que ocurrió ese día, aunque de forma muy desordenada. Uno vio a la Machota discutir con el guardia Agripino, otro disparar sobre un agente en el suelo, otro tirar una piedra, un cuarto vio a un vecino con un fusil roto. Algunos escucharon disparos, otros que estaban al lado juraron que no hubo detonaciones. Un vecino afirmó con seguridad que vio cómo apuñalaban a un agente y otro que algunas mujeres los pisotearon cuando estaban en el suelo. Llama la atención que todos, interrogados por la defensa, afirmaron que los acusados eran buenas personas.
Los procesados se desdijeron de sus anteriores declaraciones, en las que confesaban los hechos. Aseguraron que lo habían hecho bajo coacción, maltratados por la Guardia Civil. Agentes de este cuerpo y otros testigos negaron que los golpeasen o los dejasen sin calefacción.
La sentencia se leyó el tercer día del proceso. Seis de los procesados fueron condenados a muerte y otros seis a reclusión de por vida. Diez fueron exonerados. Poco después, y con el objetivo de no enervar más los ánimos, las seis condenas a muerte se conmutaron por cadenas perpetuas y el resto se redujeron a 20 años de cárcel. Castilblanco no volvió a vivir un 31 de diciembre sin recordar.
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