«¿Y a mí qué regalo me traes?» Y disparó su escopeta
En agosto de 1983 un hombre apodado el Moro causó terror en Don Benito al fugarse durante un permiso de la cárcel e iniciar una campaña de venganza
El Moro entró en una casa. Le abrió la puerta una niña de 14 años que sabía que, siempre que llegaba, traía un recuerdo. Se lo pidió y el hombre le entregó una bolsa llena de monedas. Entonces la madre de la menor le preguntó: «¿Y a mí qué regalo me traes?». El Moro sacó una escopeta y le disparó a la cabeza.
La crónica de la muerte de Matilde L. A. en 1983 impactó a todos los extremeños, especialmente a los vecinos de Don Benito, la localidad en la que ocurrió. No fue el último episodio violento que protagonizó el asesino.
Manuel M. V., alias 'el Moro', era natural de Orellana, pero acabó residiendo en Don Benito. Estaba casado y en 1983 vivía en la cárcel de Badajoz, donde actualmente está el Meiac, debido a dos robos. Durante el verano le dieron un permiso de una semana, debía volver el 27 de julio a prisión, pero no se presentó.
Durante el permiso, Manuel decidió ir a ver a su mujer a Don Benito. Allí visitó a Matilde, su futura víctima, que ejercía la prostitución y era conocida de ambos. Matilde le dio malas noticias. Le contó que su esposa había comenzado a trabajar como prostituta y que se había ido a vivir con otro hombre, Ginés, a Murcia.
En lugar de ingresar en la cárcel, el Moro decidió vengarse. Inició un viaje en busca del hombre con el que se había ido su mujer. En el transcurso del desplazamiento a Murcia se hizo con una escopeta de dos cañones. La robó el 3 de agosto en Orihuela (Alicante). Finalmente llegó a su destino, pero, tras varios días de búsqueda, se rindió y regresó a Don Benito. Al no poder matar al hombre al que culpaba de su desgracia, decidió vengarse de Matilde porque creía que su conocida había introducido a su mujer en la prostitución.
Su venganza se consumó el 8 de agosto de 1983 en la calle Ayala de Don Benito. Cuando llegó a la casa, a primera hora de la mañana, la mayoría de los habitantes estaban dormidos en sus habitaciones. Matilde vivía con su hijo de 19 años, su hija de 14 y su hermano.
Esa mañana
La niña fue la que le abrió la puerta al Moro. No tenía miedo porque era habitual que estuviese en la casa, incluso residiendo. Primero entró en una habitación en la que estaban los hombres, el hijo y su tío. Les despertó, pero le increparon para que se marchase y lo hizo.
A continuación fue al fondo de la casa, a la habitación de Matilde, que aún estaba tumbada en la cama. Fue entonces cuando la niña le pidió un regalo al Moro y este le entregó la bolsa de monedas. Inmediatamente Matilde bromeó sobre qué regalo le traía a ella y, sin mediar palabra, Manuel le disparó dándole en la cabeza.
Según se reveló en el juicio el disparo, a bocajarro, «le produjo a la víctima la pérdida de toda la región fronto-temporal-parietal izquierda, con salida de masa cerebral y vaciamiento completo de la órbita ocular izquierda, heridas que le produjeron la muerte instantánea por destrucción masiva de la cavidad craneal».
El asesino huyó inmediatamente llevándose la escopeta. Fue andando hasta Villanueva de la Serena, donde cogió un taxi hasta su pueblo natal. Se escondió en la Sierra de Orellana. La Guardia Civil sospechaba que se había refugiado en la zona y rastreó el monte durante dos días. Finalmente el Moro, al verse cercado, salió a la carrera y fue detenido el 10 de agosto.
Durante los dos días que estuvo fugado, hubo muchas denuncias que lo veían en distintas localidades porque la prensa había publicado la fotografía del preso. Había mucho miedo de que se produjese un suceso violento o un enfrentamiento si era localizado por los vecinos. También temían que continuase con su venganza buscando a otras personas.
El juicio se celebró unos meses después y, según destacó la prensa, supuso una de las condenas más altas en la Audiencia Provincial de Badajoz. Manuel, a sus 25 años, fue condenado a 36 años de cárcel. Le asignaron la máxima pena, 30 años por asesinato con alevosía, con el agravante de premeditación y reincidencia. Además sumaron otros 6 años por tenencia ilícita de armas.
Manuel pasó a la historia criminal de Extremadura como el 'asesino de Don Benito' y su caso fue muy comentado, especialmente en esa localidad. Los vecinos, según destacó el diario HOY, hablaban mucho entre ellos de lo ocurrido, pero no con la prensa por miedo a la violencia de esta persona.
Un año después de su condena el Moro volvió a ocupar titulares en la prensa por otro caso violento. Fue condenado a otros ocho años de cárcel por homicidio frustrado con el agravante, de nuevo, de reincidencia.
El segundo incidente tuvo lugar en marzo de 1984 en la cárcel de Badajoz. Unos presos estaban jugando una partida de cartas en una sala común. La prensa destacó que era un día festivo, por lo que los internos tenían más libertad que otras jornadas y estaban realizando distintas actividades.
El Moro se dirigió a uno de los que jugaban a las cartas, Ramón y, por causas que se desconocen, le dio dos golpes en la cabeza con un objeto. El preso cayó al suelo. Cuando se levantó, Manuel le apuñaló en el vientre. La herida, de 12 centímetros, provocó la pérdida de dos litros de sangre de la víctima.
Los forenses indicaron que era una puñalada mortal, pero que la rápida intervención de los médicos en la prisión salvó la vida de Ramón, que pasó ingresado casi tres meses en el hospital.
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