Una paliza mortal en un Renault 8 que viajó de Cáceres a Badajoz
CRÓNICA NEGRA DE EXTREMADURA ·
En 1978 un conocido delincuente pacense, El Cirilo, mató a golpes a su novia. Comenzó a golpearla en la Plaza Mayor cacereña delante de numerosos testigosEl Cirilo es un delincuente prolífico en la Hemeroteca de HOY. Violación, amenazas, robo, delito contra la salud pública, desacato, atentado, riesgo contra la seguridad del tráfico, intento de homicidio y, el más grave de todos, homicidio. Detrás de este último se esconde uno de los casos más graves de violencia machista que ha registrado la región. Una mujer murió de una paliza en un viaje desde Cáceres a Badajoz y nadie la ayudó.
J. M. P. P., alias El Cirilo, sumaba ya numerosos antecedentes en 1978, de hecho, en enero de ese año fue detenido por agredir a un policía. Tenía 34 años y estaba sentado en la calle Zurbarán. Rompió de un puñetazo un escaparate y, cuando un policía armado se le acercó, cogió un trozo de cristal y le atacó. Ante la agresión, el agente desenfundó su pistola y lo encañonó.
El delincuente fue a la cárcel, pero no el tiempo suficiente. A pesar de que en julio se ese año se le relacionó, aunque no como cabecilla, con el famoso motín de Badajoz en el que prendieron fuego a la cárcel, fue puesto en libertad después del verano.
En otoño de ese año convivía con una camarera de una 'güisquería', María Rosa. Era una joven de 26 años, madre soltera de un niño muy pequeño. La mujer se había mudado a Badajoz desde Barcelona.
La situación de la pareja no era buena. 'El Cirilo' la había agredido en otras ocasiones. De hecho unos meses antes del homicidio fue encontrada semidesnuda y golpeada en el polígono García Martín y trasladada al hospital. Una vez ingresada declaró, según los testigos, que no quería abandonarle «porque en el fondo es bueno y se regenerará si alguien se ocupa de él».
El 12 de noviembre de 1978 la pareja viajó a Cáceres en el Renault 8 de El Cirilo y acompañados por José María, un amigo de él que quería visitar a una amiga cacereña, Marian. A media tarde tomaron unas tapas en el centro y luego unas copas. El Cirilo y María Rosa salieron a pasear por la Plaza Mayor y comenzó la agresión. Según declaró el homicida posteriormente «porque ella miraba mucho a otros hombres».
El Cirilo comenzó a darle puñetazos en plena calle, con numerosos testigos alrededor. Ellos contaron que la joven echaba sangre por la boca y estaba conmocionada. María se marchó de la escena y José María, el amigo de ambos, dijo que se iría a Badajoz por su cuenta. Entonces el dueño del coche prometió dejar de pegar a su novia si todos se marchaban a la capital pacense.
Cuando llegaron al coche, El Cirilo volvió a agredir a María Rosa. El acompañante no hizo nada. El conductor metió a la joven en el asiento de atrás y los tres comenzaron el viaje. Durante el trayecto, según testificó posteriormente José María, El Cirilo fue tirando del pelo y golpeando a su novia, que solo gemía.
Cuando llegaron a Badajoz pararon a tomar unas copas en el Gurugú mientras la joven seguía tendida en el coche. Luego volvieron al Renault y pararon en Puerta de Palmas. Allí El Cirilo se dio cuenta de la gravedad de la situación y huyó abandonando a los otros. José María llevó a la joven camarera al puesto de socorro donde la trasladaron al Hospital Provincial, pero ya era tarde. Solo pudieron certificar que estaba muerta.
Al día siguiente la portada de HOY publicó la foto de Rosa María con su hijo y el suceso causó una grave conmoción. Hubo muchas críticas por la falta de asistencia a esta joven. En una sección del periódico llamada 'La calle al habla', un lector resumió el sentir general: «Puede que los que presenciaron el lamentable espectáculo no pensaran, ni por asomo, que la paliza iba a acabar con la vida de la joven, pero hay algo que funciona mal cuando todo lo que hicieron quienes presenciaron el caso fue encogerse de hombros».
El Cirilo fue declarado culpable de homicidio e ingresó en una cárcel de Huesca. Solo cuatro años después le dieron un permiso de siete días que pudo acabar en una masacre.
Calle Encarnación
Tras los siete días de permiso, este delincuente habitual no volvió a la cárcel aragonesa. Llevaba mes y medio en busca y captura cuando llamó a la puerta de un prostíbulo de la calle Encarnación de Badajoz. La propietaria, una portuguesa, le conocía y le impidió entrar. En ese momento había otras dos mujeres y tres clientes en apenas dos estancias estrechas.
El Cirilo se enfadó por cerrarle el paso y sacó una pistola. Era una 'Star' de 9 milímetros que había sido robada de un coche de la Guardia Civil un año antes. Todos los presentes se escondieron en la habitación del fondo salvo un joven portugués que no reaccionó a tiempo. Estaba sentado en un sofá cuando el delincuente le apuntó a la cabeza y disparó. La víctima hizo un movimiento a última hora y se salvó, aunque la bala le atravesó la mano izquierda, con la que se tapaba.
Entonces entró en la segunda habitación amenazando a todos, pero al golpear a una de las mujeres con la culata, se le cayeron las balas del arma. Una de las víctimas las pateó debajo de los muebles y el delincuente huyó. Fue detenido horas después en casa de sus padres.
Por este suceso fue condenado a otros 14 años de cárcel por intento de homicidio, pero no fue la última noticia protagonizada por El Cirilo. En 1987 fue condenado de nuevo, en ese caso, por agredir a un funcionario dentro de la cárcel. Su compañero de celda lanzó botellas y piedras a los guardas y él no hizo nada. Sin embargo, cuando fueron a detener a su compañero, le dio un puñetazo al funcionario.
Finalmente este conocido delincuente de Badajoz tuvo sucesor. Años después detuvieron a dos jóvenes de 23 y 26 años por atracar la sucursal de Banesto en la avenida de Pardaleras. La prensa destacó que el más mayor era un preso que estaba de permiso y que llevaba por mote 'El Cirilín' porque era sobrino del célebre criminal pacense.
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