El monstruo Antonio Anglés huyó por Extremadura
30 años después, la principal hipótesis es que el considerado como autor material del asesinato de las niñas de Alcàsser cogió un barco en Lisboa y fue visto antes en la localidad de Elvas
El 13 de noviembre de 1992 Miriam, Toñi y Desirée, de 14 y 15 años, hicieron autoestop desde su pueblo, Alcásser (Valencia), hasta Picasent, donde se celebraba una fiesta de su instituto en una discoteca. Nunca regresaron y su crimen marcó a los españoles. Los padres nunca volvieron a estar tranquilos cuando sus hijas jóvenes salían y el nombre de Antonio Anglés se convirtió en sinónimo de miedo. Su cara se publicó en todas partes, incluida la portada de HOY, con pistas sobre avistamientos en Extremadura. 30 años después la hipótesis principal apoya que estuvo en esta región durante su huida.
Las apodadas niñas de Alcásser fueron secuestradas por Miguel Ricart y Antonio Anglés, que las llevaron a una caseta en el monte y las violaron y torturaron durante toda la noche. Por la mañana las ejecutaron de un tiro en la cabeza y las enterraron en una fosa envueltas en una alfombra. El sadismo de las torturas fue tan extremo que el autor, Anglés, se convirtió en el monstruo de las pesadillas de muchos españoles.
Los cadáveres fueron localizados 75 días después de la desaparición. Los encontraron dos apicultores y el circo mediático en el que se había convertido el caso aumentó cuando un programa de televisión emitió la reacción de las familias tras el hallazgo.
La investigación dio con los sospechosos bastante rápido. Cerca de los cuerpos encontraron un volante médico a nombre de Enrique Anglés, hermano de Antonio. Eso les llevó a la casa familiar, en la localidad de Catarroja. Cuando la policía llamaba a la puerta, el autor de los hechos se descolgó por una ventana. Con una cuerda de sábanas logró bajar de un cuarto piso y huir.
En ese piso los investigadores detuvieron al otro implicado, Miguel Ricard, que confesó y dio todos los detalles del crimen. Mientras estaban aún en la casa, Antonio Anglés llamó por teléfono diciendo que se llamaba Rubén y dejó un mensaje en el contestador para «el rubio», que era Ricart. Pretendían reunirse para huir, pero tuvo que marcharse solo.
La ruta de huida de Anglés ha sido un misterio durante 30 años, en los que se han acumulado las distintas versiones. La mejor recreación de lo que ocurrió la han realizado los periodistas Genar Martí y Jorge Saucedo, autores del libro 'El fugitivo'. Estos investigadores tienen por una parte los hechos probados, como dónde se escondió en Valencia, o su llegada a Cuenca secuestrando a un conductor. También su viaje en un carguero de Lisboa a Irlanda. Sin embargo, han ido más allá y han rellenado los huecos con testimonios. Su hipótesis da por buena la declaración de que fue visto en Elvas, así que llegó a Portugal a través de Extremadura.
La huida
Anglés nació en Sao Paulo (Brasil), así que desde que desapareció el principal miedo de los investigadores es que lograse marcharse a este país. Tras descolgarse del piso de Catarroja el 27 de enero de 1993, cogió un taxi a Alborache donde durmió en un corral de ganado. Al día siguiente logró llegar a Valencia, donde se tiñó en una peluquería. Llevaba el pelo teñido de rubio y se lo cubrió de moreno.
El 30 de enero estuvo a punto de ser detenido. Estaba escondido en una estación de tren abandonada, en Villamarchante (a 28 kilómetros de la capital valenciana) cuando fue visto por un guardia civil. Los agentes rodearon la estación, pero se escapó y corrió al monte.
También está demostrado, con huellas, que la primera semana del mes de febrero estuvo refugiado en un chalet deshabitado de Benaguasil. Finalmente, el 10 de febrero logró salir de la comunidad valenciana. Lo hizo secuestrando a punta de cuchillo a un agricultor. Se subió en el coche de este hombre, que lo llevó hasta Minglanilla (Cuenca). Allí robó una furgoneta.
En este punto se pierde el rastro y comienzan las conjeturas. El 25 de febrero un hombre secuestra y atraca a un vecino de Madrid en la plaza Tirso de Molina. La víctima identifica al atacante como Anglés y se da fiabilidad a su testimonio.
En Extremadura
El siguiente rastro oficial es en Lisboa, donde consiguió subirse como polizón al barco City of Plymouth. Hasta allí se cree que pasó por Extremadura para cruzar la frontera de Caya. La hipótesis se basa en la declaración de una agricultor extremeño que lo vio en un camino de Elvas y cuyo testimonio se da por bueno.
El paso de Anglés por Extremadura tuvo que ser la última semana de febrero o la primera de marzo del 93 porque se subió al barco el 18 de marzo y fui visto unos días antes en Cascais. HOY publicó el 28 de febrero una información sobre los lugares de la región donde decían haber visto al asesino. El periodista Sergio Lorenzo recopiló testimonios de Madroñera, Trujillo, Valdefuentes, Coria, Moraleja, Mérida o Badajoz. Algunos conductores indicaron que incluso lo recogieron en su coche e identificaron sus tatuajes. La Guardia Civil creía que estaba en Extremadura tratando de pasar a Portugal, ya que hablaba su idioma.
La Guardia Civil pidió ayuda a los vecinos. Destacó que se hacía llamar Ruben o 'Asukiki', que consumía Rohipnol y que solía tapar los tatuajes de sus brazos con gasas. Sin embargo, no fue detenido en la frontera y logró llegar a Lisboa.
Ya en el barco, fue descubierto por la tripulación y encerrado en un camarote por polizón. Se escapó, lanzó un bote de emergencia al agua y saltó a él. Fue rescatado por el mismo barco unas horas después y encerrado de nuevo. Pusieron tablas en las puertas y ventanas de su camarote. Cuando llegaron a Dublín, no estaba.
La hipótesis más aceptada es que alguien le ayudó a huir (el caso se reabrió en 2021 para tratar de identificar al marinero cómplice, pero la mayor parte de la tripulación ha muerto). Una vez libre, pudo intentar nadar a la costa y ahogarse o llegar a Irlanda. Allí su rastro se pierde por completo. Lo han buscado en Irlanda, Brasil, México o Estados Unidos sin éxito. El monstruo está libre o muerto.
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