Cazar en Monfragüe, sí o no

Desde el pasado 5 de diciembre, la caza comercial y deportiva está prohibida en los parques nacionales. Aunque en Monfragüe lo está desde el año 1991, la novedad legal coincide con el anuncio de la Junta de darle un giro de 180 grados a su gestión cinegética en el parque nacional extremeño, sustituyendo las monterías por otros métodos. El cambio es aplaudido por unos y criticado por otros. La ingeniera María Teresa González y el técnico de gestión de recursos naturales Gerardo Pizarro ofrecen ofrecen dos visiones muy distintas sobre los métodos más adecuados para controlar la superpoblación de ciervos y jabalíes.

Ingeniera de Montes (es decana del Colegio Profesional de Extremadura), María Teresa González dirige desde hace 31 años Aproca (Asociación de Propietarios privados de Monfragüe).

–¿Cree que hay que prohibir la caza en Monfragüe?

–Se prohibió por decreto en el año 1991, pero como los animales no entienden de decretos, sus poblaciones crecieron de tal modo que en 1997 hubo que autorizar batidas de control para poder recuperar el equilibrio natural. Y así hemos estado hasta ahora.

–¿Cuál es la mejor forma de combatir la superpoblación de ciervos y jabalíes en el parque nacional?

–Es un problema de España y Europa, que requiere medidas urgentes, al ser el jabalí el principal transmisor de la tuberculosis. Una medida para atajarlo es la caza, pero no vale solo con ella. Hay que tomar también medidas de bioseguridad para proteger al ganado, evitando que beba y coma en los mismos sitios que los jabalíes.

–¿Qué le parece el modelo que plantea la Junta (controlar la población usando jaulas y cercones)?

–Es absolutamente ineficaz. Proponen capturas y eutanasias mediante cercas, cercones y jaulas en las fincas públicas, que no suman ni la mitad del parque. Va a ser un caos. Es un modelo propuesto por personas que no son capaces de llegar a Monfragüe sin usar un GPS. Y que no quieren ni agricultores ni ganaderos ni alcaldes ni sindicatos ni propietarios ni la UEx. Solo lo quieren la Junta y los ecologistas. No hablamos de pegar tiros. La caza es una herramienta para gestionar un problema muy grave, y más ahora, con la tuberculosis disparada. Y como llegue la peste porcina y no tengamos controlada la superpoblación, a ver quién asume la responsabilidad.No es una cuestión de Monfragüe. Es algo que pondría en riesgo a toda Extremadura. Y otra cosa: los métodos para abatir animales que propone la Junta son de una crueldad absoluta. Están en Youtube. La Junta ya los ha utilizado en el parque y lo ha ocultado, porque saben que no son presentables. La caza es tan consustancial a Monfragüe que si hoy es parque nacional, es porque ha sido un legendario coto de caza. Y quien diga lo contrario, miente. Igual que Doñana era el coto de Doñana. O Cabañeros, que está en el top ten de los cotos de España.

–¿Qué opina sobre el informe del Defensor del Pueblo que recomienda a la Junta cambiar su modelo de gestión cinegética de Monfragüe?

–Me sorprendió mucho. Porque contiene una cantidad de inexactitudes impropia de tal entidad. Solo coincido con él cuando le dice a la Junta que lleva cuatro años de retraso con su plan de acción selectiva sobre ungulados. La Junta trata de corregirlo ahora deprisa y encarga un contrato menor y le hacen un refrito de corta y pega, presionada por los radicales ecologistas, con los que la Junta se ha alineado en contra de toda la gente del parque. Algo debe quedar claro: en Monfragüe no existe la caza comercial. Los controles poblacionales con artes cinegéticas son totalmente legales. Si no lo fueran, ya habríamos acabado todos los dueños de terrenos en los tribunales. Organizar esos controles tiene un coste, y por eso el Plan de Uso y Gestión del parque permite que se comercialicen, para que a quien lo organiza no le cuesten dinero.

–¿Qué cree que va a ocurrir al final?

–No lo sé. Pero confío en que se legisle beneficiando a la gente a la que afecta esa norma. La sostenibilidad tiene tres patas: conservación, economía y sociedad. Si se olvida una, el esquema se cae. Confío en que la Junta de Extremadura haga lo mejor para el bien común.

Técnico en Organización y Gestión de los Recursos Naturales y Paisajísticos, Gerardo Pizarro trabaja como técnico de Adenex en Mérida.

–¿Cree que hay que prohibir la caza en Monfragüe?

–No se trata de lo que yo o Adenex creamos, sino de lo que ordenan la ley de parques nacionales y la de declaración de nuestro parque nacional. Las dos prohiben la caza deportiva y comercial, por ser incompatible con los parques nacionales por su repercusión sobre los procesos naturales y su impacto en los espacios de uso público. Además, tanto el plan director de parques nacionales como los planes de uso y gestión recogen la necesidad de disponer de planes de acción selectiva para controlar las poblaciones de ungulados silvestres. Estos han de desarrollarse causando el mínimo daño a otras especies de flora y fauna que también deben protegerse. En Adenex consideramos que el plan de acción selectiva propuesto por la Junta es un avance positivo para la conservación de nuestro parque, y felicitamos expresamente a la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad.

–Le iba a preguntar precisamente qué opina sobre ese plan de la Junta...

–Los consideramos muy positivo, un avance hacia la protección de nuestro parque nacional.

–¿Cuál es la mejor forma de combatir la superpoblación de ciervos y jabalíes en el parque nacional?

–No hay una receta única. Y no es solo un problema de Monfragüe. Hay que ser conscientes de que los ecosistemas naturales están en desequilibrio, porque faltan los depredadores, tan importantes en la cadena trófica de cualquier ecosistema natural. En otros parques sí tienen lobos, pero en Extremadura no. Y hay otro problema, que es la sobrealimentación de los ungulados, para que aumenten sus poblaciones y haya más posibilidades de explotación cinegética.

–¿Qué opina sobre el informe del Defensor del Pueblo que recomienda a la Junta cambiar su modelo de gestión cinegética de Monfragüe?

–Creemos que ha sido muy oportuno y que puede servir para mediar entre la Administración, el sector cinegético y las asociaciones conservacionistas de la región. El informe se basa en la nueva legislación de los parques nacionales, que impide que las acciones cinegéticas para el control de ungulados sean comerciales. El informe ha motivado también otra novedad que entendemos positiva, y es la próxima modificación del Plan Rector de Uso y Gestión del parque.

–¿Qué cree que va a ocurrir al final?

–No se trata de lo que crea yo o lo que crea Adenex o lo que crean quienes defienden otras posturas. Es una decisión que viene de más arriba, de la Administración. Hay una legislación autonómica, nacional y europea que debe cumplirse. Creo que debemos ser conscientes de esto y consecuentes con lo que la Administración plantea. Si yo voy a 160 kilómetros por hora por la autovía porque tengo mucha prisa, nadie se plantea que ese argumento, mis prisas, me vaya a salvar de que me multen y me quiten puntos del carné. Hay una legislación, una serie de normas y requisitos que hay que cumplir. Además, ha quedado demostrado que tras más de veinte años de monterías en el parque, el problema de superpoblación no se ha solucionado. Estamos ante la oportunidad de comprobar otros métodos y analizar con el tiempo si son eficaces. En Adenex creemos que el motor económico de Monfragüe no debe ser solo el sector cinegético, sino las 250.000 personas que visitan cada año este espacio, uno de los más diversos y mejor conservados de Europa.