Adiós al magnate mexicano que eligió Aliseda para sus toros
Generosidad y Empleo. Alberto Baillères adquirió una finca hace ocho años y, desde entonces, ha dado trabajo a los aliseños y tenido detalles con los mayores
«AY!, no me digas que ha fallecido Alberto Baillères. Él y doña Teresa son unas magníficas personas, que se implicaron en el pueblo, dieron trabajo y han sido generosos con lo que se les ha pedido». El pesar de la exalcaldesa de Aliseda Claudia Moreno era ayer compartido en muchos puntos de esta localidad de 1.751 vecinos y ubicada a unos 30 kilómetros de Cáceres.
El magnate, que suele salir a relucir como uno de los más ricos de México, aterrizó en Extremadura hace ocho años.
Primero por Zalduendo, ganadería que adquirió a Fernando Domecq, y después porque compró a Miguel Báez 'El Litri' la finca de Los Guateles en Aliseda para que esos mismos animales continuaran pastando en la región. En su momento se publicó que esta finca de 1.400 hectáreas era importante para El Litri. Allí celebró su boda con Carolina Herrera, por ejemplo. Sin embargo, los once millones de euros que el mexicano puso sobre la mesa pesaron más que el cariño a la tierra.
En el pueblo no han visto al 'rey de la plata' –como le conocían en México– en muchas ocasiones. Pero sí saben que si el Ayuntamiento pedía algo, lo recibía.
Claudia Moreno era la alcaldesa cuando Baillères adquirió la finca. Un día se rompió la caldera de la residencia de ancianos y necesitaba 17.000 euros. Removió cielo y tierra, y no los lograba. Hasta que llamó a «doña Teresa» Gual, la esposa de Baillères, y la familia se hizo cargo de abonar la cuenta a la empresa que la instaló.
El alcalde actual, Ángel Gordo, asegura que en Navidad suelen tener detalles con los internos del geriátrico. Y reconoce que ha creado puestos de trabajo en el pueblo que ha mantenido con los años y que aún permanecen.
Claudia Moreno, la exalcaldesa, apunta a otras ocasiones en las que el matrimonio colaboró con las fiestas locales, «como hacía también el Litri». Aunque este último se dejaba ver más en la localidad y no era raro que organizara festivales. Baillères era distinto, su vida pública en la región ha sido prácticamente inexistente. Venía poco. Valga como detalle que nunca le han visto en la feria de Olivenza, aunque era el empresario de la plaza.
Los tratos con él estaban condicionados por cláusulas de confidencialidad. Eso hace que nadie quiera hablar de su relación o que, si lo hace, sea de forma anónima.
A pesar del conglomerado de empresas que dirigía, estaba pendiente de los tentaderos que organizaba en Los Guateles. Como también apoderaba matadores, entre ellos Morante de la Puebla, han tentado toreros de todo el escalafón. Al llegar a la finca se encontraban con una unidad móvil vía satélite para la retransmisión de manera que Baillères dirigía la jornada en directo desde México.
En el mundo del toro no lo ven tan extraño y aseguran que estas retransmisiones son habituales para que ganaderos residentes en Madrid o Francia supervisen estas tareas en fincas de la región y Andalucía, aunque algunos espadas reconocen haber visto las cámaras en un tentadero por primera vez en su vida en Aliseda.
La peculiaridad en la que todos coinciden, sin embargo, es que las jornadas eran muy largas. Si lo habitual es probar la bravura de cuatro, cinco o seis animales, él no solía sentarse al otro lado de la pantalla si no había una veintena preparados. Tenía más ranchos en Estados Unidos y en México, con ganaderías que testar, así como todo un imperio empresarial que llevar adelante. Por eso lo concentraba todo en unas horas. Si los toreros empezaban a las tres de la tarde terminaban pasada la medianoche. Desde hace más de un año, el empresario pasó el testigo a su hijo Juan Pablo, que continúa dirigiendo los tentaderos desde el otro lado del charco. Su representante en España es el torero retirado Antonio Barrera.
Apenas existen fotografías suyas en Aliseda ni en las plazas que gestionaba a través de la FIT (Además de Olivenza, Zafra y Badajoz), pero sí que se hablaba de él. Solía llegar al aeropuerto de Badajoz en avión y ahí le esperaba un helicóptero para llevarlo a su finca de Aliseda. «He hablado con gente que asegura que lo ha visto bajarse del helicóptero, pero yo no» es la frase más repetida entre quienes han tenido acceso a su entorno.
Claudia Moreno trató al matrimonio desde el Ayuntamiento, generalmente por teléfono. «Son unas personas educadas, sinceras y correctas. Es gente con dinero, pero buenas personas que se portan bien con los más vulnerables. Creo que tienen buen corazón».
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