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Un obrero jugándose la vida en la construccion de El Embarcadero, en 1957 . :: HOY

Los niños de negro del cura y el gran accidente de las minas de Cáceres

DESDE LA MOTO DE PAPEL ·

Sergio Lorenzo

Cáceres

Domingo, 2 de diciembre 2018, 09:03

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Hay mesas en la Redacción llenas de papeles, en las que ordenadores y periodistas estamos rodeados de columnas de fotocopias, la mayoría de noticias más o menos bien corregidas. El compañero Manu y el que esto escribe compartimos una de estas mesas grandes con rascacielos de papel, por los que de vez en cuando revolotea el fotógrafo Salvador Guinea, más que nada para enredar.

La otra tarde Guinea cogió de uno de mis montones de papel, un libro que yo había usado para hacer un reportaje sobre el intento de explotar turísticamente las minas de fosforita que dieron trabajo a miles de personas en Cáceres durante un siglo. Se puso a hojear el libro 'La vida minera en Aldea Moret' que escribieron García Moya, Fernando Jiménez Berrocal y Juan Carlos Martín Borreguero. Cuando la tarde parecía tranquila el fotógrafo exclamo:

–¡Madre mía! ¿Pero tú has visto esta foto? Si parece el anuncio de una película de terror. –Me dijo enseñándome una imagen de un hombre rodeado siete niños, los ocho vestidos de negro– El hombre es el cura que había en Aldea Moret en los años cincuenta, y los niños eran huérfanos que cuidaba el cura. ¿Qué sabes de esto juntaletras?

–¡Haz el favor! Déjame terminar la noticia de las elecciones del Colegio de Abogados de Cáceres, luego, si tal, hablamos tomando una cerveza en el Psicopompo. –Le dije, más que nada, para esconder mi ignorancia.

Cuando terminé la noticia y puse la foto de Carmelo Cascón felicitando al nuevo decano Juan José Flores, me entretuve viendo que el cura de los niños de negro era José Polo Cordero, nacido en la cacereña calle Caleros en 1924, que llegó como párroco a Aldea Moret el 23 de julio de 1953, en donde empezó a preocuparse para mejorar la calidad de vida de las familias que vivían en el barrio. José Polo se acercó a los obreros, llegando a bajar con ellos a las galerías de las minas, y se preocupó en atender a los huérfanos de los mineros que morían por silicosis, aunque oficialmente era tuberculosis para ocultar una enfermedad laboral. Acogió a los huérfanos en la sacristía de la iglesia de San Eugenio, dándoles alojamiento, comida y formación. Llegó a tener a 15 huérfanos acogidos, que pasaron a ser llamados 'los niños del cura', a los que se les reconocía fácilmente porque iban vestidos con un uniforme de pana negra. El cura había logrado que ellos pudieran ir gratis los domingos al Cine Norba.

El cura José Polo con sus huérfanos. :: Libro 'La vida minera en Aldea Moret'

Llamado por algunos el 'cura obrero' y por otros el 'cura rojo' de Aldea Moret, José Polo luchó en Cáceres y Madrid por mejorar la calidad de vida de los obreros y sus familias. Logró que llegará un aparato de rayos X para explorar a los mineros, y que se añadiera un chorro de agua a los martillos percutores para evitar el polvo y la silicosis. El ser tan rebelde le llevó a que en 1958 le destinarán a otra parroquia.

Estuve buscando información sobre este peculiar cura, encontrando que murió el 3 de agosto de 2011 con 86 años. En la noticia de su muerte se recordaba que de sus 62 años de vida sacerdotal, 58 los ejerció en Cáceres. Fundó la parroquia de San Pedro de Alcántara, donde trabajó 41 años. Fue profesor del Instituto El Brocense y se recordaba que le gustaban los coches. Tuvo un biscúter, en el que llevaba a sus huérfanos de Aldea Moret, un porche y un BMW. El sacerdote salió en la prensa en el año 1988, cuando en la iglesia de San Pedro de Alcántara entraron jóvenes que realizaron actos vandálicos y sacrílegos, que originó el posterior juicio y condena de siete muchachos. También se recordaba su intervención en un gran accidente de las minas en 1957.

Llena la cabeza de toda esta información, en el Psicopompo se la fui diciendo a Guinea como si la supiera de toda la vida. Él asintió y de pronto me dijo:

–Bueno... ¿y cuál fue ese gran accidente, juntaletras?

–Mañana te lo dijo, que tengo prisa. – Le mentí, escapando del bar-librería.

Al día siguiente adelanté mi hora de entrada en la Redacción para buscar noticias del accidente en el servicio de documentación del Diario HOY.

El accidente ocurrió el 16 de abril de 1957, y hubo un muerto y numerosos heridos. No fue el derrumbamiento de una galería de las minas en las que trabajaban cien mineros ese día, sino en el edificio El Embarcadero que se estaba construyendo a toda prisa, trabajando en esa obra 78 personas cuando ocurrió el accidente. La bóveda comenzó a desplazarse hacia adelante con un gran ruido, lo que propició que los trabajadores que estaban debajo de la bóveda escaparan, pero no los que se encontraban trabajando sobre ella, que cayeron al suelo, quedando alguno sepultados en los escombros.

El grave accidente del 16 de abril de 1957 en Aldea Moret. :: Libro 'La vida minera en Aldea Moret'

El accidente ocurrió sobre las once de la mañana y se fue atendiendo a los heridos, que según relata con nombres y apellidos el periódico HOY fueron 25, de los que llama la atención que dos tenían 16 años: Nicéforo Clemente Rivero y Vicente Pastor Solís.

El drama se fue agrandando cuando se notó que faltaba un trabajador: Antonio Blanco Jardín, popularmente conocido por 'el pajarino', que era carpintero, tenía 38 años y estaba casado y con un hijo. En las labores de quitar los escombros se encontraba su hermano, que era cabo primero de infantería y el cura José Polo, que se asegura que es el que dio con su cadáver. A las dos de la tarde es cuando apareció debajo de un bloque de hormigón de varias toneladas de peso.

El periodista contaba que en los trabajos de rescate, «se distinguió el reverendo señor cura párroco de la barriada, don José Cordero, que incluso se lastimó ligeramente en una mano, no cesando por ello en sus beneméritos esfuerzos».

Cuando llegó Guinea le fui contando como una cotorra lo que sabía. Asintió y me dijo:

– Oye... ¿y qué sabes de la huelga de las minas de Aldea Moret de hace un siglo, en donde parece que la siguieron 600 trabajadores?

–Hombre. ¡Ya está bien de tanta pregunta! Me voy a un juicio al Palacio de Justicia, que hay que trabajar para levantar el país. – Le dije para escapar, maldiciendo la curiosidad de Guinea, que es como la curiosidad del gran niño que todos llevamos dentro, y que a muchos nos da fuerzas para seguir viviendo.

Cuando estaba sentado detrás de los acusados no paraba de pensar: «¿Qué pasaría en esa huelga? ¿se parecería a las huelgas de la película 'Novecento' del recién fallecido Bertolucci? ¿Qué pasaría?».

Maldita curiosidad.

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