Las bibliotecas callejeras llegan con la primavera a Badajoz
Lectura ·
Cinco casetas con libros se colocarán en parques para que cualquiera los pueda leer al aire libre o en su casa sin más trámite que cogerlosCon la primavera florecerán los libros y es que en cinco parques de la ciudad se instalarán casetas donde cualquiera podrá agarrar el título que más se le antoje y leerlo mientras espera la puesta de sol desde la Alcazaba, hace una parada en su caminata por el parque del río, se toma una cerveza en San Francisco o vigila a sus hijos en los columpios de los parques de las Américas o de San Fernando.
Después de dos años desde que SOS Casco Antiguo pusiera encima de la mesa del Ayuntamiento y la Diputación de Badajoz el proyecto de bibliotecas callejeras, la iniciativa sale adelante y lo hace con el empuje de la Fundación CB que es quien ha sufragado el coste de las casetas y el empeño de Carlos Díaz, el propietario de la churrería 'aAaaa' de Moreno Zancudo, que donará los libros de su biblioteca particular para llenar las estanterías callejeras.
La fecha elegida para que las casetas de libros salgan a la calle será la primera semana de abril y los lugares para colocarlas aún están pendientes de confirmarse si bien la propuesta de SOS Casco Antiguo fue bien recibida por la Concejalía de Cultura. Estos lugares serían la Alcazaba, el parque del río, San Francisco y los parques de las Américas y San Fernando.
En cada uno de estas bibliotecas callejeras hay dos estanterías con capacidad para medio centenar de libros cada una, pero la oferta será viva, ya que de lo que se trata con esta iniciativa es que la gente pueda llevarse los libros, devolverlos o dejar otros que tenga olvidados en su casa o quieran compartir con la gente.
Y es que en esta invitación a la lectura callejera, a levantar la vista del Facebook y abrir un libro en un parque, no hay normas más allá del civismo. Cualquiera puede coger el libro que más le sugiera para leerlo in situ, llevárselo a su casa y devolverlo cuando lo termine o quedárselo para su biblioteca y también acepta donaciones de gente que pueden dejar en las casetas los libros que quiera compartir.
«Son puntos de lectura nutridos de libros y puedes hacer lo que quieras desde usarlos normalmente para matar el tiempo y luego devolverlos hasta llevártelos a casa. También serán puntos de recogida y de intercambio de libros, donde no hará falta registrarse ni tener carnet ni estar pendientes de plazos de devolución, es una biblioteca a mano y de fácil acceso», resume Luis Pacheco, portavoz de la plataforma SOS Casco Antiguo, que fue quien dio forma a la idea de Carlos Díaz, cuya librería benéfica muestra apenas el 20% de los volúmenes que tiene en su almacén, donde guarda los libros que le donan para darles una segunda vida.
«La librería de Carlos tiene músculo para soportar 20 librerías de este tipo. No son libros viejos, son viajados, curtidos con las anotaciones o los párrafos subrayados de cada lector que lo ha tenido en sus manos», dice Pacheco y suscribe el propio Díaz. De hecho este es el propósito, que en todos los barrios haya una biblioteca callejera, en la estación de tren y de autobuses o en el jardín del Hospital Universitario, en definitiva en lugares de recreo o espera propicios para aficionar a la gente a la lectura.
Con estas primeras cinco bibliotecas callejeras se probará cómo cuaja la iniciativa. Sus promotores no son muy ambiciosos: «Con que un solo chaval se enganchase a la lectura gracias a estas bibliotecas no daríamos por satisfechos», reconoce Pacheco, quien también sabe que es posible que las casetas sean objeto del vandalismo. «Tenemos dos casetas de repuesto que hemos hecho en la plataforma artesanalmente y nosotros nos encargaremos de hacer rondas por ellas para arreglar desperfectos o nutrirlas de libros si vemos que hace falta».
Los clásicos
La selección de lo que podrán encontrar los pacenses en las bibliotecas callejeras se va a hacer siguiendo dos premisas. Una, tirando de los clásicos de la literatura infantil, juvenil y adulta, desde Verne a Stendhal, pasando por Joseph Conrad o Dostoyevski; y dos, recogiendo las sugerencias de los propios asiduos de la librería benéfica de la churrería de Carlos Díaz. «A través de un pequeño buzón, nos gustaría que la gente eligiera los libros que le gustaría encontrar en las casetas para alimentarlas».
Esta iniciativa aspira a convertir las bibliotecas callejeras en parte del mobiliario urbano, como los bancos, las farolas o las papeleras. «Se trata de normalizar los libros estando al alcance de todo el mundo. Empezamos con cinco casetas, pero lo deseable sería que los libros llegasen a cada barrio», concluye Pacheco.
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