20 años de belenes de museo
Navidad ·
El belén monumental de la asociación de belenistas cumple dos décadas, en las que ha conseguido hacer de la tradición un arte y ser una cita ineludible de las fiestasSuena la música del final de 'La lista de Schindler' conforme se avanza por la rampa del Museo Luis de Morales en dirección al belén monumental. La música es tan evocadora que inevitablemente parece llevarte a un tiempo más contemporáneo del que esperas ver. De pronto, el violín queda de fondo y te topas con puertas, celosías, arcos y telas que te trasladan a las medinas de Fez o Tetuán y, en una esquina, el Nacimiento que definitivamente te sitúa ante la representación del belén. Esa mezcla habla de la evolución de una tradición, la de montar el belén en Navidad, que de la mano de la Asociación de Belenistas de Badajoz ha alcanzado la categoría de arte.
El que ayer se inauguró en el Museo Luis de Morales, el primero de aires orientalistas inspirado en las pinturas que a lo largo del tiempo han recreado el exotismo árabe, es con el que se conmemoran los 20 años del belén monumental, un cita consolidada en la programación navideña de la ciudad, que recibe cada año varios miles de visitantes.
En estas dos décadas, ningún belén ha sido igual a otro y tanto en modas, como en técnicas y materiales hay un abismo desde aquel primer belén monumental de las Tres Campanas que montó Diego Cachero, el fundador de la asociación, al que durante esta Navidad podrá verse en el Luis de Morales hasta el día 5 de enero.
«Los primeros eran belenes muy hebreos, que representaban el tiempo del nacimiento de Jesús como nos ha llegado a nosotros por descripciones bíblicas, películas y pinturas», recuerda Soledad Ayuso, actual presidenta de la asociación de belenistas de Badajoz.
Eran esos belenes de casas con cúpulas, cuevas, mares o calles y plazas de la Palestina del siglo I y las figuras de aspecto hebreo realizadas por los artesanos José Luis Mayo y Joaquín Pérez.
«El primer belén diferente que hicimos –continúa Ayuso– representaba a la ciudad de Badajoz». Con este paso, se cambió de tercio y por primera vez se representó un Nacimiento costumbrista, que se repitió cuando representaron una matanza extremeña con figuras que lucían las mismas ropas que pintaron en sus cuadros Covarsí o Eugenio Hermoso para ambientar la Natividad.
Este año han apostado por el belén orientalista y les queda un mundo por explorar: los barrocos, los napolitanos... El belenismo vive un momento dulce en Europa, tanto que aspira a convertirse en patrimonio de la humanidad.
A la hora de imaginar el belén que hacen con esmero cada año una veintena de belenistas pacenses, el principal condicionante son las figuras, que es lo único que no hacen con sus propias manos, si no que van comprando poco a poco. La creatividad, sin embargo, no tiene límites cuando se trata de pintar las escenografías. Para ello, han ido adquiriendo conocimientos de arquitectura que les permite dar profundidad, dimensión y perspectiva a sus escenas; electricidad para la iluminación; e incluso fontanería cuando hay que recrear un río o una fuente.
En esta tarea les ha ayudado mucho la evolución de los materiales. Los primeros belenes estaban hechos con corcho blanco recubierto de escayola. Hoy usan el mismo poliespán que se emplea para aislar paredes, que cortan con hilo caliente y les permite imitar fielmente la madera, la piedra o el ladrillo. La escayola se mezcla con papel, arena o posos de café para recrear texturas, con una impresión 3D hacen ventanas y celosías que antes daban forma con palos, y en lugar de bombillas que no podían ponerse cerca del cocho porque salía arder, las luces ledes les han abierto un mundo para que la transición entre el día y la noche recree todos los colores del ocaso.
Los belenistas pacenses han convertido el belén en un arte, donde el Misterio encaja en un espacio y tiempo distinto al de la ciudad del pesebre.
Escenas bíblicas en un cajón de madera que ilustran el mundo hoy
El belén monumental se acompaña cada año de 22 dioramas, que son escenas en miniatura dentro de una caja de madera, que abarcan desde la Anunciación de María a la infancia de Jesús. La libertad creativa del belenista, en este caso, es aún mayor porque algunos emplean pasajes bíblicos sobradamente conocidos como el de la huida a Egipto para plasmar el drama actual de la inmigración.