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Ismael Clemente, en una imagen tomada en el despacho y facilitada por su empresa, Merlin Properties.
«El extremeño es muy productivo cuando lo sacas de su pecera»

«El extremeño es muy productivo cuando lo sacas de su pecera»

Ismael Clemente Orrego | Consejero delegado de Merlin Properties ·

El empresario extremeño pagó de su bolsillo parte de los 13 robots para detectar la covid-19 que hay en España. Dos están en la región

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Domingo, 23 de agosto 2020, 09:16

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Si hubiera una competición de empresarios como la de fútbol habría que decir que Ismael Clemente Orrego (Valencia del Mombuey, 1970) juega en la Champions. Estudió Derecho y trabajó en Garrigues, uno de los bufetes de campanillas de nuestro país, pero con 26 años empezó a volar solo y creó su empresa en el sector inmobiliario. Tan experto es él, tanto manda y tan sorprendentes son sus decisiones que se le ha definido como 'el gran director de orquesta del ladrillo español', o incluso un 'José Tomás inmobiliario'. Esos apelativos se los ha ganado -además del título de mejor empresario del año 2016- por el éxito de su gestión al frente de Merlin Properties, a la que ha aupado al liderato, que comparte con Colonial, de las compañías de inversión inmobiliaria en España por su valor (12.400 millones en activos) en la Bolsa. También ha adquirido notoriedad porque pilota la 'operación Chamartín', una de las más ambiciosas de España y porque su sueldo, de 6,4 millones anuales, es de los más altos del Ibex 35. Sus padres eran maestros de escuela y él se siente devoto de la educación jesuítica que recibió en el colegio San José, de Villafranca. Tiene una finca en Talarrubias, en la que ha abierto un hotel rural y sobre la que diseña proyectos más ambiciosos y en la que se piensa retirar «cuando mi empresa me ponga en la calle». Ismael Clemente huye del extremeñismo de garrafón y entre nosotros ha sido noticia en las últimas semanas por comprar dos de los trece robots que hay en nuestro país para detectar la covid-19 en los test PCR. Dos de esos robots están en la región.

–Usted tiene experiencia en crisis. El mercado inmobiliario ha tenido algunas sonadas desde 1996, en que trabaja en él. ¿Esta crisis, para su sector, es distinta o igual a otras?

–Es especial porque está causada por un sector externo, mientras que la de 2008 fue causada por el propio sector. Es un meteorito que ha caído, no es culpa nuestra.

–¿Eso de que 'no es culpa nuestra' cómo se debe interpretar? ¿Esa causa externa es buena o mala?

–Yo lo interpreto como un factor positivo porque nos coge mejor preparados que la vez anterior. Si tenemos en cuenta el endeudamiento medio de las compañías inmobiliarias, en la crisis del 2007 era de un 70% medido sobre el valor de los activos; ahora tenemos un endeudamiento medio en torno al 40%. Es decir, financieramente más saneados, lo que significa que la bandeará el sector inmobiliario mejor que la anterior.

–Esta crisis nos ha hecho ver que muchas empresas podrían funcionar sin sedes físicas o, al menos, sin la importancia decisiva que hasta ahora se le daba a la sede física. En este sentido, ¿la economía que plantea esta crisis no deja a un sector como el inmobiliario en un plano más secundario?

–No. Podemos caer en el error de pensar que con la pandemia estamos fundando algo, que a partir de ahora todo va a ser diferente... Creo que es una manera pretenciosa de enfocar la realidad. El sector inmobiliario existe desde siempre. Si acaso, la crisis va a actuar de factor de aceleración de alguna tendencia que venía de antes. Una de esas tendencias, negativa para los centros comerciales pero positiva para el logístico, es la penetración en la parte del mercado minorista del comercio por internet, que representa hoy en España apenas el 6% de las ventas minoristas. Se esperaba que llegara al 20% en los próximos 10-12 años y ahora, con la crisis, es posible que lo haga en la mitad. Pero tarde o temprano se alcanzará una nueva situación de equilibrio.

–Pero el teletrabajo ha irrumpido con fuerza.

–No estoy tan seguro y, además, no significa una amenaza para el sector inmobiliario. Es una tendencia residual. Ese teletrabajo que se hace siempre desde casa y sin contacto físico con la sede de la empresa no creo que le interese al trabajador. Trabajar permanentemente en remoto podría desembocar en una especie de estratificación de los trabajadores: los trabajadores 'a', que son esenciales para la empresa y que tienen que tener un puesto físico en la sede, y un trabajador 'b', que tiene debilitado su vínculo con la empresa por trabajar en remoto. Y hay otro factor importante: una vez que una empresa ha establecido con un trabajador un vínculo remoto, qué le impide a esa empresa establecer ese vínculo con alguien que está, por ejemplo, en Perú. No creo, como le digo, que el trabajo se vaya a desarrollar tanto. Fíjese en la experiencia del teletrabajo por la pandemia: el primer mes todo el mundo muy contento, pero era cuando el confinamiento nos impedía hacer otra cosa, pero en condiciones normales de movilidad, cuando la gente tiene otros estímulos de vida y relación social, el nivel de productividad del teletrabajo se ha ido por el desagüe. Le doy al teletrabajo menos importancia que la que se le está dando como conversación de café.

«Podemos pensar que con la pandemia estamos fundando algo. Que a partir de ahora todo será diferente. Sería un error»

–En cualquier caso, el modelo de gran ciudad está más en crisis que hace medio año y, por tanto, cabe pensar que la compra y alquiler de oficinas disminuye en las metrópolis y aumenta en ciudades medias.

–Ya me gustaría, pero no lo creo. La concentración de talento es indispensable. El talento llama al talento. En Nueva York o Londres no cabe un alma más a pesar de que es carísimo vivir, pero es donde la gente quiere estar. Puede haber una dispersión, pero en cantidad tan irrelevante que en ningún caso puede ser considerado tendencia e incidir en el negocio inmobiliario.

–Me ha fastidiado su respuesta. Iba a preguntarle si cree que con esta crisis Extremadura tiene una oportunidad por ser una zona de escasa densidad de población; una zona menos hospitalaria al virus.

–Yo creo que Extremadura tiene su oportunidad con covid o sin covid. Siempre tiene oportunidad de jugar sus cartas.

–¿Qué cartas?

–Una de ellas es la de la simpatía que suscita. Compruebo a diario que a Extremadura la quiere todo el mundo. Cuando nos hemos manifestado por un tren digno, a esa manifestación ha venido conmigo gente que no es extremeña, pero que comprende y apoya esa causa. Y lo hace no solo porque sea justa, sino porque la pide Extremadura. Otra carta, al hilo de su pregunta, es que podemos ser una potencia en turismo residencial, de gente que se compra o se hace o alquila casa en Extremadura para teletrabajar. Lo veo en mi propia casa: mi mujer, que es abogada, trabaja mucho en nuestra casa de Extremadura y va a Madrid, muchas veces, lo imprescindible. Esto no es una tontería, porque cada vez hay más gente que tiene ese plan.

–¿Esa simpatía que suscitamos en el resto de España, no es paternalista y derivada de que somos las últimas uvas de la banasta? Además, solo de simpatía no se vive.

–Es cierto, pero creo que es un error fustigarnos demasiado. Yo viajo por toda España y veo en Soria, Teruel, Cuenca... una pobreza mayor que en Extremadura. En esas provincias veo pueblos abandonados, mientras que en Extremadura los pueblos están arreglados y en muchos casos preciosos. El problema del abandono rural está muy extendido y en esa clasificación no somos, ni mucho menos, los peores.

–Usted lleva toda la vida profesional fuera, pero tiene el corazón dentro. Está, por tanto, en una buena posición para contestar a la pregunta de por qué no somos capaces de despegar. ¿Por qué?

–Porque el extremeño es muy productivo cuando lo sacas de la pecera, pero si lo dejas en la pecera se amolda al comportamiento de los peces y deja de ser productivo. En los pueblos, la gente se queja de que no traigan empresas. ¡Coño, ve a buscarlas tú!

–¿Y por qué somos productivos fuera y no dentro? ¿Es que vivimos en un ambiente de indolencia?

–Porque el modo de vida en Extremadura es muy cómodo, de manera que con muy pocos ingresos la vida es digna. No hay estímulos. En cuanto hay necesidad, el extremeño despierta.

«El sector inmobiliario no teme al teletrabajo. Es una tendencia residual»

–En las últimas semanas fue noticia porque usted y algunos compañeros de su empresa compraron cuatro de los 13 robots que hay ahora en España (dos en Extremadura) para hacer test de detección del coronavirus. ¿Por qué lo hizo?

–Estas cosas salen, no se piensan mucho.

–Sí, pero le ha costado 380.000 euros.

–Había que hacerlo. Cuando uno ve un accidente en la carretera, no te lo piensas. Frenas y ayudas. Pues esto es igual.

–¿Pero por qué precisamente estos robots para los test de PCR?

–Porque un día de marzo nos llamó una amiga sanitaria que dijo que tenía, a su vez, una amiga española, científica en Londres, que tenía la oportunidad de comprar los robots para detectar el virus mediante las pruebas PCR. Nuestra amiga sanitaria nos dijo que había contactado con el Ministerio de Sanidad y que le habían dicho que el trámite administrativo no garantizaba que llegara a tiempo para comprarlos. Ese fue el click que puso en marcha este asunto. Miguel Ollero y yo nos tiramos en plancha. Miguel es el director financiero de la empresa y amigo desde que coincidimos en el colegio San José, de Villafranca de los Barros. Los dos comprometimos los primeros cuatro robots. Hicimos la operación a través de la Administración de la empresa, de manera que se enteraron otros compañeros, muchos de los cuales quisieron participar. Entonces enviamos una carta a todo el mundo informándoles de lo que habíamos hecho y dando la oportunidad al resto para que se sumaran si querían. Mientras tanto, a Miguel y a mí no nos llegaba la camisa al cuerpo ante el temor de que aquello fuera una estafa porque eran robots americanos pero había que comprarlos en China. Pero llegaron y los distribuimos en Madrid y Barcelona, que era donde más falta hacían. Mientras tanto, mis compañeros habían puesto tanto dinero que tuvimos suficiente para otros cuatro robots, lo cual nos daba la oportunidad de hacerlos llegar a otras partes de España. Ya puestos, organizamos una segunda batida en que comprometimos a otras empresas, Endesa, Santander... y trajimos en total 13 robots, no 12 como se ha difundido. El consejo de administración, cuando se enteró de la operación corrió con los gastos de dos de los cuatro primeros. Es decir, que Miguel Ollero y yo solo compramos dos.

«Si ves un accidente no te lo piensas. Frenas y ayudas. Pues esto es igual»

cOMPRA DE ROBOTS pcr

–¿Y por qué han llegado dos a Extremadura? Porque por población y por incidencia de la covid no nos correspondía. ¿Usted ha tenido algo que ver?

–En principio iba a llegar uno, para el Universitario de Badajoz. Pensábamos que estando Cáceres a 90 kilómetros se podría organizar un servicio rápido de recogida y entrega de muestras, pero al final me llamó Fernández Vara diciéndome que en Cáceres había más contagios que en Badajoz y que si no lo comprábamos nosotros lo haría una institución pública. Al final consiguió que compráramos 13 robots en lugar de 12. El décimo tercero es el cacereño.

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eL 'pROCÉS' CATALÁN

–¿Ha recibido críticas por esta donación? Lo digo porque hay sectores de opinión que este tipo de actos los consideran una obra de caridad y no una acción solidaria.

–No, no he recibido críticas. Nadie se ha molestado en averiguar de dónde han venido estos robots. Vara sí dijo que le hubiera gustado que estos robots hubieran sido comprados con dinero público, pero que era bienvenida la donación privada. Lo entiendo. Yo creo que la sociedad civil tiene que colaborar. A mí me sacan todos los años un carro de impuestos, pero hay veces que, además de los impuestos, hay que aportar más ante una situación extraordinaria.

–Ya que menciona a Fernández Vara, le he leído alguna declaración en que se confiesa 'varista'. ¿Por qué, por su pasado común en el colegio San José, o porque se siente cercano ideológicamente al presidente de la Junta?

–No coincidí con Fernández Vara en el San José, pero los jesuitas dan un marchamo de calidad en la educación. Eso me acerca a él. Pero me gusta por otras cosas, una que creo esencial: está en política porque quiere. Si no quisiera, tiene su profesión. Eso es muy importante. Vara es, además, moderado y a mí me gusta la moderación. Los países más avanzados son moderados, estén gobernados por la derecha o por la izquierda.

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