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La Guardia Civil rodeó el Paseo Pablo Iglesia, donde se encontraba el cuartel. TRAJANO
La huella de la revolución en Villanueva de la Serena que el tiempo borró

La huella de la revolución en Villanueva de la Serena que el tiempo borró

Siete villanovenses con el sargento Sopena al frente quisieron instaurar el comunismo libertario

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Domingo, 14 de febrero 2021, 09:29

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¿Qué pudo pasar por la cabeza de siete jóvenes jornaleros, aquel 9 de diciembre de 1933, para que creyeran en la posibilidad de instaurar el comunismo libertario en Villanueva de la Serena, en plena II República? Esa es la pregunta a la que el investigador y profesor Antonio Molina Cascos trata de dar respuesta en su último libro titulado 'La insurrección revolucionaria del sargento Sopena. Villanueva de la Serena, 1933'. Hay algunas luces, pero sobre todo muchas sombras sobre este hecho histórico que tuvo una gran repercusión política y también mediática en todo el país, pero que con los años se ha ido desvaneciendo.

No fue un hecho más, puesto que se cobró la vida de casi una decena de personas, entre ellas la del cabecilla del levantamiento, el sargento Pío Sopena, y atemorizó a todo un pueblo. Precisamente, por eso, para rescatarlo del olvido, la obra ha sido publicada por la Editora Regional de Extremadura incluida en la colección 'La Memoria', que vuelve a aparecer con este análisis después de varios años sin aumentar sus títulos.

Muchas visitas a archivos y hemerotecas han sido necesarias para que Molina pueda desgranar lo ocurrido, aunque no ha sido fácil conocer qué paso en aquellas poco más de 24 horas en las que los villanovenses vieron cómo la ciudad fue blindada por un destacamento militar procedente de Badajoz, la Guardia Civil y por la Guardia de Asalto. Desde sus casas, los vecinos escuchaban con temor los disparos y los cañonazos que impactaban contra la fachada de la Caja de reclutas, que hoy acoge el Hospital de Santa Justa. Y es que, precisamente, ese fue el lugar en el que los militares rebeldes a la República se hicieron fuertes atrincherándose para resistir el enfrentamiento, recoge el libro.

Arriba, publicación de la noticia den el Diario HOY en 1933; abajo a la izquierda, el historiador Antonio Molina, autor del libro; a la derecha, los soldados señalan a un periodista dónde fue encontrado muerto Sopena. HOY / TRAJANO
Imagen principal - Arriba, publicación de la noticia den el Diario HOY en 1933; abajo a la izquierda, el historiador Antonio Molina, autor del libro; a la derecha, los soldados señalan a un periodista dónde fue encontrado muerto Sopena.
Imagen secundaria 1 - Arriba, publicación de la noticia den el Diario HOY en 1933; abajo a la izquierda, el historiador Antonio Molina, autor del libro; a la derecha, los soldados señalan a un periodista dónde fue encontrado muerto Sopena.
Imagen secundaria 2 - Arriba, publicación de la noticia den el Diario HOY en 1933; abajo a la izquierda, el historiador Antonio Molina, autor del libro; a la derecha, los soldados señalan a un periodista dónde fue encontrado muerto Sopena.

A partir de ahí, Antonio Molina, bucea en el antes para conocer las causas que llevan a un sargento de Infantería destinado en la Caja de Recluta número 7 de Villanueva a tomar esa determinación. El profesor contextualiza que las elecciones habían sido en noviembre de 1933, en las que había ganado la coalición conservadora de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) junto con el partido republicano radical de Alejandro Lerroux. Antes, el sindicato anarquista CNT había llamado a la insumisión al voto, y después a la insurrección contra el gobierno. Llamamiento que Pío Sopena llevó al pie de la letra en Villanueva. «Una tormenta en medio del tsunami que ocurría a nivel nacional, que solo sirvió para que Villanueva viva, analizando el contexto en que se desenvuelven los acontecimientos del amotinamiento insurreccional, »que al fin y al cabo no llegan ni a 48 horas porque se amotinan un sábado por la noche y el lunes por la mañana ya está resuelto«, explica. Al mando, un sargento nacido en Barbastro (Huesca) que llevaba un año y pico en la ciudad a donde fue destinado »como una especie de destierro por varias aperturas de expedientes antidisciplinarios por su ideología«. Conocido el atrincheramiento, que se había venido cociendo en encuentros en la Casa del Pueblo o el Café Liceo, entre otros, donde Sopena buscaba adeptos a su causa, las fuerzas del orden no se hicieron esperar y tampoco el ataque »que acabó con la muerte de dos guardias civiles y de siete de los ocho amotinados, porque hubo un superviviente que logró escapar después de hacerse el muerto«.

En contra de lo que se pueda pensar, todo apunta a que no fue la bala que alcanza a Pío Sopena la que acaba con su vida. En el libro, Molina habla del derrumbamiento de la bóveda del cuartel tras un cañonazo, la cual el sargento no pudo esquivar al no poder de incorporarse.

«Todo fue muy rápido, los hechos y también las repercusiones inmediatas» como la detención de miembros que se entendían implicados en la revuelta, la clausura de la Casa del Pueblo, perteneciente a la agrupación socialista de Villanueva de la Serena o el propio Ayuntamiento, señala. A este respecto, el autor del trabajo destaca la repercusión que tuvo un artículo firmado por el médico y político Juan Negrín, publicado en 'El Socialista', donde se da cuenta de las circunstancias que rodearon a la solución final del acontecimiento puntual «y donde se deja entrever la desproporción de medios y fuerzas en el ataque».

La causa de muerte del sargento parece ser el derrumbamiento de la bóveda del cuartel tras un cañonazo

Los vecinos escuchaban con temor los disparos y los cañonazos que impactaban contra la Caja de Reclutas

Todo ello, narra Molina Cascos, fue motivo de un debate que tuvo lugar en el mes siguiente en las Cortes Españolas, en el Parlamento de la República, encabezado por la delegación socialista de Juan Simeón Vidarte, abogado y diputado socialista.

Los años pasaron y la Guerra Civil, la dictadura de Franco y la transición democrática hicieron que este hecho se fuera disipando, aunque no para todos. Todavía hoy, algunos familiares de los caídos en esa fugaz insurrección, siguen sin tener muy claro qué pasó en esas casi 24 horas. Las respuestas, puede que las tenga Antonio Molina en las 220 páginas de su impecable investigación.

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