El fútbol se toca sin medida
Nunca han faltado los gestos obscenos en los estadios. Di María ha sido el último, pero antes ya lo hicieron estrellas como Míchel o Schuster
FERNANDO MIÑANA
Jueves, 9 de enero 2014, 02:26
El futbolista, antiguamente, celebraba con recato. Los goleadores alzaban los brazos mientras esperaban la felicitación de los compañeros o, los más espontáneos, se daban una carrera que culminaban con un tímido saltito. Ahora no. A los jugadores actuales les encanta montar el número. Unos se quitan la camiseta, otros dan una voltereta y algunos montan una pequeña 'performance' con más o menos gracia. Las ha habido absurdas hasta el ridículo, como el día que, en los noventa, Leandro, un brasileño del Valencia, imitó a un perro que levantaba la patita para mear sobre el césped después de marcar un tanto en el Calderón. O el inglés Fowler, quien después de transformar un penalti se fue a la línea de fondo e hizo, mientras McManaman trataba de evitarlo, como si se la esnifara.
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Di María ha sido el último en hacer un gesto obsceno en un estadio, pero no el único. La historia reciente del fútbol está cargada de escenas similares. Una de las más trascendentes fue aquella de Míchel, el centrocampista de aquel Madrid de la 'Quinta del Buitre' que, en un saque de esquina, echó la mano hacia atrás y comenzó a tocarle los 'huevos' a Valderrama. El colombiano, entonces en el Valladolid, incrédulo, no daba crédito a lo que estaba viendo y comenzó a mover la mirada de sus genitales al rostro de Míchel y vuelta a empezar. La provocación del madridista fue la excusa perfecta para que en todos los campos de España, donde era odiado a partes iguales por su calidad y su chulería, comenzaran a cantarle «Míchel, maricón».
Las 'peinetas' del clásico
Cuanto más tenso es un partido, parece que más llamativos son los gestos. Y si hay un partido tenso por excelencia en España ese es el clásico. Los Real Madrid-Barcelona, sean en el campo que sean, están atiborrados de fotografías inolvidables. Como el día que un jovencísimo Raúl se llevó el dedo índice a los labios para hacer callar a los aficionados del Camp Nou después de marcar el tanto del empate (2-2).
Pero tan memorable como el celebérrimo gesto de Raúl fueron los cortes de mangas de Bernd Schuster y Giovanni en sendos clásicos. El primero, el del alemán, se produjo hace 30 años en la Romareda durante una final de la Copa del Rey justo después de que su compañero Marcos marcara el gol de la victoria (2-1) en el último minuto. Algo parecido a lo que sucedió en 1997, cuando Giovanni anotó el 2-3 en el Bernabéu y su celebración, mirando a la grada, incluyó tres cortes de mangas que, poco después, le acarrearon dos partidos de sanción. En el otro bando tampoco se libran y en otra final de Copa, la que enfrentó a Barça y Madrid en Mestalla, en 2011, Pepe no pudo contenerse y brindó otra 'peineta' después de que Cristiano Ronaldo marcara en la prórroga.
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Pero no solo escandalizan los gestos impúdicos, no, el fútbol tiene una capacidad de sorpresa ilimitada y en un estadio pueden incluso verse saludos nazis. Uno de los más bochornosos lo escenificó en 2005 Paolo di Canio, ídolo del Lazio, quien usó, mano en alto, el saludo fascista para dirigirse a sus seguidores tras batir al Roma.
El último en tener un detalle ofensivo ha sido el francés Nicolas Anelka, quien reprodujo en el campo la 'quenelle' (croqueta en su traducción literal del francés), un gesto considerado antisemita que consiste en extender el brazo hacia abajo y cruzar el otro hasta el hombro y que también ha realizado el base de la NBA Tony Parker, como dedicatoria para Dieudonné, un humorista de origen camerunés que niega el Holocausto y la existencia de cámaras de gas.
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1. Di María se coge el paquete tras ser sustituido entre pitos en el Bernabéu.
2. Anelka reprodujo la 'quenelle', un gesto considerado antisemita.
3. Schuster hace un corte de mangas durante una final de Copa contra el Real Madrid.
4. Fowler marcó un penalti y lo celebró simulando que esnifaba la línea de fondo.
5. Míchel intentó provocar a Valderrama tocándole los genitales en un córner.
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