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M. BARRADO TIMÓN
Miércoles, 10 de abril 2013, 10:59
Hasta el próximo día 13 puede verse en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación de Badajoz la muestra 'Espacio rítmico', que devuelve a la actualidad a la pintora María Ruiz Campins, a la que en sus comienzos se situó en la tendencia del 'lirismo abstracto'.
Han pasado diez años desde que Ruiz Campins expuso en el Colegio de Arquitectos de la capital pacense y justifica ese largo periodo de silencio público diciendo escuetamente que «es así como viene».
'Espacio rítmico' reúne dos disciplinas muy queridas que han definido la vida de esta pintora que nació en Palma de Mallorca en 1940 y estudió piano en el Real Conservatorio de Madrid, donde obtuvo el título en 1960. Después, en 1968, finalizó los estudios de Bellas Artes en Sevilla.
'Espacio rítmico' es un serie que, está conformada por cuadros al óleo, collages, y esculturas realizadas con materiales reciclados e instalaciones. La serie mereció este nombre «porque he incorporado la música a la pintura», según dice Ruiz Campins.
Cuando se le pregunta si sigue tocando todos los días el piano, contesta que «a veces». «Estoy más dedicada a la pintura», dice al fin.
Lo del óleo es uno de los secretos que se esconde tras los delicados colores de los cuadros de María, porque la artista lo utiliza muy diluido, casi como si aplicase acuarela, lo que le obliga a dar al cuadro un tratamiento rápido y decidido que, además, no permite rectificaciones.
Los material reciclados para las esculturas los selecciona porque le gustan sus formas o sus colores. También por una cuestión ecológica, admite.
María Ruiz Campins ha sido profesora en la Universidad de Extremadura, pero ya está jubilada, y desde esa distancia, añora a sus alumnos y al mundo de los compañeros que la rodearon.
La abtracción fue el camino que se abrió con naturalidad ante la artista en momentos en que no muchos pintores habían optado por ella en Extremadura o se limitaban a realizar incursiones experimentales en la misma. «Yo iba reduciendo y reduciendo las cosas. Y llegué a la abstracción», simplifica para explicar esa elección abstracta que le obliga, según confiesa, a controlar férreamente la composición de los cuadros. «Hay que pensarlo bien, no se trata de dar pinceladas sin ton ni son. Todo va muy estudiado».
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