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J. R. ALONSO DE LA TORRE
Domingo, 19 de febrero 2012, 02:26
En 1812, la familia Holm ya elaboraba foies y patés en Copenhague. Uno de sus descendientes llegó en 1945 a Fuente de Cantos para supervisar el montaje de una fábrica de harina. Se enamoró de una muchacha del pueblo y se casó. Así nacía la familia Sousa Holm (en Dinamarca, el apellido de la madre se pone primero). Uno de sus hijos, el más pequeño, se llama Eduardo Sousa y nos recibe en su granja de ocas al aire libre de Pallares, al sur de Badajoz.
En el año 2000, Eduardo se hizo cargo del negocio de patés de su padre y desarrolló la línea de ibérico. Pero en las tiendas selectas le decían que ese paté, mejor para el supermercado. Eso lo acomplejó, pero no lo arredró. En 2004 decidió llevar sus patés al Salón de la Alimentación de París (SIAL) y todo cambió.
-¿Qué sucedió en París?
-Llevé unos botes de foie de oca casero para comer nosotros, ni tan siquiera estaban expuestos. Hablando, hablando, cogí confianza con unos productores franceses de foie, probaron el que yo llevaba, les encantó, empezaron a llamarse unos a otros, me animaron a presentarme al concurso de foie del SIAL, me dijeron que aquello ya no se hacía, que mi foie natural era una reliquia gastronómica. Me animaron tanto que allí mismo vi futuro en el tema
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