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MANUEL DOMÍNGUEZ
Sábado, 10 de diciembre 2011, 11:39
Hay oficios que por su relevancia pública facilitan el brillo y el reconocimiento social de quienes los ejercen. Sin embargo, en algunos, aunque sean tan necesarios, exigentes y dignos como cualquier otro, hay que ser un profesional muy brillante para que la sociedad reconozca su labor públicamente.
Francisco Almendrote Pizarroso, vecino de Salvatierra de los Barros, fue reconocido durante el desarrollo de la última Feria de Zafra, dentro del XXVI Concurso Nacional de la Raza Porcina Ibérica, por la organización de criadores Aeceriber con el premio al mejor porquero del año.
Además de ser un trabajo en el que la jornada carece de horarios fijos, la crianza y el cuidado de los cerdos exige no pocos conocimientos. La profesionalidad y la responsabilidad de Francisco Almendrote en su oficio es patente desde hace muchos años. Los cerdos también le conocen a él, que parece haber hecho un máster en estos animales. «El instinto del cochino es sorprendente. Si se le molesta o se le castiga en un determinado lugar, procura no volver a él. Tiene tan desarrollados los sentidos que con el olfato distingue, sin partirla, si una bellota está por dentro sana o no, si es dulce o si es amarga. Y distingue los sonidos desde largas distancias; la voz de quien lo cuida, la bocina de su coche, etc. Son muy listos», relata con detalle Francisco.
Al cerdo ibérico se le identifica con la montanera, la etapa final de su crianza y engorde, cuando en condiciones de semilibertad campea en las dehesas extremeñas, bajo las encinas y los alcornoques, para aprovechar de forma racional y natural las bellotas y la hierba. Pero hasta llegar ahí, son muchos los desvelos que exigen estos animales.
«Cuando están recién nacidos hay que fijarse en qué pecho mama cada animal, por si se surgiese algún problema, que suele ser siempre el mismo». En esa etapa crítica hay factores que se deben tenerse en cuenta. «Hay que procurar que no carezcan de ciertas vitaminas y que no les falte hierro». También es importante la temperatura. Las modernas naves de cría, en las que las cerdas de vientre permanecen estabuladas desde antes del parto hasta el final de la lactación, facilitan el control de las condiciones de cría, pero aunque parezca mentira, al cerdo le viene bien el suelo.
Según Almendrote, en el sector del porcino ibérico hay que mejorar la selección genética, manejar el libro genealógico, solucionar los problemas sanitarios, bajo las directrices de los veterinarios, y preocuparse de la alimentación hasta que el cochino entra en la montanera. Opina que, al precio que está el pienso, hay que extremar el control para que una explotación porcina sea rentable.
En Extremadura hay unas 1.500 explotaciones de porcino ibérico, de las cuales el 80% funciona bajo mínimos. El sacrificios de animales bajó el 20% el año 2008, el 25% en 2009 y el 35% en 2010. En Extremadura hay cerca de un millón de hectáreas de dehesas que en muchos casos están infrautilizadas. La situación del sector no ha dejado de agravarse desde 2007. Almendrote asegura que muchas explotaciones continúan porque tienen contratos a largo plazo y siempre con la esperanza de que cambie el panorama. Pero considera que no todas las explotaciones podrán aguantar mucho tiempo más. Se lamenta de que su profesión también esté en crisis y espera que el cerdo ibérico extremeño termine imponiéndose en el mercado nacional, por sus características y su calidad distinguiéndose del producto de otras comunidades autónomas. No cabe duda que conoce su profesión.
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