Borrar
Directo Cáceres acoge ya a la patrona
El poeta que escribe sobre la ausencia
SOCIEDAD

El poeta que escribe sobre la ausencia

Maestro jubilado, dice que le deprime volver a su antiguo colegio y que alguien le pregunte qué desea y adónde va Antonio Román Díez García vuelve la mirada al pasado en su último poemario

M. BARRADO TIMÓN

Jueves, 22 de septiembre 2011, 19:21

Tiene ya otro poemario pendiente de publicación en Beturia Ediciones cuando aún no se han apagado los ecos de su último libro de poemas, a la venta desde antes del verano, 'Clave de ausencia', donde Antonio Román Díez García vuelve realizar el doloroso y literario ejercicio de «la búsqueda del tiempo perdido».

El poeta Antonio Román Díez García ha mantenido inalterable a lo largo del tiempo su ternura por la infancia, fruto de su vocacional dedicación a la enseñanza y su nostalgia por tiempos duros, pero tal vez más humanos, que vivió en pueblos donde todo era más auténtico.

El secreto de las composiciones poéticas de 'Clave de ausencia' está en la reflexión sobre la nostalgia de ese tiempo ido, es «la añoranza y el cariño hacia mi pueblo y mis seres queridos; es la manifestación de un sentimiento perenne y constante», dice el poeta.

El libro contiene poemas escritos a lo largo de varios años y una ausencia destacada en ellos es la de su padre, recordado desde la niñez y en la enfermedad final, con el cambio de perspectiva que nos otorga el paso de los años.

«Yo quería verlo en todas partes y en ninguna estaba -recuerda el escritor sin poder evitar emocionarse-. Yo le sostuve en mis brazos y le sostuve en mi recuerdo. Perderlo fue un golpe grande para mí porque me parece que no estuve con él todo el tiempo necesario ni estuvo tan dentro de mí como yo hubiera querido ahora. Es triste quedarse siempre corto en el cariño aunque lo hayas dado todo».

El respeto por la infancia ha permanecido siempre activado en Antonio Román Díez, tanto durante los largos años que ejerció de maestro rural en Andalucía o Salamanca y en el colegio Juan Vázquez de Badajoz, como ahora, mientras pasea a sus nietos por el Parque de San Francisco. «Desde la escuela he cultivado mucho el relato y la poesía -comenta-. Yo estaba en la clase y me asomaba a la ventana y, si llovía, les ponía a los niños un dictado sobre el cielo gris y las calles húmedas. Ellos plasmaban cualquier tristeza o alegría que había. Yo he trabajado la literatura en la escuela y he escrito para la escuela. He dedicado poemas a aquellos niños que venían a las clases con olor a ajo y a tostada. Estuve siempre muy identificado con los alumnos que he tenido».

Todos sus alumnos se hacen presentes en ese niño-Dios que Antonio Román rescata invariablemente por Navidad para componer un christma poético que envía a sus amigos y conocidos y que enlaza con cualquier conflicto latente en que se pongan de manifiesto las injusticias sociales.

En esa felicitación ha hablado de los niños de El Aaiún, de aquellos niños de la escuela mártir de Beslán y de su nostalgia por esas aulas a las que a veces regresa de visita sintiéndose aún maestro para encontrarse con alguien que le pregunta quién es y qué desea.

«Llegar como extraño a los sitios que has considerado tuyos me deprime -dice-. ¡Yo, que me asomaba a la ventana de clase para transmitir ese mundo a mis alumnos como aquel hombre del poema de José Hierro que miraba desde los barrotes de su celda, ahora me encuentro con que me preguntan si deseo algo! Yo, que he pasado por aquí subiendo peldaño a peldaño hasta mis clases...».

Antonio Román estuvo durante 17 años como director en un colegio del Real de la Jara, en Sevilla y antes había ejercido en Fuente de Cantos y la provincia de Salamanca, donde aprovechó para iniciar sus estudios de Filosofía. Luego llegó a Badajoz al Colegio Piloto Guadiana y finalmente al Juan Vázquez.

La literatura le abrió camino tanto en el Magisterio como en la vida en general y le ha facilitado buena parte de sus relaciones personales, según reconoce. En los años 60, causó extrañeza en Alicante su conocimiento de la obra de Miguel Hernández, que todavía era un poeta proscrito. También leía mucho en aquella época a Pablo Neruda, cuyos libros poseía a través de las ediciones de Losada recibía por correo. Llegó a tener un libro que le proporcionó un marinero «que contenía el saludo de Pablo Neruda al poeta Fidel Castro y mucha obra de Nicolás Guillén. Todo eso lo perdí porque una vez, en el Real de la Jara, un inspector me lo pidió prestado y no lo he vuelto a ver».

Edición

Alejado de camarillas y de grupos, Antonio Román reconoce, sin embargo, que no ha tenido grandes dificultades para publicar sus poemas. «Tengo libros publicados por la Junta de Extremadura y por el Ayuntamiento de Badajoz, otros publicados en colecciones particulares y uno que salió en la Universidad de Extremadura. Otros han salido gracias a los ayuntamiento de Fuente de Cantos y Monesterio. Otro lo publicó la Caja de Badajoz. Yo he disfrutado muchísimo con mis publicaciones», concluye.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy El poeta que escribe sobre la ausencia