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Ensayo para el paladar
SOCIEDAD

Ensayo para el paladar

La organización de la Vía de la Tapa ofrece una cata comentada de vinos de Extremadura para ponerlos en valor

PPLL

Martes, 5 de julio 2011, 03:19

Los vinos no son sólo la estrella de una buena mesa. Sus propiedades, sus variedades, el amplio abanico de precios y sus posibilidades en el acompañamiento culinario, forman parte de toda una cultura heredada, que en el caso de Extremadura, con más de 80.000 hectáreas de viñedo, supone una importante fuente de riqueza y empleo.

Basándose en estos preceptos, y en el de que no hay una buena comida sin un buen vino, la organización de la ruta culinaria Vía de la Tapa de Monesterio, -en la que armonizan una veintena de bares y restaurantes y el ayuntamiento de la localidad-, ha incluido en su segunda edición, una cata de vinos de la tierra, en colaboración con Bodegas Moreno, empresa familiar de la localidad, que se fundó a mediados del siglo pasado en la finca Los Agazales, y que en la actualidad elabora, embotella y distribuye las prestigiosas marcas Don Lucio, tinto y blanco, y el crianza Tierra de Monesterio.

El Observatorio Español del Mercado del Vino ha presentado un estudio en el que se refleja que cada vez es mayor el número de jóvenes que beben vino. Quizá como consecuencia de esta moda, quienes se inscribieron para participar en esta cata de iniciación están en la barrera de los 40 años. Pero además se dio la circunstancia de que el ensayo estuvo dirigido por la joven enóloga, Carmen María Galindo, de Fuente de Cantos, quien a pesar de su juventud posee un máster en enología y forma parte del prestigioso jurado del concurso de vinos que cada año se integra en la programación de las fiestas de la chanfaina fuentecanteña.

La cata, que tuvo como escenario la sala de conferencia de la casa de la cultura, se ideó como comparativa para la puesta en valor de los caldos que se dan en Extremadura. En este sentido, Carmen María Galindo, que reivindica la necesidad de «defender nuestros vinos», explica que «no se trata de menospreciar a ninguna denominación de origen, ni de dentro, ni de fuera de nuestra región, sino de reconocer la variedad y la excelencia de los caldos que se dan en nuestra tierra».

Partiendo de la base de que todos los vinos son magníficos, el buen catador aprende a valorar defectos. «La cata se inicia bajo la pauta de que el vino a valorar tiene un color y un aroma perfectos, y un sabor ideal», explica Galindo. A partir de ese máximo, se comienzan a restar puntos según la memorización de aromas y sabores que posea el catador. Los afortunados asistentes a este peculiar ensayo para el paladar saborearon la actividad de principio a fin. Se instruyeron en la metodología que se debe seguir para efectuar una buena cata. Después aprendieron a reconocer cualidades y posibles defectos a través de las fases visual, olfativa y gustativa. Tras este primer contacto con el mundo de la enología, ahora les toca practicar, pues «a catar se aprende catando»; una práctica al alcance de todos, ya que todos disponemos de la capacidad y la sensibilidad necesaria para reconocer un buen vino.

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