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LUCAS GARRA
Los últimos del zoo de Almendralejo
Seguimos la pista

Los últimos del zoo de Almendralejo

En julio se cumplen cinco años del cierre de este núcleo zoológico y nada se ha vuelto a saber de los animales que allí vivieron

::LUCAS GARRA

Lunes, 27 de junio 2011, 20:22

Una gruesa reja separa las habitaciones del pasillo interior. Fuera, cinco mástiles presiden un amplio patio decorado con cuerdas y plataformas de madera colocadas a diferentes alturas que sirven de área de descanso y lugar de juego. En una de ellas se encuentra Urtain, uno de los últimos animales que salieron del Zoológico de Almendralejo tras el cierre en 2006. El suelo está cubierto por pastos altos y cortezas de madera que mantienen la higiene y la humedad, elementos importantes en el hábitat de estos inquilinos, pero en esta casa no se discute por quién prepara hoy la comida y de quien se encarga del resto de tareas domésticas.

Para ello está María, una alicantina que desde hace poco más de dos años trabaja en el Centro de Rescate de Primates Fundación AAP en Almere (Holanda) y se ha encargado hasta ahora del cuidado de los dos chimpancés que llegaron en noviembre de 2007 del clausurado Zoológico de Almendralejo; Gingo, fallecido el 10 de septiembre de 2010 a causa de un fallo cardiaco y cuyo cuerpo fue donado a la Universidad de Amsterdam para su estudio, y Urtain. En Extremadura Gingo y Urtain vivían en jaulas separadas por un camino. En Almere permanecieron 4 años juntos y pasaban las horas haciendo 'grooming', actividad que consiste en explorar la piel propia o de otro miembro para sanearla de parásitos o células muertas. Con la llegada de Koko, un chimpancé maltratado por su dueño en Bélgica, el grupo se volvió algo inestable; sobre todo por el carácter dominante de Gingo.

El tiempo trajo la calma y un nuevo intento de reagruparlos con otros chimpancés, pero fue imposible. Tras la muerte de Gingo, Urtain, que ahora tiene 16 años, se convirtió en el macho dominante y actualmente comparte hogar con Koko, 13 años mayor que él. Cada día, Urtain se somete a una gratificante sesión de enriquecimiento ambiental. Esta terapia ayuda a los primates a recordar o aprender los comportamientos propios de la especie, así como a encontrar su lugar en la jerarquía del grupo y a olvidar los malos hábitos adquiridos en los lugares de procedencia. María utiliza bolas de plástico con varios orificios por los que los animales tienen que lograr sacar los frutos secos mezclados con sirope de manzana que hay en su interior; o construye torres de 'frisbees' unidos entre sí por un jarabe de frutas muy pegajoso al que solo pueden acceder si logran despegarlos; o congela bloques de goma rellenos de pienso, convirtiendo así estos mecanismos, no solo en una dieta rica en nutrientes, también les sirve para distraerse y desarrollar el comportamiento propio de la especie, facilitando su reinserción en un grupo.

En Almendralejo, Urtain pasaba las horas andando de un lado a otro de su jaula arropado con una raída manta gris. «Aquí también lo hace. Tiene una manta azul y blanca que utiliza a menudo. Creo que es porque es muy friolero. Casi siempre se la pone cuando se sienta a ojear alguna de las revistas que le damos. Mientras más fotos tenga más le gusta», afirma María. Vivir muchos años solo desarrolla en los animales comportamientos anormales, como la automutilación o los movimientos estereotipados. Un claro ejemplo es Jill, una macaca de Gibraltar que también vivió en el zoo de Almendralejo y que llegó a Holanda con un grave problema de autolesiones. Se mordía y se arrancaba los pelos. Cuarentena Cuando un animal llega a la Fundación AAP se le somete a un exhaustivo programa de control. Gingo, Urtain y Jill no fueron una excepción.

El caso de Urtain es especial. Como el resto, pasó obligatoriamente por la Unidad de Cuarentena, donde se le hizo una exhaustiva revisión a cargo de la veterinaria Hester van Bolhuis. «Llegó con una fístula y un colmillo roto. Le supuraba pus y por eso se infectaba la raíz. La pus subía a la superficie y le formó un hueco en la mandíbula, por lo que hubo que sacar la raíz para evitar una infección permanente ya que los antibióticos no le hacían efecto. Esto era muy doloroso para él. Más adelante, cuando hicimos una radiografía, nos dimos cuenta de que había perdigones por todo su pecho. No solo en la piel, también a más profundidad. No está claro si los disparos se produjeron en la selva o en cautividad. No causan problemas así que los dejamos ahí», afirma la especialista en primates. Tras su paso por el quirófano, Urtain carece de dientes, pero se alimenta con normalidad. Hoy vive en la Unidad de Resocialización, un espacio donde los chimpancés recuperan o desarrollan, según los casos, las habilidades sociales necesarias para vivir en grupo.

El futuro de Urtain todavía no está claro: «Le quedan al menos dos años para ser incluido en un grupo», afirma Carolien Borst, jefe de equipo del complejo de chimpancés de AAP. «Estamos empezando a gestionar algunos destinos posibles, pero de momento no hay nada cerrado. Si Urtain consigue formar parte de uno de los grupos podría ser alojado en AAP Primadomus, la sede que tenemos en Villena (Alicante), por lo tanto volvería a España, pero aún es pronto para saberlo». Cesión o venta Tras el cierre del núcleo zoológico extremeño casi todos los animales que allí vivían fueron cedidos o vendidos, aunque es posible que muchos de ellos murieran antes de ser reubicados. Cinco osos pardos, los tres primates y algunos otros, como dos emúes y dos antílopes nilgo de India, tardaron más de un año en encontrar un nuevo hogar; fueron los últimos en abandonar el zoo. Finalmente, los osos fueron enviados al Parque de la Naturaleza de Peña Escrita, en Almuñécar, Granada. Los emúes y los antílopes nilgo fueron vendidos al Zoológico de Córdoba y los tres primates, cedidos a la Fundación AAP, que se hizo cargo de los gastos del traslado a Holanda. En 2006 el Zoológico de Almendralejo contaba con unos 150 animales de 51 especies diferentes. Así lo corrobora un informe realizado por Infozoos pocos meses antes de su clausura, pero en 1988, como publicó HOY, llegó a tener más de 150 especies y 1.000 ejemplares. Desde su inauguración el 15 de marzo de 1984 el zoo fue denunciado por organizaciones ecologistas y defensoras de los animales.

Ello llevó a la Dirección General de Explotaciones Agrarias de la Junta de Extremadura a anularle la autorización y registro como núcleo zoológico. Finalmente, el 14 de julio de 2006 un fallo de Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEX) obligó a su propietario, José Luis Rodríguez Rosa, al cierre inmediato y a acreditar que había encontrado a todos los animales existentes en el recinto una ubicación legalmente autorizada. Según María Jesús Palacios, jefa de sección de Vida Silvestre de la Junta de Extremadura y una de las personas que gestionó la reubicación de Gingo, Urtain y Jill, la Junta solo determinó el destino de los primates por ser una especie que requiere un tratamiento especial. «De los demás animales solo supimos lo que José Luis nos comunicó», afirma. El expropietario dice no recordar los lugares a los que fueron enviados los animales e insiste en no querer hablar más del asunto.

Desaparecidos

El Gobierno extremeño afirma tener los datos en los que aparecen los destinos y las reubicaciones propuestas por José Luis Rodríguez pero a los que solo pueden tener acceso las partes implicadas por tratarse de un expediente administrativo y estar bajo la ley de protección de datos, explica Marifé Zama, asesora de Comunicación de la Consejería de Industria Energía y Medio Ambiente. La asociación Ecologistas en Acción, como parte implicada en aquel momento, tampoco tuvo acceso a esos datos. «Pregúntele a la Junta qué fue de las tortugas moras», dice Pablo Ramos, parte denunciante cuando era miembro de Ecologistas en Acción y actual coordinador de Ecologistas Extremadura.

Según Infozoos, de las 51 especies identificadas, solo cinco pertenecen a alguna de las categorías de mayor amenaza de la Lista Roja de la UICN; iguana común, tigre, faisán venerado, gallina de Papúa negra de moño blanco y león. Pero también había, entre otros muchos, una pantera negra, un leopardo, un avestruz, algunas cebras, un caimán de anteojos, varios lobos comunes, varios linces europeos, algún zorro de Virginia, varias maras de Patagonia (especie protegida), un búho real, un faisán dorado (en algunas partes del mundo está en peligro de extinción), una anaconda amarilla... y de ellos nada se sabe.

Carlos Llanes, director técnico de Mundopark Zoo de Sevilla cree recordar que allí llegó alguno pero no sabe decir cuales y si aún están vivos o no. «Eso debe saberlo el director, José Luis Malpartida», afirma. Mundopark no ha querido facilitar ninguna información.

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