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CELESTINO J. VINAGRE
Lunes, 21 de marzo 2011, 09:24
Una llamada de teléfono, una confirmación y una sospecha que reaviva viejos fantasmas y abre una farragosa investigación en busca de una hija. José y Paqui, un matrimonio de Salvatierra de los Barros, ya saben que el bebé que tienen enterrado en el cementerio municipal no es Almudena, su hija. Ahora exigen saber qué fue de la pequeña que nació hace casi 21 años y que, según un certificado médico, murió el 14 de mayo de 1990. Los padres no se lo creen y no tienen la menor duda de que su hija fue robada. Una prueba de ADN ha intensificado su hipótesis.
El viernes, desde un laboratorio de Coslada (Madrid), les informaron que los restos genéticos de la niña y el de su madre no tienen nada que ver. Es decir, no son los de su hija. «Literalmente nos han dicho que no son compatibles y han hecho los análisis tres veces. Así que lo tenemos más que claro», indica Antonio Ángel Monge, tío de la pequeña y que, tras consultar a su hermana y a su cuñado a principios de febrero, abrió una investigación para confirmar sus temores.
Certificados y dudas
Almudena fue la primera descendiente de José y Paqui y nació el 10 de mayo de 1990 a las 22.25 horas en el hospital Materno Infantil de Badajoz. Pesó 3 kilos y midió 49 centímetros. «Durante su estancia en recién nacidos normales ninguna incidencia que resaltar y ningún tipo de alarma desde el día 10 al 13 de mayo», aparece en el informe clínico. «Nació muy sana y todo fue muy bien hasta que nos dijeron que tenía problemas cardíacos, pero ni entonces y menos ahora me creo la historia. No ví síntomas de que la niña fuera a morir», explica Paqui.
El informe médico del que disponen señala de que tenía una cardiopatía congénita. En concreto, reseña que presenta «una cavidad de ventrículo izquierdo hipoplásico con coartación aórtica segmentaria desde carótida izquierda a subclavia izquierda».
Paqui lo explica de otra manera. «Nos dijeron que habíamos tenido mala suerte porque esta dolencia solo aparecía entre uno de cada cien niños, pero lo único cierto que hay en la historia es que los restos del bebé que fue enterrado como Almudena no son de mi hija».
«Una de dos, o tuvieron un fallo médico y la niña murió y nos entregaron otra para no levantar sospechas o directamente se la llevaron para otros padres», conjetura Antonio Ángel. «¿Y si el fallo fue que se equivocaron de cuerpo y os entregaron otro?», se le cuestiona. «Pues que aparezca el de la niña», concluye el tío de Almudena, quien añade otra información que, a su juicio, reafirma la tesis de su familia. «El certificado de defunción está firmado por el médico colegiado 1.266, Alberto José Moratalla García. Hemos preguntado por él y no encontramos su rastro», añade.
«Ni mi marido ni yo vimos a la niña un día antes de que dijeran que había muerto. Tampoco la vimos muerta. Desde entonces, me he tragado para mí sola ese pesar y esas dudas sobre qué pasó en el hospital. Ahora, tras lo del ADN y con lo que ha salido en el resto de España, lo veo claro: vinieron a por ella. Nos entregaron otro cuerpo para que no hubiera dudas», sentencia Paqui, que ahora tiene 44 años.
La familia González Monge anuncia el inicio de un persistente camino en busca de saber qué ocurrió con Almudena. «Llegaremos hasta el final o hasta donde podamos», concreta José. «Queremos saber dónde está la niña porque estoy convencida de que está viva», tercia su mujer. Como primer paso, el matrimonio va a reclamar información al SES, como el paradero de los bebes nacidos en mayo de 1990. Después acudirán al juzgado. «No me canso de llorar desde que me dijeron lo del ADN. Dentro de unos días o meses quiero llorar de alegría por haberla encontrado», concluye Paqui.
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