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CRISTINA NÚÑEZ
Lunes, 1 de noviembre 2010, 01:32
De la biografía de Javier Codesal (Sabiñánigo, Huesca, 1958) cuelga la etiqueta de haber sido uno de precursores del videoarte en nuestro país. Hoy, cualquier museo, feria o sala de arte tiene su espacio dedicado a estos formatos, pero hace 20 años artistas como Codesal abrieron una brecha fundamental. Expone en la galería Casa Sin Fin hasta el próximo 13 de noviembre la muestra 'Dos películas', en las que se exhiben dos filmes rodados en los años 90. Son dos piezas únicas, de 35 mm: 'O milagre da carne' y 'Bocamina'. Como elemento paralelo a esta exposición la editorial Periférica ha editado un libro que incluye un texto del artista, una entrevista sobre su trabajo y un DVD con estas dos piezas visuales.
-¿Cómo se da esta colaboración con esta galería cacereña?
-Todo parte de una invitación de Julián Rodríguez (editor de Periférica y director de 'La Casa Sin Fin' para participar en el proyecto de la galería. Julián Rodríguez fue comisario junto con Iván de la Nuez de una exposición que tuve el año pasado en el Palacio de la Virreina, una exposición grande, que nos costó tiempo organizar. Él conoce bien mi obra y a partir de ahí me propone esta exposición. Periférica ya publicó un libro mío el año pasado y ya se me había planteado que dentro de la exposición se editara otro. Es una forma de reunir dos cosas que son muy importantes: por un lado el libro y por otro la exposición, se conjugan la escritura y la parte visual.
-Así que libro y muestran componen un concepto integral.
-La exposición para quien la visita tiene entidad, el libro tiene entidad para quien lo quiera leer, pero para mí hay una satisfacción personal porque me permite trabajar en los dos sentidos, por un lado el texto y hay una entrevista en las que se piensa sobre las cuestiones estéticas que se ponen en juego.
-Responde a distintas cuestiones como cine y vídeo, su postura respecto a términos como videoarte...
-Yo cuando voy a ver arte o cuando voy a ver cine lo que me importa es mi experiencia en primer lugar, y entiendo que para cualquier espectador lo importante es un enfrentamiento desnudo en la sala, por eso la sala es un lugar tan importante, con un lugar de encuentro de una determinada obra, y allí el que juega un papel importante es el espectador, que es el que se tiene que mover y el que tiene que decidir. Luego, hay otra forma de comunicarse que es la escritura, y esa parte también la tenemos.
-¿Por qué se eligen estos dos cortometrajes, hay un motivo especial?
-Son dos trabajos antiguos, de hace muchos años, una tiene 16 años, otra por lo menos 11 y son las dos únicas películas que he rodado en 35 mm. La reflexión y la pregunta que se tiene que hacer uno es un poco qué pasa, porque uno llega a una sala de exposiciones y se encuentra dos películas, que todavía resulta un poco chocante y eso genera una pregunta, qué hace esto aquí. Es importante porque plantea la crisis del cine, el cine como tradición y el cine como fenómeno está en una gran crisis, y desde el arte contemporáneo hay una preocupación. Muchos artistas estamos reconociendo que el cine nos pertenece a los artistas visuales, es algo de nuestra cultura y para todos, porque en el fondo el vídeo y el cine son una misma cosa y yo intento decir que lo que importa no es el formato, sino el trabajo que se hace con la imagen en movimiento.
-A usted se le considera un precursor del videoarte. ¿Cómo se siente dentro de esta etiqueta?
-No hay ningún mérito en eso, es simplemente una cuestión generacional. El videoarte surge en los años 60, aunque en esa época yo no podía trabajar porque era un niño. A principios de los 70 hay algunas experiencias de algunos artistas que trabajan con vídeo. En los años 80 muchos jóvenes que empezábamos a trabajar en el mundo del arte comenzamos a utilizar el vídeo. Ese florecimiento duró cinco o seis años y mucha gente se fue hacia otros caminos.
-¿Cómo ha crecido el videoarte?
-En relación a las tecnologías a principios de los 80 era extraño en el campo nacional el comportamiento de los artistas que queríamos trabajar con vídeo, las instituciones y las galerías eran reacias a trabajar en este formato, pero en los 90, y a medida que estos van avanzando el vídeo toma carta de naturaleza y entonces ahora mismo cualquier artista no tiene ningún inconveniente en usar el vídeo, pintar, hacer fotografía. Hoy en día cualquier artista en activo utiliza el video en un momento dado y en las galerías puede verse fácilmente este soporte. Las circunstancias son así, en el momento en que yo empiezo a trabajar eran de otra manera y esto de ser pionero no significa nada más allá de que comencé a trabajar en el momento en que estas máquinas empezaban a estar disponibles.
-Uno de sus trabajos fue terminar una de las películas de José Val del Omar, un curioso cineasta de la generación del 27 que ahora se reivindica y que cuenta con una exposición en el Reina Sofía. ¿Qué aportó este autor?
-Val del Omar aportó muchas cosas. Su primera película la hizo en el año 1928 y la última la hizo en 1982, cuando falleció de forma fortuita. Son muchos años de trabajo, estaba en un contexto muy difícil y él significa un eslabón y un ejemplo vivo que trabajó en España entre la República y la democracia. Él era un artista o un cineasta extraordinaria, era absolutamente diferente, mantenía una relación con las vanguardias y hace evolucionar eso hasta los 80. Fue un camino muy secreto, y lo ha sido también después de su muerte. La Filmoteca de Andalucía recuperó la obra de Val del Omar y en ese contexto de ese primer trabajo de recuperación de esta obra yo recibí el encargo de reconstruir su primera película, 'Acariño galaico'. Se intentó hacer de una forma fidedigna, lo más fiel posible.
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