

Secciones
Servicios
Destacamos
:: RAFAEL MOLINA
Jueves, 3 de junio 2010, 11:02
Hace más de dos décadas Rosa María Pina viajaba con su marido, el doctor Jesús Trancoso, por la recién inaugurada carretera que transita sobre el muro de la presa de Tentudía. Encantado con el nuevo paisaje que ofrecía la masa de agua hasta entonces inexistente en la zona, Jesús detuvo el coche, y señalando hacia la zona de la cola del embalse dijo a su mujer: ¡Ese es el sitio!. No se equivocó. Tuvieron suerte, un amigo -corredor de fincas en Calera de León- buscó al propietario por si quería vender. Al final, Rosa María y Jesús se hicieron con un terreno único, que veinte años después han convertido en «un alojamiento con encanto», orientado a un público específico, con ganas de vivir en armonía con el impresionante medio natural que cobijan las crestas de las sierras más altas de la provincia de Badajoz.
Para Rosa María, alma mater y auténtica artífice del proyecto, la casa rural Alcornocalejo es bastante más que un sueño o una ilusión, es una aspiración vital con la que ha conseguido reconvertir una vieja casa de labranza y aperos agrícolas en un hogar cálido, casi monacal, tradicional en su estructura y en sus materiales constructivos, y a la vez sofisticado y moderno en sus instalaciones, logrando integrar el majestuoso entorno de Tentudía en el interior de la vivienda con la apertura de amplios ventanales.
Con nombres de plantas
La casa rural, con capacidad máxima para ocho personas, dispone de cuatro habitaciones dobles con baño. Su exquisita decoración está en consonancia con las plantas autóctonas de la zona. El color de las paredes se asemeja al de los vegetales del que toman nombre. Así, el viajero puede dormir en la habitación 'Cantueso', flor aromática de color morado, pernoctar en el 'Jaguarzo' al abrigo de los tonos ocres que simbolizan al de los estambres de esta flor; o descansar en la 'Viborera', inspirada en la tranquilidad de las aguas que la rodean. Destaca la estancia denominada 'Centaurea', ubicada en la torre norte del edificio, tan enigmática y bella como la flor endémica de la que toma nombre, única a partir de los 1.000 metros de altura en la Sierra de Tentudía
La construcción, de unos 250 metros cuadrados con calefacción de suelo radiante, a base de placas solares, se completa con un enorme y acogedor salón, con hogar de leña, que se amplía diáfanamente hacia el comedor y la cocina, desde la que se accede a la despensa y el lavadero. La planta alta cuenta con una estancia diseñada a modo de estudio-observatorio para las aves que anidan muy cerca. El exterior cuenta con una amplia zona ajardinada que llega hasta las aguas del pantano. también tiene otros edificios anexos, como los establos, con ovejas y tres burritas. A unos cien metros se ha construido una cálida casa de madera, pensada como segundo alojamiento independiente, para cuatro personas.
Actividades complementarias
Quien opta por la estancia en este original alojamiento se siente sorprendido al despertar. Rosa María agasaja a sus inquilinos con un opíparo desayuno que no puede ser más extremeño: pan de Pallares, aceite de oliva de Los Santos de Maimona, manteca de cerdo de Llerena, vinos de Azuaga, perrunillas y bollas caseras de Calera de León, un delicioso bizcocho artesanal y, si el cliente lo demanda, incluso una paleta ibérica. Además la empresa ofrece servicio de limpieza diario, cursos de iniciación a la cata de vinos, jornadas micológicas, piragüismo, rutas de senderismo, paseos en bicicleta y competiciones de pesca.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.