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La vuelta al mundo en 40 días

La vuelta al mundo en 40 días

El 'Spindrift', el mayor trimarán a vela, zarpó el miércoles en busca del Trofeo Julio Verne

FERNANDO MIÑANA

Martes, 22 de enero 2019, 16:55

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Pusieron un pie en la bañera, largaron amarras y se lanzaron mar adentro, en busca de una línea imaginaria, unas millas más allá, entre el faro del Créac'h, en la isla de Ousseant, en la Bretaña francesa, y Lizard Point, en Cornwall, Inglaterra. La atravesaron este miércoles, se puso en marcha el cronómetro y emprendieron un viaje desenfrenado a través de los océanos con una meta: dar la vuelta al mundo. Si lo consiguen en menos de 40 días (incluso algo más lento, pues el récord está en 40 días, 23 horas, 30 minutos y 30 segundos) conquistarán el Trofeo Julio Verne, todo un honor para los navegantes oceánicos.

El reto, en marcha, lo acomete el 'Spindrift Racing', el trimarán más grande del mundo, de 40 metros de eslora y 23 de manga, donde viajan doce tripulantes. Una mezcla de veteranos y jóvenes como Duncan Späth, de 21 años, hijo de Dona Bertarelli, el apellido de la mayor fortuna de Suiza, que auspicia esta aventura.

El Trofeo Julio Verne no es una regata propiamente dicha. Solo compite un velero y solo triunfa si mejora el récord anterior. Los únicos requisitos son llevar un barco impulsado por el viento y circunnavegar el planeta dejando a babor el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), el cabo Leeuwin (Australia) y el mítico cabo de Hornos (Chile). El resto es libre, como el espíritu de los navegantes que pergeñaron este desafío inspirado en 'La vuelta al mundo en 80 días', la célebre novela de Julio Verne.

En 2018, tras meses de preparación, se les cayó el mástil antes de salir

Yves Le Cornec lanzó la idea sobre una mesa de navegantes en la que corría el alcohol y apestaba a tabaco una noche de 1985. «¿Qué pasa si damos la vuelta al mundo en 80 días?», sugirió. Unas semanas antes, un trimarán había cruzado el Atlántico a una velocidad media de 13 nudos. Hicieron el cálculo y vieron que no era una utopía. Era posible batir a Phileas Fogg con un velero.

La idea quedó ahí, flotando en las cabezas locas de aquellos versos libres que no tenían casa en tierra firme y hacían de los barcos su hogar. Gente como Florence Arthaud, la princesa rebelde del océano, una joven gala que sufrió un accidente, con 17 años, que le tuvo dos años postrada en la cama. Tiempo de sobra para leer los libros de navegantes como Bernard Moitessier y Éric Tabarly, publicados por la editorial de su padre. Aquella pesadilla condicionó su vida. Nunca más iba a vivir aferrada a un lugar ni a vivir con miedo. El mar la hacía tan feliz como las veladas con los amigos bebiendo, fumando y contando aventuras.

Florence Arthaud abrazó aquella idea de desafiar al personaje de Julio Verne y se convirtió en una de sus impulsoras. El proyecto prosperó en cuanto se popularizó la Vendée Globe en 1990 con el triunfo de Titouan Lamazou. Ese mismo año, Florence ganó la Ruta del Ron con un nuevo récord. Los dos triunfadores de la temporada crearon el 29 de enero de 1991 'Around the world in 80 days'. Se habían propuesto concretar la idea de Yves Le Cornec.

Desde el primer momento se propusieron idear un evento libre, como ellos. Un reto sin límites de barco ni tripulación. Y se lo transmitieron a algunos pesos pesados de la vela como Peter Blake o Robin Knox-Johnston, que se entusiasmó con la idea. «Si tenemos éxito, será el triunfo del ingenio y el espíritu humano», exclamó.

El 20 de octubre de 1992 se hizo la presentación oficial en el salón del Yacht Club de France, en el corazón del parisino distrito 16, con la presencia de tres ministros franceses y flanqueados por Peter Blake y Robin Knox-Johnston. Se les unió hasta Bernard Moitessier, el vagabundo de los mares del sur, otro ilustre navegante.

Un español de récord

El que no estuvo fue Bruno Peyron, el patrón que se convertiría, en 1993, en el primer ganador del Trofeo Julio Verne al conseguir, con el 'Commodore Explorer', el hito de dar la vuelta al mundo sin escalas en menos de 80 días (lo logró por algo más de 17 horas), como exigía el espíritu de la propuesta.

Año tras año, el récord fue mejorando. Los segundos en lograrlo fueron los míticos Peter Blake y Robin Knox-Johnston, con el 'Enza NZ'. En 2002 Bruno Peyron bajó de los 70 días y en 2005 lo hizo en 50. Su hermano Loïck se lo arrebató a Franck Cammas en 2012 con el español Juan Vila, considerado el mejor navegante del mundo, en la tripulación.

El último patrón en inscribir su nombre fue Francis Joyon, que se quedó al borde de los 40 días en 2017 con el revolucionario 'IDEC Sport', un barco más pequeño de lo habitual -un trimarán de 31 metros de eslora- y solo seis tripulantes, incluido el español Álex Pella, que voló por el Índico impulsado por una borrasca.

El 'IDEC Sport' se adelantó al 'Spindrift', que ahora afronta su tercera tentativa de conquistar el épico Trofeo Julio Verne, una singular escultura que levita gracias a unos campos magnéticos. Dona Bertarelli compró con Yan Guichard el 'Banque Populaire V', el multicasco con el que Loïck Peyron batió el récord en 2012. Su primer intento fue en 2015 , pero tras 42 días a todo trapo vieron que no iban a lograrlo y aflojaron. En el segundo intento bajaron de 14 a 12 tripulantes y aligeraron el barco al límite, pero antes de salir, en enero de 2018, el mástil, un palo de 42 metros de altura, se vino abajo y frustró una preparación de meses.

Esta vez llevaban dos meses y medio en el puerto de Brest, en la Bretaña, esperando una ventana meteorológica para iniciar esta contrarreloj de más de 26.000 millas náuticas (46.300 kilómetros). Ya están en el Atlántico y, si todo va bien, hoy deben estar cerca del ecuador y en una semana, en el cabo de Buena Esperanza.

Florence Arthaud murió con 55 años en un accidente de helicóptero, en Argentina, en 2015. La mujer de los rizos rebeldes ya no está pero su legado, un reto para aventureros de los océanos, sigue vivo, convertido en un sueño para jóvenes y adultos que aspiran a dar la vuelta al mundo el doble de rápido que Phileas Fogg. Ni Julio Verne podría haberlo imaginado.

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