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Los doctores Joan Clària y Barry Sears rodean al chef Íñigo Urrechu.
La inflamación celular es la causante de la obesidad

La inflamación celular es la causante de la obesidad

Así lo afirma el doctor Barry Sears, investigador del MIT y autor de 'La zona Mediterránea’, un libro donde asesora sobre cómo alimentarnos correctamente

redacción

Viernes, 15 de mayo 2015, 08:56

«Nuestras células pueden inflamarse a raíz de lo que comemos: esta inflamación celular es la razón por la que engordamos, sufrimos determinadas enfermedades y envejecemos antes. Cuando reducimos esta inflamación estamos estabilizando los niveles de glucosa en sangre, eliminamos el exceso de grasa corporal y mejoramos nuestra energía física y agudeza mental». Quien así habla es el doctor Barry Sears, presidente de la Inflammation Research Foundation e Investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y de la Facultad de Medicina de Boston.

Con motivo de la presentación de su nuevo libro La Zona Mediterránea, con la colaboración del prestigioso chef Íñigo Urrechu, el doctor Sears propone un estilo de alimentación saludable basado en la regulación de las hormonas, con una ingesta de hidratos de carbono, proteínas y grasas en cada una de las 5 comidas diarias, en una proporción de 40%-30%-30%, respectivamente.

Según el experto del MIT, los polifenoles, presentes principalmente en las frutas, las verduras, el café, el aceite de oliva, el chocolate o el vino tinto, «son fundamentales para mantener un equilibrio óptimo a nivel intestinal, reducir el estrés oxidativo y conseguir una mayor longevidad».

No obstante, el doctor aclara que el poder de los polifenoles se encuentra no sólo en la cantidad que consumimos sino en la que absorbe nuestro cuerpo, y sólo a dosis altas actúan como antioxidantes y antiinflamatorios, ayudando a alargar la vida. «Para obtener suficientes polifenoles que puedan activar la expresión genética se requiere comer mucha más fruta y verdura de la que normalmente se consume, por lo que la utilización de suplementos de polifenoles concentrados puede en ocasiones ayudarnos a solucionar este problema», matiza.

Detectar la inflamación

Es difícil determinar qué porcentaje de la población sufre inflamación celular silenciosa, ya que, al ser asintomática, no suele haber un diagnóstico hasta que no aparece alguna complicación metabólica.

No obstante, existen unos marcadores en sangre, las citoquinas y adipoquinas, que nos permiten saber si hay inflamación aunque la enfermedad aún no haya dado la cara. «Se estima que un porcentaje muy elevado de individuos obesos la padecen, con lo cual podríamos establecer una cifra superior al 20% de la población general», explica el doctor Joan Clària, especialista en Bioquímica Clínica y consultor senior del Servicio de Bioquímica y Genética del Hospital Clínic de Barcelona.

Eso sí, no hay que demonizar. «Ningún alimento produce inflamación de forma directa ni es perjudicial por sí mismo consumido con moderación. La inflamación aparece cuando comemos de forma desequilibrada, abusando de ciertos alimentos», afirma el el doctor Clària y señala que «el aumento del consumo de los hidratos de carbono refinados, que incrementan los niveles de insulina, un exceso de grasas saturadas o de aceites vegetales ricos en omega 6, aumentan la inflamación».

Ácidos Omega-6 y Omega-3

Los ácidos grasos Omega-6 son necesarios para combatir a los microbios y curar las heridas, pero cuando los consumimos en exceso, generan un aumento de mediadores proinflamatorios. Proceden de aceites vegetales como el aceite de maíz, soja, cártamo, girasol y otros. «Además, cualquier alimento procesado, como los fritos o la bollería, es rico en ácidos grasos omega-6 porque son más baratos y ayudan a conservar los alimentos: estos se oxidan con facilidad, especialmente en ausencia de polifenoles, generando radicales libres y otros componentes muy reactivo», indica el doctor Sears.

Sin embargo, «los ácidos grasos Omega-3 de cadena larga que hay en el pescado y en sus aceites, son antiinflamatorios y, si en tu dieta no estás consumiendo la cantidad adecuada, tu metabolismo corre peligro», señala el doctor Clària.

«La sociedad ingiere demasiados omega-6 y muy pocos omega-3, por ello observamos hoy en día una mayor incidencia de enfermedades metabólicas y cardiovasculares; ante esto, es fundamental reforzar el aporte de ácidos grasos omega-3», agrega este experto.

Cómo comer

Según el doctor Sears, hay que prestar especial atención a cómo y qué comemos. Así, y según sus indicaciones, cada comida (incluyendo el desayuno) empieza con un plato.

Un tercio del plato debe llenarse con proteína baja en grasa, como pollo o pescado, o proteína vegetal, como tofu firme o sustitutos cárnicos de soja. «Sólo debes asegurarte de que la ración que te pones no supere ni la longitud ni el grosor de tu mano. Esto supone unos 100 gramos de proteína baja en grasa para una mujer tipo y unos 150 gramos para un hombre tipo», explica.

«Luego llena el resto de tu plato con hidratos de carbono de colores, bajos en carga glucémica, como verdura y frutas. Los colores vivos indican que son ricos en polifenoles, que ayudan a controlar la inflamación inducida por la dieta», agrega. Para ello, las verduras sin almidón (brócoli, pimientos, cebollas, espárragos) son las mejores fuentes de hidratos de carbono, ya que tienen una carga glucémica muy baja.

Por último, «añade un poco de grasa, una cucharada sopera, que sea baja en ácidos grasos omega-6 y en grasas saturadas. En España, sin duda, la mejor opción es el aceite de oliva virgen extra. Durante las 4-5 horas siguientes no tendrás hambre ni estarás cansado, sino que mantendrás toda tu agudeza mental y estabilidad emocional porque habrás estabilizado tus niveles de glucosa. Tu control hormonal se basa en el equilibrio entre las proteínas y la carga glucémica en cada comida» concluye el experto del MIT

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