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Los expertos no recomiendan la exposición a las pantallas desde una edad temprana.
Nativos digitales sobreestimulados

Nativos digitales sobreestimulados

Psicología ·

Las nuevas tecnologías y las redes sociales revolucionan la infancia de hoy creando niños más artificiales y aislados de la sociedad

rubén cañizares

Madrid

Domingo, 13 de agosto 2017, 08:19

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Un niño que no haya superado los tres años de edad jugando con un smartphone o una tablet, ya sea en brazos de sus padres, en el cochecito de paseo o en el vehículo familiar. Seguro que les resulta muy familiar la escena. Y con razón. El mundo virtual en el que se ha instalado la sociedad desde hace ya un tiempo va a más, y eso conlleva cambios en todas las etapas de la vida. Cambios que, como es habitual, tienen aristas positivas y negativas. En el caso de los más pequeños, las nuevas tecnologías revolucionan su día a día como un apetitoso juguete que, según los expertos, genera más perjuicio que beneficio. Y la bola no deja de crecer: «Debemos proteger a los niños de los peligros que esconden estos nuevos hábitos durante la infancia. En muchos casos las nuevas tecnologías están invadiendo sus vidas y los niños deben aprender a convivir con un uso coherente de estas y de los juegos tradicionales. No debemos crear cavernícolas, pero tampoco dementes digitales», explica la psicóloga Alicia Banderas, autora de ‘Niños sobreestimulados’ (Libros Cúpula), una guía de buenas prácticas para padres y educadores en la era de la hiperestimulación e intoxicación tecnológica.

Para desarrollar la inteligencia hay que tener espíritu crítico y deslizar el dedo por una pantalla no genera conocimiento alguno

Las nuevas tecnologías tienen una considerable cuota de influencia en el cerebro de los niños. La exposición desde temprana edad a las pantallas de teléfonos móviles y tabletas (u ordenadores) no es recomendada. De hecho, la Academia Americana de Pediatría lo desaconseja y cree que es innecesario para los niños de entre 0 y 3 años. Esta exposición a estímulos frenéticos y de amplio impacto visual puede fomentar inatención y dificultades de concentración. Y es que cuando los niños se entretienen a través de las pantallas sacian su interés debido a esa sobreestimulación de su cerebro, lo que hace que las cosas naturales dejen de ser gratificantes para ellos: «La naturaleza va a un ritmo más lento que la tecnología. Salir al parque con los padres, conversar con otros niños o hacer galletas con la abuela deja de ser atractivo para los niños, que prefieren el smartphone o la tableta para tener su dosis de entretenimiento cubierta», explica Alicia Banderas.

La experta, especializada en educación y psicología infantil, pone el acento en el aburrimiento. Una palabra con mala prensa pero fundamental en la educación y el aprendizaje de los pequeños de la casa: «Las nuevas tecnologías provocan que los niños no toleren el aburrimiento, y es muy importante que los niños se aburran».

Cuando se está descubriendo la vida es importante fomentar que los niños jueguen solos y sin elementos externos, porque el conocimiento se origina desde dentro. Hay numerosos estudios científicos que demuestran que la creatividad radica en el juego libre: «El niño debe ser el protagonista de su propio juego, el que descubra cosas nuevas y el que decida cómo y cuándo hacer una cosa u otra. El pensamiento creativo es el que genera soluciones alternativas a un problema, y esto es importante para enfrentarse a la vida. Para desarrollar la inteligencia, hay que tener espíritu crítico. Deslizar el dedo índice sobre una pantalla no genera conocimiento alguno. Los niños ni siquiera son capaces de entender lo que le dice una pantalla de un smartphone o una tablet», detalla Banderas.

Perjuicio para el futuro

Uno de los principales daños colaterales de esta generación punto net es que los adultos del mañana no sabrán empezar una tarea y acabarla, y eso a la larga generará frustración, ya que este tipo de aprendizaje desemboca en un incumplimiento de objetivos. Además, el abuso de las nuevas tecnologías fomenta una lectura rápida y superficial que no se queda grabada en la memoria, y si no grabas contenidos no puedes aprender. Y si no aprendes, no evolucionas: «Hay que respetar el ritmo de aprendizaje de los niños y no quemar etapas porque sí. Les estamos saturando desde una edad muy precoz y el cerebro de un niño no es el mismo de un adulto. Necesita estar tranquilo y no estresado».

Como explica Alicia Banderas, el cerebro de un pequeño no es una esponja. Tiene su propio límite y no lo puede absorber todo. Los padres de hoy están fomentando niños con alergia a la paciencia, la soledad y el aburrimiento, y eso puede provocar aislamiento: «Los nativos digitales necesitan relaciones offline, fuero del universo digital, para integrarse en la vida real. Hay que detenerse y mirar lo que necesita un niño. En muchos casos, a nuestros hijos se le apuntan a actividades extraescolares que ni saben lo que son, cuando deberían ser ellos quienes nos dijeran qué quieren hacer. Un niño que elige sus propias actividades irá descubriendo lo que le gusta y lo que no, y eso generará motivación e inquietudes en su interior. Hay que permitir que los niños aprendan por sí mismo lo que les gusta o lo que no. Decidiendo por ellos y poniéndoles un trampolín hacia una infancia artificial y virtual no es el mejor método», concluye Banderas.

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