«La gratitud protege el sistema cardiovascular»

-¿Cómo se pueden conseguir el bienestar y la felicidad?

-Cuidando la comida, haciendo ejercicio físico y dedicando tiempo a la recuperación. En cuanto a la mente, no hay que dejarse envolver por ese ruido incesante que nos hace lamentarnos por el pasado y preocuparnos por el futuro. Es preciso cultivar el poder de la atención, concentrarse en el aquí y ahora. Las distracciones dificultan el trabajo del sistema inmune. Y si no desarrollamos la compasión o la empatía, se deteriora la dimensión espiritual. Se ha demostrado que la gratitud protege el funcionamiento del sistema cardiovascular. Quién nos iba a decir que la alegría incrementa la dopamina y una alimentación sana reduce las posibilidades de sufrir en la vejez enfermedades como el párkinson o el alzhéimer.

-¿Qué piensa de la psiquiatrización de la vida, recurrir a psicofármacos para aliviar el malestar por actos consustanciales al vivir, como una ruptura sentimental?

-La psiquiatría y la psicología ofrecen abordajes muy valiosos para el tratamiento de ciertas situaciones. El sufrimiento puede contrarrestarse enormemente con ciertos medicamentos. Pero una psiquiatría que interprete la salud mental solo como producto de alteraciones bioquímicas me parece insuficiente. Hoy sabemos que la práctica del yoga, el chi kung o el 'mindfulness' procuran en algunos casos beneficios similares a la medicación.

-¿Cómo debemos gestionar el miedo para que no nos paralice ni amargue la vida?

-El miedo es una emoción que nos va a acompañar a lo largo de toda la vida. El problema no es el miedo como tal, sino lo que lo activa. Es normal asustarnos ante la presencia de un dóberman. Lo que no tiene sentido es tener miedo por inquietudes que la mente genera. El antídoto natural del miedo mental es el amor, como lo es también la curiosidad. El miedo fácilmente se convierte en pánico, el cual produce actitudes de huida y bloqueo.

-¿Pueden afectar los estados emocionales al material genético?

-Sí. Elizabeth Blackburn, Premio Nobel de Medicina en 2009, descubrió que las mujeres solas que encaraban dificultades económicas o con hijos enfermos a su cargo, tenían telómeros más cortos, una especie de fundas protectoras de los cromosomas que cumplen la misma función que la punta de los cordones de los zapatos: evitar que se deshilachen. Su esperanza de vida era claramente inferior a la que les correspondía por su edad. Cuando esas mujeres se conocieron, se hicieron muy amigas y se comprendieron como únicamente lo pueden hacer las personas que sufren las mismas desgracias. Entonces Blackburn extrajo una muestra de sangre y observó que los telómeros se habían normalizado.

-¿Se está abusando del pensamiento positivo? Pareciera que con poner buena cara al día es posible superar un cáncer.

-Es preciso distinguir entre una persona optimista, otra positiva y la que sufre una alucinación. Las dos primeras están ancladas en la realidad, la tercera no. No es coherente con la naturaleza humana llevar una sonrisa a todas horas. Quien es positivo enfoca su atención en cómo puede dotarse de recursos para afrontar una situación y sacar una lección del error.

-¿Se puede ser feliz estando en el paro o viviendo en la precariedad laboral?

-Si una persona vive en un cuchitril, apenas tiene para comer, se congela en invierno y achicharra en verano, su sensación de bienestar subjetivo se desploma y no está para fiestas. Pero puede pensar para sí : «No tengo trabajo pero sí salud y gente a la que quiero; no tengo música pero sí la suerte de oír». Esa persona puede generar un estado de equilibrio que le hace transitar por el malestar subjetivo de una forma mucho más armónica. En cambio, quien dispone de todo y está todo el día pensando en las propiedades del vecino y en cómo retenerlas, tiene bienestar subjetivo pero no es feliz. Felicidad y bienestar son dos cosas totalmente distintas y por supuesto compatibles.