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Izquierda. Pintada en el coche de la ginecóloga Silvana Bonino, que trabaja en una clínica de Barcelona. Derecha. Anónimo que recibió la cajera de Cartagena Míriam Armero. Por otro lado, el mensaje que se encontró en su casa de Alcazar de San Juan el médico Jesús Monllor. R.C.
Aplauso a las ocho, insulto a las nueve

Aplauso a las ocho, insulto a las nueve

Mensajes de odio ·

Algunos sanitarios y trabajadores de supermercados han recibido mensajes amenazantes de sus vecinos. La Policía ha anunciado que los va a investigar

Álvaro Soto

Madrid

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Jueves, 16 de abril 2020, 00:31

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Cuando bajó al garaje para coger su coche e ir a trabajar a su clínica de Barcelona, la ginecóloga Silvana Bonino se encontró lo que nunca hubiera esperado: las ruedas de su todoterreno pinchadas y una pintada que la llamaba 'Rata contagiosa'. Alterada, regresó a casa, le contó a su marido lo que había ocurrido y puso una denuncia ante los Mossos d'Escuadra. «No me lo podía creer, no entendía nada. Sentí sorpresa y tristeza por recibir este ataque», contó ayer Bonino.

Los médicos, las enfermeras, los empleados de supermercados y todos los trabajadores que se dejan la vida, a veces literalmente (más de 20 sanitarios han muerto desde que comenzó la crisis sanitaria), para salvar la de los demás reciben a las ocho de la tarde desde los balcones el aplauso solidario de los que están en casa. Pero cada vez más, decenas de profesionales se están encontrando con la incomprensión de una parte de sus vecinos, que creen que pueden ser un foco de contagio y se lo hacen saber con carteles, casi siempre anónimos, colocados en los portales o con notas dejadas en los buzones.

«Hola vecino. Sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece, pero debes pensar también en los vecinos. Aquí hay niños y ancianos. Hay lugares como el Barataria donde están alojando a profesionales. Mientras esto dure, te pido que te lo pienses». Con este recado en la puerta de su domicilio se topó Jesús Monllor, un médico residente de Tenerife que trabaja en el hospital de Alcázar de San Juan, en Ciudad Real. «Es evidente que no esperaba este mensaje hacia ningún profesional sanitario. No creo que ninguno lo merezca. Nos partimos la espalda, con pocos medios, jugándonos la salud, para que todo el que entra por la puerta salga bien», respondió Monllor en las redes sociales. «Una vez aclarado esto, quiero decir que verdaderamente creo que esto es un punto negro dentro de una sociedad española que de largo ha demostrado saber estar y cuyos aplausos a las 20:00 llenan. No es justo generalizar», escribió este doctor.

Las protestas vecinales contra los sanitarios son casos aislados, pero la Organización Colegial de Enfermería ha querido denunciar a través de un comunicado «la baja catadura moral y manifiesta insolidaridad de aquellos vecinos que hostigan». «No cabe mayor desprecio hacia los profesionales sanitarios que están arriesgando su vida, y entregándola incluso, por la salud de los demás», afirmó su presidente, Florentino Pérez Raya, que puso a disposición de los enfermeros que sufren este acoso los servicios jurídicos de la entidad para llegar, si fuera el caso, a los tribunales. El sindicato de médicos Amyts también ofrece cobertura legal ante unos hechos «escasos, pero inadmisibles».

La Policía Nacional ha tomado cartas en el asunto y ha avisado de que perseguirá como delitos de odio los mensajes contra los profesionales expuestos al coronavirus. Son conductas «denunciables, perseguibles y altamente reprobables por cualquier persona de bien», aseguró el martes la comisaria principal María del Pilar Allué.

Míriam Armero ha puesto su caso en manos de los abogados, que estudian pedir una prueba caligráfica a los vecinos

A Clara Serrano, una enfermera de Cuenca, su casero, que además vivía con ella en el piso, le exigió que se fuera de casa tras dar positivo por Covid-19. «Me dijo que yo era una egoísta por no querer marcharme», ha explicado Serrano, que se trasladó con la ayuda del sindicato de enfermería Satse al hotel medicalizado Colón, donde ha estado estos últimos días. Su casero, ha contado esta enfermera, era de los que salía a aplaudir sin falta a las ocho de la tarde.

Pero a veces los vecinos sin corazón se encuentran con que la víctima no se calla. En Cartagena, a la cajera Míriam Armero le escribieron un anónimo con muy mala intención: «Queremos pedirte por el bien de todos que te busques otra vivienda mientras dure esto, ya que hemos visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas. No queremos más riesgos. Gracias». Pero ella no lo dejó pasar y colgó su mensaje de respuesta en el portal. Además de pedir que nadie le diera «lecciones de limpieza», les reprochaba su hipocresía y su cobardía: «La próxima vez, en vez de tanto aplauso a las ocho, tened un poco más de empatía por las personas que tenemos que trabajar y tenemos familia. Y en vez de dejar notas por debajo de la puerta de mi casa, me tocáis el timbre y os lo digo personalmente». Armero ha puesto el caso en manos de un bufete de abogados, que estudia solicitar una prueba caligráfica a sus vecinos y presentar una denuncia por injurias.

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