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Las mangueras habituales en el surtidor de una gasolinera. :: r. c.
Réquiem por el diésel

Réquiem por el diésel

Jueves, 12 de julio 2018, 11:16

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El mercado ha entonado la oración fúnebre por el diésel. Una decena de marcas ya han anunciado que dejarán de fabricar este tipo de motor. Y tiene su razón de ser: cada vez son más las ciudades que piensan prohibir o restringir el uso de vehículos de este tipo por el centro urbano. Lexus fue la primera que descartó montar coches diésel, iniciativa que ha sido secundada por su matriz, Toyota, y otras firmas como Volvo, Renault y Fiat. La caída de las matriculaciones de los vehículos propulsados por gasoil ha sido tan acusada que ha pillado desprevenida a la industria. Entre enero y junio de este año se han matriculado 735.000 turismos, de los que sólo el 37% son diésel, 13 puntos menos que hace un año. En cambio, los movidos por gasolina suponen ya el 57,2%.

Los motores de gasoil, aunque emiten menos CO2 que los de gasolina, arrojan a la atmósfera dióxido de nitrógeno y partículas no quemadas que quedan en suspensión, dos circunstancias que les han colocado en el punto de mira de unas autoridades cada vez más sensibles a velar por la limpieza del aire. Hamburgo ya ha vetado el tránsito de los coches diésel más tóxicos en dos importantes arterias de la ciudad. Un precedente que tenderá a ser emulado por otras urbes. En Madrid, la alcaldesa, Manuela Carmena, quiere poner en marcha un plan con el que impedirá circular por el término municipal a los vehículos de gasolinamatriculados antes del año 2000 y a los diésel vendidos antes de 2006. Barcelona ha anunciado una medida del mismo estilo. Así, a partir del 1 de enero de 2019, quedará proscrita la circulación de coches con más de veinte años por el centro de la ciudad. París, México, Oslo y China caminan en la misma dirección.

Tendencia invertida

Hace años, siete de cada diez coches nuevos estaban propulsados por gasóleo, una tendencia que se empieza a invertir. Si bien los diésel eran más caros que los de gasolina, llenar el depósito costaba al consumidor un tercio menos. Por añadidura, con el mismo combustible se recorría un 25% más de kilómetros. La política de incentivos al diésel venía de Bruselas, que alentó su fabricación creyendo que así se combatía el cambio climático. Nada más lejos de la realidad, porque los automóviles de gasóleo exigen procesos de refinería más intensivos y los motores pesan más. Desde que, en septiembre de 2015, Volkswagen admitió que había engañado en las emisiones contaminantes de unos once millones de vehículos, el 'dieselgate' no ha dejado seguir un camino errático. El diésel ha perdido atractivo también ante la posible retirada de las ventajas fiscales. El nuevo Ministerio para la Transición Ecológica plantea una reforma de estas características, aunque aún no hay nada concretado.

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