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Varias personas mayores hacen ejercicios en un parque habilitado en Londres. :: stefan WErmuth
Un pulso a los años

Un pulso a los años

La sarcopenia nos roba el volumen y la capacidad muscular. Con el aumento de la longevidad se convertirá en uno de los diagnósticos más habituales. «La mitad de la población acabará sufriéndola», admiten los médicos

ANTONIO CORBILLÓN

Martes, 6 de noviembre 2018, 08:35

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Todavía es una expresión habitual en las zonas rurales. «¡Qué reseco se está quedando fulano!». Personas mayores a las que parece que una fuerza interior les roba lozanía y volumen físico. No les falta razón. «Los humanos recambiamos unos 300 gramos al día de masa muscular de forma natural», advierte el catedrático de Endocrinología y Nutrición y jefe de este servicio en el Clínico Universitario de Valladolid, Daniel de Luis. Ese enemigo interno que parece esperarnos a la vuelta de los años tiene nombre desde hace apenas tres décadas. Se llama sarcopenia.

El término fue acuñado por Irwin Rosenberg en 1989. Sorprende la juventud de un diagnóstico que hasta hace nada relacionábamos con la simple ancianidad y sus achaques. Pero la suma de males propios de las sociedades occidentales como la falta de ejercicio y la mala alimentación está multiplicando un problema de enormes proporciones y costes. El aumento progresivo de la esperanza de vida de la población hace el resto.

La sarcopenia es la pérdida degenerativa de masa, potencia y rendimiento muscular. Es un proceso inevitable en todo ser humano. Y comparte diagnósticos comunes con muchas enfermedades asociadas como las atrofias musculares o los problemas reumáticos. «Las patologías de la edad, como las de las personas encamadas o los males crónicos debilitantes son las que producen una mayor pérdida de masa muscular. Esta es la enfermedad de los inmóviles», resume el doctor De Luis.

«No hay milagros. La clave es evitar el sedentarismo y una dieta rica en proteínas»

A partir de los 50 años la masa muscular declina entre un 1% y un 2% al año y la fuerza muscular un 1,5% (el doble a partir de los 60 años), según las estimaciones de la Fundación Española de Nutrición. Es una bajada imparable y 'sin frenos' de las prestaciones de la 'carrocería' humana.

Desde la Sociedad Española de Reumatología (SER), el doctor Marcos Paulino Huertas también le pone cifras a la pérdida de capacidades de ese 'motor' humano según se va desgastando. «Alcanzamos el pico de fuerza entre los 25 y los 30 años. A partir de ahí todo es pérdida. A los 50 se acelera. A los 80 años entre el 15% y el 40% de las personas sufrirán sarcopenia en mayor o menor grado».

Estos porcentajes tan elevados varían en función de los sistemas de medida. La profusión de estudios y expertos que se van incorporando a su investigación no acaban de ponerse de acuerdo en dónde situar los límites entre el normal envejecimiento y las patologías derivadas de una aceleración anormal de las pérdidas motoras. «Todavía hay que homogeneizar criterios», admite Paulino Huertas desde su centro, el Hospital General de Ciudad Real.

Pero, dado que se trata de una más que evidente pandemia del mundo occidental, ya se ha creado el Grupo de Trabajo Europeo sobre la Sarcopenia en Personas de Edad Avanzada (EWGSOP, en inglés), que ha establecido tres parámetros para un diagnóstico más eficaz: escasa masa muscular, caída de la fuerza tractora y baja velocidad psicomotriz. Con estos datos, sus primeras estimaciones calculan que unos 11 millones de europeos (casi un 11% de la población del continente) la padecen. Una cifra que supera los 20 millones si se amplían ligeramente esos parámetros de medida. El EWGSOP estima que los diagnósticos de afectados se duplicarán en los próximos 20 años. España, uno de los países con mayor esperanza de vida, es terreno abonado para su avance. Las cifras más conservadoras hablan ya de al menos 1,5 millones de sarcopénicos.

La 'tormenta perfecta'

Un completo estudio de la Universidad de Lieja (Bélgica) considera que la cifra de diagnósticos podría alcanzar al 63% de los mayores de 65 años en los próximos 30 años.

¿Exagerado? No lo parece. También desde la SER, otro de sus portavoces, el reumatólogo del Hospital del Mar (Barcelona) Jordi Monfort no cree que «las cifras estén sobreestimadas. Un estudio coreano publicado en 2014 hablaba de hasta un 50% de prevalencia en mayores de 80 años».

Asociado y multiplicado por todas las enfermedades inmovilizantes, desde reumatismos a atrofias, pasando por traumatismos, a la pérdida de calidad de vida que acarrea la sarcopenia se añaden unos enormes costes en atención médica y geriátrica. En el artículo que el doctor Daniel de Luis y otros 20 especialistas españoles han publicado en la revista médica 'Progress in Nutrition' constatan que «le cuesta a la Unión Europea 120.000 millones de euros al año».

Es la 'tormenta perfecta' en la pérdida de capacidades de la población adulta. Esta enfermedad invisible provoca una inmovilidad que a su vez la retroalimenta en un bucle clínico de consecuencias paralizantes.

Incluso estas certezas todavía están llenas de nuevas incógnitas. Recientes estudios empiezan a insinuar que no todas las razas se enfrentan al problema en igualdad de condiciones. «Entre variados grupos de blancos caucásicos se han encontrado diferencias en sus niveles de envejecimiento, aunque aún no está claro cuáles son las circunstancias», explica el reumatólogo Paulino Huertas.

¿Qué se puede hacer para minimizarla? Todos los expertos coinciden en que «no hay milagros» para detener algo que está en la naturaleza de la finitud humana. Las únicas pautas tienen que ver con los consejos que recibe toda la población: evitar al máximo el sedentarismo con una moderada actividad física y garantizar una dieta rica en proteínas que evite la desnutrición.

Obesos pero desmusculados

Y ni aún así. La extensión de la sarcopenia puede alcanzar tales niveles que se está detectando en mayores con sobrepeso. «Hay personas con exceso de grasa pero con fuerte pérdida de masa muscular. Es la llamada obesidad sarcopénica», indica Daniel de Luis.

En las dietas parecen estar las esperanzas de poner barreras a su avance. Pero incluso aquí nos enfrentamos a los cambios vitales de los mayores. «Con la edad -resume Paulino Huertas- suele haber una peor capacidad para sintetizar las proteínas». Una capacidad que «disminuye en un tercio en las personas ancianas, pero no está bien establecido si ello es debido al propio envejecimiento o a trastornos nutricionales», según un trabajo colectivo de los Seminarios de la Fundación Española de Reumatología.

La combinación de dietas ricas en proteínas, que recomiendan hasta 0,8 gramos diarios por kilo de peso, con las terapias hormonales a base de estrógenos en las mujeres posmenopáusicas o esteroides en el caso de los varones dan sus primeros pasos. Mitigan pero no despejan el futuro. Los alimentos ricos en proteínas y vitamina D, los aminoácidos esenciales (como la leucina), son los mejores aliados, junto al deporte. «Vamos a vivir cada vez más pero no sabemos cómo. Y las pastillas mágicas que nos mantengan sanos son una entelequia», advierte el doctor Marcos Paulino Huertas.

La causa más importante de la sarcopenia es la falta de actividad física. Lo mejor manera de combatirla son ejercicios que combinen fuerza y potencia muscular. Dos o tres tablas de ejercicios a la semana permiten recuperar en unas ocho semanas la musculatura perdida.

El músculo solo se regenera con alimentos. Los mayores deben tomar menos calorías para frenar el sobrepeso, por lo que hay que asegurar proteínas de calidad.

Es proporcional al peso. Se calcula que para una correcta síntesis proteica muscular se requieren 30 gramos de proteína. Para ello no deben faltar en las comidas los alimentos energéticos (pan, arroz, pasta, patatas, legumbres), que deben completarse con proteína animal (carne, huevos y pescados). Son preferibles los cortes más magros hechos de forma sencilla (plancha, horno, parrilla) para evitar las grasas.

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