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Simpatizantes del Reich alemán se manifiestan frente a un cordón policial. Su número ha crecido en los últimos años. :: r. c.
Nostalgia imperial

Nostalgia imperial

Miles de alemanes niegan toda legitimidad a la República Federal y luchan por reinstaurar el viejo Reich. Algunos se han llegado a coronar. Otros acaban a tiros

JUAN CARLOS BARRENA

Jueves, 25 de abril 2019, 20:38

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Pedro Primero, rey de Alemania, abandonó recientemente la cárcel tras cumplir una condena de dos años y medio de prisión por conducir sin licencia y montar una compañía de seguros y un instituto bancario sin autorización oficial ni el preceptivo control por parte de las autoridades pertinentes. Pedro Primero, cuyo nombre real es Peter Fitzek, declaró en 2012 la independencia de su reino, establecido en los terrenos de una antigua clínica en la histórica localidad de Wittemberg, en el Estado federado alemán de Sajonia-Anhalt. Creó una nueva bandera alemana con los colores de la auténtica en orden invertido y con un sol naciente en su base, vistió una capa real roja con cuello de armiño e inició una nueva dinastía al autocoronarse como monarca de Neo Alemania ante 600 seguidores en una ceremonia celebrada en septiembre de aquel año en su pequeño reino.

Pedro Primero, de 53 años, no reconocía la soberanía de la República Federal de Alemania y, por descontado, a ninguna de sus autoridades. Hasta el punto de que devolvió su documentación personal y se hizo la propia, un DNI y un permiso de conducir del 'Reino de Alemania', con el escudo de su imaginario país, que nada tienen que envidiar en calidad y aspecto a uno formal. Incluso cambió la matrícula de su vehículo por una de su ficticio reino, lo que le trajo no pocos problemas con la Policía. Cocinero, profesor de karate y empresario de dudosos negocios, Pedro Primero de Alemania vivió su sueño real de tinte absolutista con su corte de aduladores hasta que la Justicia acumuló tal cantidad de denuncias que el 15 de mayo de 2017 ordenó el desahucio de su reino, ejecutado por un amplio dispositivo policial. Desde entonces entra y sale de la cárcel y se encuentra pendiente de nuevos procesos derivados de su actuación como monarca díscolo de un país imaginario enfrentado a un Estado de derecho de verdad.

  • Proclamación del Imperio Alemán. El 18 de enero de 1871, Guillermo I fue proclamado kaiser del recién unificado Imperio Alemán, que se prolongó hasta 1918, cuando el país se convirtió en una república tras la derrota en la Primera Guerra Mundial.

Peter Fitzek no es un caso único. En Alemania se cuentan por miles. La Oficina Federal para la Defensa de la Constitución, los servicios secretos interiores de Alemania, calculan su número en cerca de 20.000, aunque otros expertos independientes hablan de hasta 40.000. Pedro Primero pertenece al movimiento de los llamados 'Reichsbürger', ciudadanos del Reich, individuos o grupos sectarios que actúan independientemente e incluso compiten entre sí, pero a los que une el hecho de que no reconocen la legitimidad y soberanía de la República Federal. Para ellos la Alemania actual es un engendro de nula validez creado por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Todos desarrollan teorías conspirativas y aseguran que el 'Deutsches Reich' sigue existiendo, según el caso en sus fronteras de la época imperial guillermina previa a la Primera Guerra Mundial o en los límites de 1937, antes de la expansión de la Alemania nazi. Rechazan la democracia, ideológicamente son próximos al extremismo de derechas y en buena parte son revisionistas de la historia y antisemitas declarados que niegan en Holocausto.

Por su rechazo a la legalidad actual se niegan a pagar impuestos o multas y rechazan cumplir sentencias judiciales u órdenes administrativas. El movimiento de los 'Reichsbürger' surgió en los años 80 del siglo pasado, pero ha sido ha comienzos de esta década cuando se ha hecho más presente. Les encanta crear reinos, naciones, principados y todo tipo de entes paraestatales en los que refugiarse y declarar su independencia del mundo real. El primero y más conocido fue el Gobierno Comisario del Reich (KRR) creado en 1985 por el ferroviario Gerhard Günter Ebel, que se proclamó en Berlín Occidental canciller del Reich y llegó a nombrar un gabinete ministerial. Pero ha habido desde entonces un Estado Libre de Prusia, un Principado Germania, un Estado Germanitien e incluso un Gobierno en el exilio del Deutsches Reich, entre otras muchas fantasiosas creaciones.

El más guapo de la barricada

Estados y gobernantes de efímera duración que sucumben tarde o temprano ante la implacable acción de la Justicia (real) alemana, que ejecuta sin contemplaciones embargos, desahucios y multas contra los rebeldes administrativos. Y si es necesario, penas de cárcel. Sobre todo en los escasos casos en los que el 'ciudadano del Reich', normalmente pacífico, hace uso de la violencia. Como el de Adrian Ursache, Mister Alemania en 1998 y fundador en 2014 del Estado de Ur en el terreno de su casa en la pequeña localidad de Reuden, en la región germano oriental de Sajonia Anhalt. Ursache se radicalizó al parecer tras pasar un día en la cárcel por negarse a abonar una pequeña multa en 2015 y a partir de entonces bombardeó con incontables demandas de indemnización a jueces y funcionarios de justicia. Por amenazas, coacción y falsificación documental fue condenado a una multa de 12.000 euros o 300 días de prisión y como era insolvente se ordenó su ingreso en la cárcel y el embargo de sus bienes, entre ellos el territorio de su Estado de Ur.

Días antes de la ejecución de la sentencia, Ursache, de 44 años, hizo un llamamiento en las redes sociales pidiendo ayuda a otros 'Reichsbürger' y amenazó públicamente a los enemigos de su Estado con «sacrificarlos como ganado». Pese a que el procurador acudió al embargo en agosto de 2016 acompañado por 200 policías, entre ellos un comando de fuerzas especiales, se montó una batalla campal entre los agentes y simpatizantes de Ursache, que acabó en un intercambio de disparos en el que resultaron heridos dos policías. El presidente del Estado de Ur fue, a su vez, ingresado de gravedad y, tras un proceso que se ha prolongado año y medio, se encuentra a la espera de sentencia por intento de asesinato, que será dictada probablemente a finales de este mes.

Desarmar a los extremistas

A principios de marzo pasado, el Tribunal Supremo alemán confirmaba la condena a cadena perpetua para otro 'Reichsbürger'. Wolfgang Plan, un notorio ultraderechista, experto en artes marciales, cazador y coleccionista de armas de 51 años, también había declarado la independencia y creado un microestado en el terreno en el que se asienta su casa en Georgensgmünd, un pueblo de Franconia al norte de Baviera: el Distrito de Gobierno Wolfgang. Algo que dejaba claro en el mismo buzón de su casa con un cartel explícito: «Mi palabra es aquí la ley». Plan pertenece a la llamada Asamblea Constituyente, un grupo en torno al ideólogo del movimiento Uwe Vossbruch que aspira a crear una Federación de Pueblos Alemanes. Cuando comunicó a las autoridades locales que, como 'Reichsbürger', dejaba de atender sus ordenamientos e impidió varias veces el control rutinario de su arsenal privado, en agosto de 2016 se le retiró el permiso de armas y se ordenó su incautación.

Una operación que se convirtió en una carnicería. Emboscado en su vivienda, armado hasta los dientes y protegido con un chaleco antibalas, Plan recibió en octubre de 2016 a un comando especial de policía a tiros. Parapetado tras una puerta disparó reiteradamente contra los agentes, hiriendo gravemente a balazos a cuatro de ellos. Uno falleció al día siguiente como consecuencia de las lesiones. El ciudadano rebelde fue detenido con heridas leves.

Un mes después, los ministros de Interior de los 16 Estados federados germanos acordaron desarmar a los 'Reichsbürger'. «Estamos todos de acuerdo en que los extremistas no deben disponer de armas», señalaron entonces los titulares de Interior. Aunque, entre tanto, se han retirado cientos de licencias y confiscado numerosas armas, el procedimiento legal es complicado. Las autoridades alemanas reconocen que al menos 600 tienen todavía un permiso de armas y muchos guardan un arsenal.

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