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La Biblioteca Joanina custodia un valioso fondo de 60.000 libros antiguos. :: r. c.
Murciélagos de guardia en Portugal

Murciélagos de guardia en Portugal

Protegen la Biblioteca Joanina de la Universidad de Coimbra desde hace dos siglos: se comen los insectos que devoran los libros

ISABEL IBÁÑEZ

Jueves, 1 de noviembre 2018, 11:30

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El antiguo director de la Biblioteca Joanina de la Universidad portuguesa de Coimbra, Aníbal Pinto de Castro, se irritaba bastante cuando le preguntaban por una cuestión que consideraba menor, un pintoresco detalle que parecía ensombrecer la labor de esta institución de 301 años de antigüedad que en 2013 fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Pero podía más la curiosidad del visitante sobre el asunto: los murciélagos que sobrevuelan sus salas alimentándose de los insectos que, a su vez, se mueren por hincarle el diente al papel centenario de sus estantes.

Su nuevo director, António Eugénio Maia do Amaral, sin embargo, contesta de buen grado a este periódico, pese a que suele andar en tareas de mayor calado, como la preservación de una Biblia judía manuscrita del siglo XV en perfecto estado y que es el objeto más original que alberga (valorado en 2,6 millones de euros). Pero aquí de lo que se trata es de saber más de los 'ratones' de biblioteca alados que revolotean de noche entre sus paredes y que contribuyen a la conservación de volúmenes tan valiosos como ese.

«No sabemos cuántos hay -informa Maia do Amaral-. Son dos colonias, de pocos individuos, bastante pequeñas si hacemos caso de los sonidos que hemos conseguido grabar durante la noche. Imaginamos que los murciélagos llevan viviendo en la Biblioteca Joanina al menos desde finales del siglo XVIII. Por esa época, empiezan a figurar entre los gastos corrientes de la institución adquisiciones de cubiertas de cuero para las mesas, que aún hoy se usan durante la noche con el objetivo de protegerlas de los desechos de los murciélagos». Es decir, que cada día deben colocar y quitar esa especie de mantas para evitar que las heces puedan dañar esta valiosa parte del mobiliario. Tampoco utilizan productos químicos en la limpieza para que la salud de estos mamíferos no se resienta.

Hay que cuidarlos, pues son unos preciados aliados: se encargan de hacer desaparecer polillas y otros insectos 'devoralibros' o, mejor dicho, papirófagos o bibliófagos; uno de estos murciélagos puede llegar a engullir por noche unos 500 bichos, un kilo si hablamos de una colonia de diez ejemplares, y en las salas de la Joanina habitan dos grupos, así que además de las cenas que se pegan dentro por fuerza deben completar el menú fuera: «La Biblioteca no les garantiza toda la alimentación que necesitan, por lo que se van a alimentar también al exterior. Hay pequeños orificios en las puertas que posibilitan sus salidas y entradas», aclara el director de la institución. Las robustas estanterías de roble contribuyen a la lucha contra estos parásitos, ya que el olor de su madera funciona como repelente.

Invisibles

No es posible verlos ni hay fotos de ellos cazando. Y a pesar de que podría ser una iniciativa interesante, o al menos comercial, organizar allí una 'Noche de los murciélagos' aprovechando la festividad de Halloween, no es buena idea: «No organizamos visitas solo para verlos. Deben ser perturbados lo menos posible, por lo que evitamos visitas y actividades nocturnas. Además, cuando hemos instalado cámaras para filmarlos, no han acudido a la cita», bromea Maia do Amaral.

Pero contra los 'bibliófagos' no bastan los murciélagos, así que el año pasado adquirieron por 70.000 euros una cámara de anoxia donde meten los libros para su desinsectación. Ningún bicho sale con vida de ella. La Joanina debe proteger un fondo de 60.000 volúmenes editados hasta el final del siglo XVIII, además de otras publicaciones como periódicos, revistas y mapas antiguos.

Solo se conocen murciélagos guardianes aquí y en la biblioteca del Palacio Nacional de Mafra, también en Portugal, y son de dos especies: el rabudo -Tadarida teniotis- y el común o enano -Pipistrellus pipistrellus-. Umberto Eco dejó constancia de ello en 'Nadie acabará con los libros' (2009): «Te voy a contar una historia divertida. Visité la Biblioteca de Coimbra. Las mesas estaban cubiertas con un paño de fieltro verde, como mesas de billar. Pregunté por los motivos. Me respondieron que eran para proteger los libros de los excrementos de los murciélagos. ¿Por qué no eliminarlos?, dije. Sencillo, porque se comen los gusanos que atacan los libros».

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