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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

El multiculturalismo ¿gangrena de la sociedad o enriquecimiento mutuo?

Existe un multiculturalismo dialogante, que queremos para España los que hemos apostado por una Europa pluricultural, multirracial y mestiza

tomás calvo buezas

Domingo, 4 de agosto 2019, 23:08

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El multiculturalismo tiene muchos significados, variadas manifestaciones, múltiples variaciones según tiempos, espacios y sociedades, por lo que no puede reducirse a una sola forma concreta, «maldiciéndola» como gangrena de la sociedad o «bendiciéndola» acríticamente como paraíso piadoso. El multiculturalismo, fundamentalmente, hace referencia a un fenómeno social fáctico, como es la convivencia en un mismo entorno geográfico –social– y político, donde permanecen juntos grupos con distintas culturas, religiones y lenguas. Esa presencia de varias culturas tiene sus riesgos y conflictos, pero puede ser un desafío y oportunidad excepcional para enriquecerse mutuamente y constituir una sociedad culturalmente más rica y desarrollada. El avance de las civilizaciones casi siempre ha sido resultado del mestizaje enriquecedor de distintos pueblos, culturas y etnias. El progreso de la cultura humana se fundamenta en la «progresiva comunicación de bienes, de dioses, de mujeres y de palabras», en el decir del antropólogo francés Levi-Strauss

Ese multiculturalismo dialogante y tolerante, no fanático ni inquisidor, es lo que queremos para España los que hemos apostado por una Europa pluricultural, multirracial y mestiza. Obviamente que esto exige, de ambas partes, una educación recíproca en la tolerancia, en la hospitalidad y en la apertura pluralista, respetando los derechos humanos, los valores democráticos y las leyes constitucionales de cada país. Y este proceso de educación y dialogo intercultural es largo, costoso, difícil, pero posible, y debe empezar en las familias y en las aulas infantiles.

España y Extremadura se enorgullecen de haber llevado su cultura y religión a otros continentes, dando como resultado un enriquecedor mestizaje y una civilización indo-afro-hispana. Nuestra Constitución de 1978 reconoce en su preámbulo «proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones». En su artículo 14. se condena «la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión», y el artículo 16 dice que «se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades…». Los ciudadanos musulmanes españoles tienen iguales derechos y obligaciones que los de mi pueblo de Tornavacas. En una democracia gobiernan las mayorías, pero la piedra de toque de una verdadera democracia es el respeto que tienen a las minorías, sean políticas, ideológicas, étnicas o religiosas.

El viejo comunismo totalitario de lucha violenta de clases se ha transformado en un democrático eurocomunismo. También hoy el Islam –el nuevo coco de Occidente reemplazando al comunismo– puede convertirse un euroislam democrático. Ese es mi deseo esperanzador.

Occidente, y pensemos en España, ha sido también una sociedad teocrática, sin separaciones de Iglesia y Estado, con sumisión jurídica y fáctica de la mujer al hombre, sin participación democrática, con violencia religiosa intolerante como la Inquisición, con etnocidios y destrucciones de religiones y culturas. Y hoy hemos cambiado; las culturas no son bloques inamovibles, son procesos históricos cambiantes. Y de hecho existen múltiples formas de vivir el Islam, y ser musulmanes, no debiendo identificar a todos con algunos grupos y prácticas deleznables e intolerables, que violan los derechos humanos, que deben ser salvaguardados a toda costa, condenando a sus agresores., como son los terroristas yihadistas.

Para el caso de España, el diálogo y la convivencia entre musulmanes y cristianos es cada día más necesaria y urgente. Es legítimo y plausible que nos honremos del Toledo tricultural o de la Andalucía árabe del ayer, pero la clave fundamental es cómo tratamos a los árabes y musulmanes del hoy, más de un millón. Por eso resulta vital recordar las declaraciones del Año Europeo contra el Racismo, celebrado en Toledo (13 de marzo de 1997), en que la reina doña Sofía afirmaba que «nuestra historia y nuestra cultura son el resultado de muy diversas contribuciones, no solo europeas, sino del mundo islámico y hebreo, y nuestra civilización hispanoamericana está cuajada de ejemplos de voluntad de integración tanto de los pueblos indígenas como del pueblo español». Y la Declaración oficial del Comité Español en el Año Europeo contra el Racismo (1977) «La riqueza de España y de Europa, desde hace siglos, se nutre fundamentalmente de la diversidad de sus tradiciones, culturas, etnias, lenguas y religiones, y de la certeza de que los principios de tolerancia y convivencia democrática son la mejor garantía de la existencia de la propia sociedad española y europea abierta y pluricultural: diversa. España, por su tradición histórica de convivencia entre pueblos y culturas, por su pertenencia al Mediterráneo, así como sus lazos con Iberoamérica, puede facilitar el establecimiento de modelos de relación multiétnicos y multiculturales».

Moraleja de un cristiano extremeño: es legítima la solicitud de la comunidad islámica de Badajoz de una parcela en el cementerio municipal.

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