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Maratón de baños helados

Maratón de baños helados

Cientos de personas compiten cada año en Estonia en una alocada carrera por la nieve para completar un mapa de saunas. Gana quien las visita todas

SUSANA ZAMORA

Lunes, 11 de febrero 2019, 11:27

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La primera sauna es una pequeña cabaña que asoma a un vasto lago congelado. Una larga pasarela enfila hacia una enorme oquedad en mitad del hielo. La temperatura del agua allí se intuye dolorosamente fría. Los participantes tratan de evitarla, pero el dueño de la propiedad se lo impide: «¡Primero, un baño!», les advierte. A regañadientes, se dirigen hacia su gélido destino. Tratan de seguir a pies juntillas el consejo más repetido entre los competidores: saltar directamente y no prolongar innecesariamente el sufrimiento en el borde del frío abismo. Tras la fugaz zambullida a cero grados, la euforia y la desorientación se perciben a partes iguales entre estos valientes mientras corren desesperados a la sauna en busca de calor. El termómetro marca 100 grados, pero los tres minutos que tienen que pasar allí para superar la prueba se antojan insuficientes para atemperar sus cuerpos.

El chapuzón inicial los ha dejado helados para toda la competición, pero el sacrificio es recompensado con puntos extras en el Maratón Europeo de Saunas, que cada mes de febrero alberga la localidad estona de Otepaa.

En su décima edición, celebrada el pasado día 2, ha reunido a casi 800 participantes de 16 países. En albornoz, semidesnudos; disfrazados de 'teletubbies', Batman, indios arapahoes o ataviadas al más puro estilo de los años 20, aunque en lugar de marcarse un charlestón sea una alocada carrera por la nieve... Todo atuendo vale en este divertido certamen, en el que estos 'atletas' (distribuidos en equipos de cuatro personas) recorren, ayudados por un mapa, más de cien kilómetros por toda la ciudad y localidades próximas en busca de las 19 saunas que entran a concurso. Por eso, quien gana no es quien tiene una mejor forma física, sino quien demuestra una mayor orientación y habilidad al volante. Quien visita todas las saunas en el menor tiempo se hace con el premio, algo tan trivial como un baño relajante en un jacuzzi, a veces, de cerveza.

Asunto de Estado

Las saunas tienen en Finlandia su máximo referente. Allí son casi un asunto de Estado. Entre vapores y masajes con ramas de abedul, se discuten los asuntos importantes. No hay vivienda, fábrica, institución o mina bajo tierra que no tenga una, incluso, el Parlamento tiene la suya. Así ha sido desde que los primeros pobladores cavaron una zanja en el suelo y calentaron un montón de piedras. Una versión primitiva de la sauna, pero en la que tras un duro día de trabajo en el campo, encontraban la paz y el descanso.

Su legión de seguidores no se circunscribe a este país nórdico, sino que se extiende a otros territorios europeos con inviernos especialmente duros. Solo en el área de Otepaa, hay más de 70 saunas diferentes: finlandesas, con calor seco; turcas, con vapor de agua; y rusas, que son una combinación de ambas. Flotantes o en forma de barril; a base de leña o calefacción eléctrica. No importa el cómo sean estas milenarias instalaciones, sino cuánto significan en estas poblaciones donde presumen de «ni un día sin sauna».

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