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ICÍAR OCHOA DE OLANO
Domingo, 12 de agosto 2018, 13:30
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Roméo Gbaguidi nació en Benín, un país de once millones de habitantes y un tamaño ligeramente superior a Portugal situado al oeste de África. Allí estudió Filología Hispánica e Información y Comunicación, y allí trabajó como profesor de castellano hasta que, en 2004, una beca del Gobierno español para cursar un máster le plantó en Valladolid. Desde entonces, solo regresa a casa de visita. Descendiente de una de las monarquías tradicionales de su país, este experto en docencia del castellano a inmigrantes, en procesos migratorios y en mediación cultural es, además, el príncipe-embajador del reino de Savalou en España.
- Ja, ja, las dos cosas. En sus años mozos tuvo una época de aventurero, como trabajador fuera del país, y estuvo en Senegal. Allí fue a ver la película 'Romeo y Julieta'. Decidió que su hijo se llamaría como el protagonista.
- No, ese es mi tío. Mi padre renunció al trono.
- Benín es una república presidencialista parlamentaria. Dentro de este marco se reconoce la figura de las monarquías tradicionales en las distintas regiones, que son tuteladas por el Gobierno. Nuestro papel fundamental es preservar la paz y la convivencia entre las distintas comunidades y reinos.
- Savalou cubre la región centro de Las Colinas, en la que se encuentran varios municipios y unas 120.000 personas.
- El vudú está hecho para el bienestar terrenal del ser humano y para propiciar que se eleve hasta el esclarecimiento, la santidad. En su día, el vudú se utilizó como estrategia de defensa. En Benín se encuentra La Puerta del No Retorno, un monumento que recuerda que de allí salieron para América más de tres millones de esclavos que jamás regresaron.
- Es que es una religión fuerte, muy potente. Algunas de sus manifestaciones dan miedo.
- La poligamia en mi país es una opción que algunos siguen adoptando, sean reyes o no.
- Ja, ja. Tanto, tanto, no. Pero es cierto que hay valores materiales que se preservan en el reino y que se muestran en las grandes festividades, como la del ñame, que se celebra cada 15 de agosto.
- Me encanta. Siempre le he admirado y ahora que es rey todavía más. Es una persona bien formada, recta, ejemplar y tiene una visión clara de futuro.
- También tenemos de todo, ja, ja. Cuando uno está en una familia tan grande y con tantos años de reinado -nuestra dinastía data del siglo XVI-, surgen comportamientos así. Hay que lidiar con ello.
- Aún no, pero estoy trabajando en un visita oficial del rey Gandjegni y en una audiencia en la Zarzuela.
- Su programa de acción es muy ambicioso e interesante, pero tiene muchos frentes abiertos y muchas presiones. Necesitamos mejorar la asistencia sanitaria y la educación.
- Me he vuelto impaciente, ja, ja. El español lo es. Y pragmático y humilde. Cuando pierde el miedo a lo desconocido, te ve como a un hermano.
- Esto que le voy a decir es una puya a la diplomacia española. En África se sigue considerando a España como una nación menos desarrollada. Desconocen que es la cuarta potencia de la UE. Los empresarios no lo perciben como un país con el que hacer negocios. No saben del dinamismo, por ejemplo, de sus puertos, como los de Valencia, Barcelona o el País Vasco.
- Van a septiembre. Hubo un tiempo en el que se notó ese esfuerzo. Ahora se navega sin rumbo.
- Eso hierve la sangre. Uno se pregunta qué estamos haciendo para que tantos brazos valientes y tanta juventud se esté dejando ahí la vida.
- Yo no quiero eso. Quiero que África entienda que hay que tender puentes y, Europa, que acepte tenderlos y no levantar muros. Y eso depende de los dos.
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