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El ejército de Godzilla

El ejército de Godzilla

El Wara Festival Art cumple once años en Japón levantando esculturas de hasta 5 metros de altura usando la paja que sobra tras la cosecha del arroz

ISABEL IBÁÑEZ

Martes, 18 de septiembre 2018, 19:08

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Los japoneses adoran las películas de monstruos gigantescos desde que Godzilla, una especie de dragón dinosaurio producto de la amenaza nuclear, hiciera su aparición en el cine en 1954. Muchas otras bestias enormes pueblan la cultura nipona, kaijus los llaman. Por eso, cuando los habitantes de la prefectura de Niigata, al norte del país, donde se cultiva una variante de alta calidad del arroz koshihikari (la más habitual y adecuada para el sushi) acudieron en 2008 a la Universidad de Arte de Musashino (Tokio) para ver qué se les ocurría hacer con las toneladas de paja de este cereal acumulado tras la cosecha, la solución estaba cantada.

Cada verano termina con un enorme excedente de wara (paja en nipón), que se usa habitualmente para alimentar a los animales o abonar de nuevo el terreno. Pero en Niigata y también en la vecina prefectura de Kagawa pensaron que aún había más que suficiente para darle un uso más creativo. Y los universitarios decidieron insuflar nueva vida a este material dándole forma de enormes animales como los que tanto gustan allí y que cada septiembre ocupan el parque Uwasekigata.

Desde entonces, un puñado de bestias prehistóricas y también actuales pero sobredimensionadas salen al paso del turista, y muchos de ellos en actitud amenazante, como el descomunal carnero a punto de mochar con su testuz coronada por una buena cornamenta que hace las delicias de los visitantes, que no dudan en ponérsele a tiro para la consabida foto. En esta ocasión, para el undécimo aniversario, once esculturas aguardan en silencio a los que recorren este peculiar paisaje hasta finales de octubre. Ya el año pasado, con motivo de su primera década de existencia, sus creadores decidieron doblar el tamaño de las criaturas, que llegan a superar los 5 metros del altura.

El trenzado y los diseños

El elefante parece más amigable que el carnero y, por supuesto, mucho más que el tigre de dientes de sable en cuyas fauces los padres colocan a sus bebés como un tierno tentempié. Otro de los más admirados es el mono con los dos dedos índices señalando al cielo, al que los turistas imitan para las cámaras. Hay quien no duda en introducirse en la boca abierta de un hipopótamo que parece surgir de pronto del agua. Todos se pueden tocar: el Tiranosaurio Rex, el Triceratops, la mantis religiosa en actitud desafiante, el gorila enfurecido...

La primera parte del proceso que culmina con esta galería de gigantes es la acumulación de grandes cantidades de paja con la que poder trabajar. Una vez recopilada, llega el trabajo de trenzado realizado por los lugareños, indispensable para levantar las obras de arte. Los universitarios, encabezados por el profesor Miyajima y su asistente Sakaguchi, empiezan en mayo a dibujar y seleccionar los diseños que se convierten en los esqueletos de madera sobre los que se coloca el material.

Las tareas duran una semana, durante la cual los jóvenes creadores, desplazados en autobuses desde Tokio, van levantando las maquetas, ensamblando las piezas a veces protegidos del sol por sábanas azules que cubren el armazón para poder trabajar a la sombra. También miran al cielo preocupados si ven nubes que amenazan con agua. Este año solo una llovizna persistente les hizo fruncir el entrecejo. El año pasado, un tifón se llevó la mitad de un rinoceronte que no pudo ser reparado.

Sobre los gigantes que representan a animales prehistóricos, uno de los estudiantes desvela que «resulta más difícil saber qué expresión darles, al tratarse de animales extintos». «Pero nuestra motivación suple las carencias», aclara. Los turistas también pueden ser testigos de todo este proceso de producción. Incluso, previa petición a la universidad, quien quiera puede ayudar a los alumnos en lo que ellos demanden.

Pero el arte de paja en Japón -que ha calado en otros países como Australia y Tailandia- no se reduce a este festival; en otras épocas del año también hay oportunidad de disfrutar de este tipo de esculturas, aunque de menor tamaño. El pasado diciembre, Niigata exhibió figuras de perros en distintas posiciones: ofreciendo la pata, amamantando a la camada, olfateando un caracol, aullando en protesta por estar atado a una farola...

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