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La meta de enfriar el planeta, cada vez más lejos

La meta de enfriar el planeta, cada vez más lejos

COP25 ·

Las emisiones de CO2 aumentan cada año, mientras los científicos y activistas piden más transparencia sobre el control de carbono

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Miércoles, 4 de diciembre 2019

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Las emisiones de CO2 generadas en 2019 por los combustibles fósiles alcanzarán un 0,6% más que en 2018, cuando ya habían aumentado un 2,1% con respecto al periodo anterior. Es decir, la generación de gases de efecto invernadero siguen sin control, a pesar de las resoluciones aceptadas por la mayoría de los países. «Hay un incremento acusado desde 1850», resume Glen Peters, representante de Global Carbon Project, en la COP25. Basado en los datos del Laboratorio de Investigación del Sistema Terrestre de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, el 'Presupuesto global de carbono 2019' segmenta los países y sectores más contaminantes. Por su contribución neta en porcentajes, encabezan el 'ranking' de contaminantes China (28%), Estados Unidos (15%), los 28 Estados miembros de la Unión Europea (9%) e India (7%).

En la tercera jornada de la Cumbre del Clima (COP25) el protagonismo recayó en la necesidad de descarbonizar la economía mundial. En la presentación '¿Estamos preparados para sustituir el dióxido de carbono?', Thelma Krug, vicepresidenta del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), mostró dos escenarios probables para el año 2100. En el primero, hay unos 7.000 millones de personas, con una reducción en las desigualdades, una regulación efectiva del uso de la tierra, menos emisiones y menos consumo, incluyendo la producción de alimentos, y un comercio y estilo de vida amigables con el medio ambiente. En el otro escenario, la población casi se duplica hasta los 13.000 millones, tienen bajos ingresos y continúan las desigualdades, con un consumo intensivo y barreras al comercio y al cambio tecnológico.

El factor clave que separa al primer modelo del segundo ha sido la dependencia del combustible fósil, menor en el primero y mayor en el segundo, y por tanto el cumplimiento o no del freno al calentamiento global. «La recuperación del dióxido de carbono puede significar más o menos impactos sobre la tierra, la seguridad alimentaria, los recursos del agua, los ecosistemas y la biodiversidad», dice Krug.

Los generadores que más CO2 sueltan a la atmósfera son el carbón (40%), el petróleo (34%) y el gas natural (20% ). «En comparación con el año anterior, las emisiones del carbón aumentaron un 1,4%, mientras que las emisiones de petróleo y gas natural se incrementaron un 1,2% y un 5,4%, respectivamente», dice el informe de Global Carbon Project.

Europa, en el buen camino

«Las emisiones mundiales de CO2 fósil han crecido a una tasa de 1,3% cada año entre 2009 y 2018», ratifica Peters. La noticia positiva es que frente a la subida de China e India, Europa aporta una disminución del 1,7% para 2019, gracias al decrecimiento del uso de carbón (un 10% menos, compensado por un aumento del petróleo y el gas natural). Pero no es suficiente.

«Es probable que la transición se demore cientos de años si no hay dinero para financiarla»

Ante la falta de eficiencia del sistema actual de control de emisiones aceptado por los países en el Acuerdo de París, surge la incertidumbre sobre la posibilidad de cumplir con el objetivo marcado para 2050, de lograr una economía de cero emisiones. «¿Es realista decir que se reducirá un 40% de las emisiones de CO2 para 2030? ¿Es realista tener otro modelo de economía para 2050? ¿Nos movemos lo suficientemente rápido?», enumera Rym Ayadi, presidenta de la Asociación Euromediterránea de Economistas y profesora en la Universidad de Londres, durante su intervención en 'Gases de efecto invernadero en la atmósfera. Recursos, sumideros e impacto climático'. «A la industria yo no la veo tan rápida. Tampoco a la banca. Es probable que tarde cientos de años, mientras no haya dinero para financiar esa transición. Son los inversores los que podrían acelerar los plazos. Está claro, para mí, que en 2030 no se logrará el objetivo. Necesitamos una regulación creíble y un mecanismo institucional que regule las emisiones, vigile su cumplimiento y controle ese mercado. No es sólo una cuestión de acelerar la transición energética».

Un reclamo común de los actores independientes que intervienen en la COP25 es la necesidad de dotar de transparencia el mecanismo de control de emisiones. «La teoría detrás de los mercados de carbono es que los emisores de contaminación logran un descuento similar a la cantidad que reducen, y se supone que los ahorros generados se reinvierten en la acción climática», explica Brad Schallert, subdirector de Cooperación internacional sobre el Clima de WWF. «Se debe proporcionar una garantía tangible y cuantificable de que estos ahorros se reinvierten en la mitigación obligatoriamente».

Un incremento de hasta 7,3 gradosen el año 2100

La activista Bindu Bhandari muestra un complejo modelo de predicciones interactivo que promedia que en el año 2100 la temperatura habrá aumentado 4,1 grados, con un máximo de 7,3, según los tipos de energía: carbón, petróleo, gas natural, bioenergía, nuclear, nuevas tecnologías y su impacto en la deforestación, agricultura, uso de la tierra y gases. A su lado, Claire Fyson, investigadora de Climate Analytics, dice exige más información para que la sociedad pueda controlar también el proceso de descarbonizar la economía. «Es difícil conocer los detalles del mercado de carbono, saber qué tan confiable es su contabilidad».

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