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Un empleado de la empresa Piql recorre uno de los pasillos donde permanecen a salvo los archivos. :: r. c.
Conservar la memoria

Conservar la memoria

El Archivo Mundial del Ártico preserva en una remota isla helada datos «trascendentales» para la humanidad, desde los goles de Pelé hasta las fotos de Felipe González en la Moncloa

SUSANA ZAMORA

Miércoles, 20 de marzo 2019, 08:54

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Fue después de que el archivo de la Biblioteca Nacional de Sarajevo quedara reducido a cenizas, en plena guerra de Bosnia-Herzegovina, cuando la Unesco decidió tomar medidas para que episodios tan trágicos como éste no volvieran a borrar retazos del pasado de un país. Así nació en 1992 el Programa Memoria del Mundo, cuyo fin principal es preservar el patrimonio documental que atestigua la historia colectiva de las naciones. Catástrofes, guerras, saqueos, comercio ilegal, obsolescencia de los actuales almacenamientos... Son amenazas reales a las que están expuestos documentos únicos, de incalculable valor social, cultural, político o económico, y trascendentales para conocer la historia de la humanidad. Pero, ¿cómo se puede garantizar la inmortalidad de ese ingente patrimonio? La respuesta se esconde en las profundidades de la montaña ártica, en el remoto archipiélago de Svalbard, a medio camino entre la Noruega continental y el Polo Norte. A 200 metros bajo tierra se encuentra el Archivo Mundial del Ártico, un búnker inaugurado el 27 de marzo de 2017 que garantiza la conservación y el almacenamiento físico de datos gracias a las temperaturas estables entre los cinco y los diez grados bajo cero que proporciona el 'permafrost' (una capa del suelo permanentemente congelada). «El frío constante y la sequedad del ambiente provocan que el nivel de oxígeno sea bajo, pero esta circunstancia, que no es buena para los humanos, porque dificulta su respiración, es ideal para la conservación de los rollos de película fotosensible de alta resolución donde almacenamos los documentos», explica Rune Bjerkestrand, fundador del archivo. Sus impulsores garantizan una perdurabilidad de al menos 500 años. Se trata de Piql, una empresa especializada en la custodia de datos a largo plazo, que se ha aliado con Store Norske Spitsbergen Kulkompani, compañía minera noruega de titularidad estatal, que busca nuevas funciones para sus minas ante el declive del negocio.

La idea de crear un lugar seguro que funcionara como un gigantesco disco duro donde guardar datos importantes surgió como imitación al Banco Mundial de Semillas (también situado en el archipiélago de Svalbard), un espacio que aloja en una antigua mina alrededor de 500 millones de semillas para preservar la biodiversidad del planeta en caso de desastre. Ambas instalaciones están suficientemente preparadas para resistir catástrofes naturales, conflictos armados y ciberataques, puesto que la información almacenada no se encuentra en red. Aunque, como subraya Roberto González, desarrollador de negocios de Piql, «no hay que contemplar la apocalipsis final para decidirse, pues hay pequeñas hecatombes diarias que pueden acabar con esa documentación: pérdidas, robos o destrucción. Nadie te garantiza que esa información perdure en el tiempo».

'El grito' y 'La divina comedia'

El Archivo Mundial del Ártico alberga actualmente el depósito de los Archivos Nacionales de Brasil y México, y los Archivos Digitales Intermunicipales de Noruega. Conserva documentos, pero también obras de arte (como el manuscrito digitalizado de 'La divina comedia' de Dante Alighieri, procedente de la Biblioteca del Vaticano, o una copia de 'El grito', de Edward Munch, del Museo de Noruega), películas ganadoras de los Oscar, mapas históricos y partidos de fútbol de la selección de Brasil, incluida la carrera deportiva de uno de sus máximos exponentes, como fue Pelé.

En España, aún son pocas las instituciones interesadas en este proyecto, «aunque su número es creciente», puntualiza González. Las primeras en hacerlo han sido la Fundación Felipe González y la Diputación de Barcelona. Entre los documentos aportados por la institución socialista se encuentra la transcripción de las charlas celebradas en 1976 y 1977 entre un mando de los servicios secretos y los jóvenes Felipe González y Alfonso Guerra, entonces líderes de un PSOE aún ilegalizado. Asimismo, permanecen a buen recaudo en el Archivo Mundial del Ártico notas y fotografías del presidente del Gobierno que dan cuenta de la vida cotidiana en el Palacio de la Moncloa y anotaciones manuscritas sobre la negociación para la firma del Tratado de Adhesión a la CEE. Aunque desde la empresa eluden dar cifras sobre el coste de este almacenamiento, González accede a poner un ejemplo y en el caso de la Diputación de Barcelona ha sido de 2.000 euros por preservar durante 20 años un rollo completo con todas las escrituras de constitución de esta institución desde el año 1812 a 1840. «Es más importante el valor del contenido que el volumen de la información», subraya.

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