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Toño del Barco y su trío de jazz en una actuación en el salón de una casa particular. :: virginia barbero
Más que un concierto

Más que un concierto

No sabes a quién vas a escuchar y el lugar puede ser el salón de una casa, una librería o un ático con vistas. El público se sienta en el suelo y disfruta de la cercanía del artista. Se llama Sofar y es lo más sorprendente en música en directo. «Salimos todos más conectados»

IRMA CUESTA

Domingo, 13 de octubre 2019, 09:38

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Aunque hoy cueste creerlo, Sofar Sounds nació una fría noche de invierno en la que Rafe Offer y un par de amigos, Rocky Start y Dave Alexander, andaban tomando unas cervezas en un garito de Londres mientras escuchaban a los Friendly Fires, la banda punk que lidera Ed Macfarlane. El propio Offer, alma de la compañía, ha contado que fue la frustración por el continuo uso de los teléfonos móviles y el ruido que hacía el personal que había acudido al concierto, hablando a gritos y pidiendo copas a voces mientras aquellos chavales se dejaban la garganta en el escenario, lo que le llevó a buscar la manera de hacer las cosas de otro modo. Una década después, Sofar Sounds se ha convertido en una exitosa startup a cuya puerta no dejan de llamar inversores, una empresa que funciona en 428 ciudades de todo el mundo y da cobijo a cientos de artistas de todas las esquinas del planeta que ya han tocado de la mano de esta sorprendente comunidad. Una iniciativa que consiste, básicamente, en organizar conciertos en casas y locales privados a los que acuden amantes de la música que no saben hasta el último instante con quiénes se van a encontrar sobre el escenario. La historia de lo que hoy es Sofar comenzó a escribirse aquella noche, al salir de aquel concierto. Offer planteó a sus colegas la posibilidad de organizar tocatas en sus propias casas. Sería algo íntimo, sesiones a las que invitarían a un selecto grupo de amantes de la música que, como ellos, odiaban el sonido metálico de las botellas de cerveza y las conversaciones a gritos mientras alguien trataba de dar lo mejor de sí ante un micrófono. «Soy fanático de la música. No puedo tocar nada, no puedo cantar, pero he estado yendo a conciertos toda mi vida. Quizá por eso, tuve en aquel momento esa suerte de epifanía con otros dos chicos que, como yo, sólo pretendíamos escuchar a la banda. Nos miramos y dijimos: «Todo está mal con este concierto, incluso el olor», ha contado el propio Offer, que entonces no podía imaginar que su «epifanía» le convertiría, una década después, en el CEO de una de las empresas más prósperas del sector.

Offer ha confesado también que, en cierto modo, la iniciativa surgió del deseo de echar una mano a David Alexander, que ya no es músico, ni está ligado a la empresa, pero que, por entonces, soñaba con ganarse la vida con una guitarra en la mano. «La primera vez fue en su casa, en el norte de Londres, en un lugar llamado Kensal Rise. Había poco más de una docena de personas, incluidos los tres que lo habíamos organizado. Todo el mundo estaba en silencio, se podía escuchar hasta su reloj. Fue mágico, aún hoy recuerdo esas cinco canciones, sentí que el tiempo se congelaba».

Desde entonces, Sofar Sounds ha organizado más de 20.000 eventos en más de 60 países. Y en la lista de artistas colaboradores se incluyen nombres como Ed Sheeran (quien actuó para 65 personas en Washington), George Ezra, Lily Allen, Leon Bridges y Wolf Alice. Un largo camino de éxito que ha hecho que este año la compañía que nació del enfado de aquellos tres amigos haya sumado una inyección de 23 millones de euros de la mano de las empresas de inversión Battery Ventures y Union Square Ventures que se añaden a los cinco millones que poco antes ha puesto sobre la mesa de Sofar Sounds Octopus Ventures y Virgin Group.

«Poder escuchar a alguien tan cerca y tomar luego con él una cerveza es una maravilla»

Tres artistas por concierto

A estas alturas nadie duda de que Offer no tuviera aquella noche una suerte de experiencia mística, porque sólo así se entiende lo que vino después. Aquel fue el primero de muchos conciertos con la misma filosofía: tienen lugar en espacios cotidianos, un gran cajón en el que entra el salón de cualquier vivienda que se preste, la terraza de un ático, una biblioteca, una barbería, una vinoteca, un espacio de coworking, un gastrobar... el espectador nunca sabe ni dónde, ni quienes tocarán esa noche, sólo sabe cuándo. Eso sí, siempre son tres artistas, que apuestan por tipos de música diferente, desde góspel, a beat box, jazz, música country, surfera, clásica, cantautores...

Almudena Peñas, la directora de Sofar Sound en Madrid, la única ciudad española en la que la comunidad tiene un equipo permanente, explica orgullosa que en España se celebran actuaciones en diez ciudades y que se cuentan por decenas los artistas que ya han participado del proyecto. «Llevamos cinco años sin parar. ¿Que cuál es el objetivo de Sofar Sounds? Crear un espacio íntimo donde el respeto y las ganas de descubrir nueva música sean una prioridad; volver a conectar al artista con su audiencia».

Peñas cree que el éxito de la empresa fundada por Offer radica en el sentimiento de exclusividad de poder formar parte de algo íntimo y limitado en el factor sorpresa, no saber nunca a quién vas a escuchar y descubrir y, sobre todo, en la cercanía. «Creo que el poder escuchar a alguien y acercarte a hablar o tomar una cerveza con él o ella es una maravilla. Salimos todos un poco más conectados», asegura. De alguna manera, cada concierto es secreto e íntimo lo que permite crear una experiencia única «que acerca a los artistas y al público y devuelve la magia a la música en directo».

Itziar Baiza (Madrid, 32 años) es una de las cantantes que forman parte de la selecta comunidad Sofar y una de sus mejores embajadores. «Yo, como decenas de niños, estudie música siendo pequeña como hobby, hasta que me di cuenta de lo mucho que me gustaba escribir y tocar la guitarra. Tanto como para querer dedicarme a esto», explica la cantautora madrileña que desde hace un tiempo suele compartir escenario con Nacho Mur, guitarrista de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.). Juntos han formado un dúo que han bautizado FAZ y juntos han formado parte de varias de las veladas organizadas por Sofar en Madrid como artistas y también como público. «Es una experiencia maravillosa, es un concepto tan bonito y tan puro... Resulta muy atractivo acudir a un sitio sin saber antes qué vas a escuchar. Además, el silencio que envuelve a los artistas en cualquier recital Sofar es tal que llega a ser abrumador. Por otro lado, quienes te están escuchando están tan cerca que se dan situaciones que difícilmente puedes encontrar en otros escenarios», cuenta Itziar, que también destaca que el público que acude a un Sofar «sabe que va a ver algo bueno, de calidad».

Hasta la fecha se han celebrado conciertos en barberías, iglesias, jardines, librerías... y, por supuesto, en el salón de una larga lista de casas. Y es que cualquiera puede presentar a los responsables de Sofar su propuesta. Solo tiene que enviar unas fotos del espacio elegido e informar sobre dónde está ubicado. Poco después, si a los técnicos les parece una buena idea, acudirán a conocerlo. Si resulta un buen 'espacio Sofar', el anfitrión solo tiene que elegir una fecha de las que le ofrecerán para organizar el concierto. «Luego, el día del recital, lo único que tienes que hacer es dar la bienvenida al equipo que llegará con tiempo para instalarlo todo y disfrutar. Tras el concierto, que puede durar dos o tres horas, limpiarán el espacio y se despedirán de ti hasta la próxima», detalla Peñas.

Carlos Siles, cantautor granadino de 35 años y afincado en Madrid, ha vivido también la experiencia de tocar en un ambiente que califica de «sobrecogedor». «Cada vez es más raro ir a un concierto en el que todo el mundo esté en absoluto silencio, por eso uno disfruta de la experiencia de Sofar Sounds sabiendo que se trata de algo excepcional. Es bastante habitual entre los músicos que hablemos de que hay muy poca conciencia en España de lo que supone asistir a conciertos, pagar una entrada, mantener el silencio, valorar el trabajo de los músicos... Sofar Sounds es esperanzador porque es una demostración de que de que hay mucha gente que reconoce y valora el trabajo que hay detrás de una canción. Ver a cien personas que no te conocen escuchándote tan cerca en absoluto silencio te produce como músico una sensación abrumadora», ilustra Siles.

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